Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































El telón de fondo

Caminar con el alma, caminar con el Espíritu

Cuando tomo distancia para ver el desarrollo y la evolución de las constelaciones familiares, siento que detrás de este movimiento actúa una gran fuerza y que ésta nos toma a su servicio, a mí y a muchos otros. La fuerza que impulsa este movimiento nos arrastra y persiste a pesar de cualquier obstáculo.

Las Constelaciones Familiares

Al principio, las Constelaciones Familiares eran, en el fondo, una forma de psicoterapia y como tal se proponían a las personas que la necesitaban. La mayoría de las veces, estas personas padecían en cuerpo y alma y las Constelaciones Familiares les ayudaban. Los psicoterapeutas le añadían el enfoque que tenían según su formación, utilizándolo como referencia. Todo ello marcó considerablemente las Constelaciones Familiares al principio.

¿Cuál era este enfoque? Se basaba en la idea de que alguien necesitaba ayuda y de que un terapeuta podía proporcionársela. Los terapeutas, formados en determinados métodos, conocieron en un momento dado las Constelaciones Familiares y las utilizaron en psicoterapia en el marco de la terapia familiar porque los que practicaban las Constelaciones Familiares habían sobrepasado ya la terapia individual. Por lo tanto, el terapeuta se inmiscuía directamente ya que se había formado para proceder de manera activa.

Pedía al cliente que eligiera y configurara a los representantes e intervenía según los conceptos anteriores y según lo que había aprendido sobre los órdenes y vínculos en las relaciones, buscando una solución. Primero miraba el problema y después buscaba la solución. Bajo este punto de vista, las Constelaciones Familiares fueron una bendición ya que ayudaron a muchas personas.

Caminar con el alma, seguir los movimientos del alma

Más tarde, se hizo evidente que los representantes eran mucho más importantes de lo que se había pensado en un principio. Se puso de manifiesto que se hallaban directamente en contacto con un campo más amplio. Simplemente por el hecho de abandonarse al movimiento que les impulsaba, sacaban a la luz algo que iba mucho más allá de lo que hubiéramos podido descubrir mediante las constelaciones familiares y determinados órdenes del amor.

De pronto, nos encontramos confrontados a situaciones completamente diferentes y a otros movimientos. Confiamos pues cada vez más en estos movimientos y entramos en contacto con las fuerzas del destino, fuerzas frente a las cuales nuestra manera habitual de “intervenir” no daba resultado.

De repente vimos, por ejemplo, a alguien que se sentía atraído por la muerte de manera irremediable. ¿Qué hacer en ese caso? Aquí la ayuda era limitada; y sólo dejando de intervenir podíamos comenzar a ayudar realmente.

Otra fuerza empezaba a tomar las riendas. Nos abandonamos a esta fuerza y, de pronto, supimos si teníamos o no permiso para hacer algo, si debíamos hacer algo y lo que debíamos hacer incluso si, al principio, nos resultaba extraño.

Seguimos y acompañamos este movimiento y obtuvimos un resultado que no podíamos prever de ninguna manera.

Por lo tanto, lo que había comenzado con las Constelaciones Familiares se transformó en un acompañamiento de los movimientos del alma, en un caminar con el alma. ¿De qué alma? No de la propia, no de la del cliente, no de la del representante, sino de un alma que actúa en todos de la misma manera.

Cuando entramos en sintonía con esta alma, algo imperceptible se vuelve visible, evidente.

Caminar con el Espíritu, seguir el movimiento del Espíritu

Pero en la vida todo fluye, nada se estanca. En un primer momento, había pensado que se trataba quizá de acompañar los movimientos del alma (caminar con el alma). Pero tampoco es esto. De repente, observé que las experiencias hechas con las constelaciones familiares y los movimientos del alma llevaban a una comprensión de un orden totalmente diferente. Y esta toma de consciencia exigía que actuáramos de una manera que supera ampliamente lo que había considerado hasta ahora como bueno y justo.

¿Qué es lo nuevo? Si voy más allá de las constelaciones familiares y de seguir y acompañar los movimientos el alma, lo que ahora sigo y acompaño son los movimientos del espíritu, camino con el espíritu; en vez de observar las sensaciones y lo que percibimos mediante estas sensaciones, ahora el espíritu interviene y exige maneras de proceder completamente diferentes del acompañamiento de los movimientos del alma, del caminar con el alma.

Voy a explicároslo con un ejemplo: alguien se queja de sus padres, o de las dificultades que ha tenido en su infancia. Al principio, sentíamos compasión por este cliente, y pensábamos: “bueno, vamos a ayudarle”. Pero, si me sitúo al nivel del espíritu, no hay nada malo. Si detrás de todo actúa una fuerza creadora, no hay nada que pueda oponerse a ella. Por lo tanto, ahora miro la misma situación y me pongo en sintonía con esta fuerza creadora que no podemos imaginar más que como una fuerza espiritual que se dirige a todo y a todos de la misma manera. Así que me uno a esta fuerza. Esto es seguir y acompañar al espíritu, caminar con el espíritu. Caminando con el espíritu, puedo ver una situación grave de una manera totalmente diferente, y por eso mismo, ayudo al otro a que la mire también de otra manera. Entonces puede, por ejemplo, asentir a las dificultades del pasado, tomarlas como una fuerza. Puede tomar a sus padres tal como son, cualquiera que haya sido su comportamiento y asentir a la vida tal como ha llegado a él a través de sus padres. De repente, mira el pasado con otros ojos y comienza a apreciar todo en su justo valor.

Desde el punto de vista del espíritu, todos los padres son perfectos. El simple hecho de observar nos muestra, sin excepción, que han hecho perfectamente todo lo necesario para ser nuestros padres. Y puesto que han servido a la vida de esta manera, merecen nuestro más profundo respeto.

Esto también es seguir y acompañar los movimientos del espíritu, caminar con el espíritu. De pronto, evoluciono a otro nivel totalmente diferente, a un nivel espiritual, y ese nivel no tiene límites.

Así, está claro que no se trata de curar o de solucionar problemas, se trata de la vida en toda su plenitud.

Algo más sobre el espíritu. El espíritu es ligero. El que camina con el espíritu es ágil. No constituye un peso ni para la tierra ni para los demás. Y es feliz frente a cualquier cosa, tal como es.

La benevolencia que cura

Nuestra benevolencia proviene de lo más recóndito, del fondo de nuestra alma; nace donde ésta se siente acorde con su origen. Este origen es la fuente de toda fuerza creadora y de su aspiración a evolucionar. Esta benevolencia abarca pues a todos los seres y todas las cosas. Es universal. En el momento que queremos excluir algo de nuestra benevolencia, perdemos nuestro vínculo con ella y corremos el riesgo de volvernos presuntuosos y condescendientes.

La benevolencia universal no tiene intención. Mantiene una distancia, como el sol que brilla a lo lejos y al mismo tiempo da calor a todo lo que existe.

¿Dónde podemos experimentar primero esta benevolencia? En nuestro cuerpo.

¿De qué manera podemos ayudar al cuerpo cuando está enfermo o siente dolor? Mostramos todo lo que nos duele a nuestra benevolencia y dejamos que su sol brille sobre todo lo que sufre, hasta que nos sintamos bien de nuevo. Nuestra benevolencia nos acoge y ama tal como somos.