Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Amor del alma, amor del espíritu

El amor y los errores

Scuola Hellinger de Bolzano (Italia).
Marzo - 2006.

¿Qué es el amor?

El amor es entrar en relación. 

Es un sentimiento y una actitud con respecto al otro.

El amor transcurre en diversos niveles. Uno muy cercano es entre hombre y mujer, y para que tenga lugar este amor es necesaria la cercanía. 

Éste es un amor dotado de una cualidad particular, pues resulta ser la experiencia de vida más intensa, la experiencia de amor absoluta.

Y tiene otra especial característica: si el hombre y la mujer se sienten atraídos, la pasión resulta entonces irrefrenable.

Podemos preguntarnos: ¿de dónde procede esta pasión? ¿Procede del cuerpo o es más bien la expresión de una fuerza creativa que mantiene todo en movimiento?

Y es que en el ámbito de este amor no poseemos el control, ni somos capaces de mantener la sensatez. Hay quien dice que esto es primitivo, algo demasiado espontáneo e intuitivo. 

La realidad es que en este amor aparece lo divino de la manera más absoluta.

Porque si renunciamos a nuestro control, si lo cedemos… el control de algo superior se instala en nosotros y nos atraviesa. Pues ésta es una fuerza creadora que mantiene todo en movimiento y es el amor el lugar en el que se condensa esta fuerza, que es la que posee los efectos más vastos e inmensos.

Quien permite quedar impregnado por las circunstancias de esta fuerza consigue hacerla permanecer a su lado para el resto de su existencia, sin que nadie pueda ceder ni separarse de las consecuencias de una experiencia de este tipo.

Por lo pronto, esto en lo que respecta al amor corpóreo.

¿Y en lo relativo al del Alma? El amor del Alma es un amor del corazón que se muestra en una actitud de benevolencia, por ejemplo; o en una actitud de compasión, o de gozo y alegría.

Este amor resulta ser un amor a distancia, pues no necesita la cercanía del amor corpóreo. En el caso de la pareja entre un hombre y una mujer, este amor transcurre a lo largo del día, a distancia, de manera que se trata de un complemento al amor corpóreo, conformando los dos tipos de amor una unidad.

Otro tipo de amor es el Espiritual, el cual necesita un correspondiente.

¿Qué quiere decir Amor del Espíritu?

El Amor Espiritual es el que entra en sintonía con el impulso creativo que mantiene todo en movimiento.

Nada se mueve condicionado por una energía espontánea. El movimiento viene siempre de afuera y todo lo que se mueve es incitado por esta fuerza.

Según mi visión, esta fuerza se dirige a todo de igual manera. 

Nosotros distinguimos entre lo que queremos y lo que no, entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo equivocado. Mas, sea lo que se mueva - en la dirección que sea - es movido por esta fuerza. 

Si fuéramos capaces de entrar en sintonía con este movimiento y nos dejásemos sobrecoger por él, ¿qué ocurriría entonces en nuestro interior? 

Que nos pondríamos en relación y en equilibrio con Todo.

En sentido inverso, entramos en sintonía con este movimiento si amamos por igual a todo de manera semejante, si lo amamos tal y como es, exactamente como es. 

Amar a cada ser humano exactamente como es, amarnos a nosotros mismos tal y como somos y a nuestros progenitores como son y a nuestra pareja exactamente como es. 

Esto es el Amor del Espíritu, un amor completamente diverso a los demás tipos de amor, un tipo de amor muy vasto y, para ser precisos, un amor infinito.

Trabajando con constelaciones familiares, muchos se mueven en el ámbito del amor del alma, en el ámbito de la compasión, en el de la conmiseración, o incluso en el de la negación:

 Sería amar en exclusividad una cosa, de manera que con el fin de amar otra diferente llegásemos a escindirnos de aquello que amábamos en principio, moviéndose este amor en la esfera de la conciencia, porque únicamente en este contexto podemos amar a unos y a otros no. 

Y si lo observamos atentamente, todos los conflictos, así como todas las rivalidades, provienen del ámbito de la Buena Conciencia. 

Me explico:

 La función primaria o el propósito principal de la buena conciencia es el de hacernos permanecer ligados a nuestra familia de origen. 

Puesto que la conciencia pivota sobre dos sentimientos: el de Inocencia – que representa la Buena Conciencia -, y el de Culpa, que viene representada por la Mala Conciencia.

Y, ¿cuándo sentimos Mala Conciencia?

Cuando hacemos algo que pone en peligro nuestra pertenencia a nuestro grupo familiar. De manera que el sentimiento de Culpa quiere decir: 

“Tengo miedo a perder mi derecho a pertenecer”.

Esto es lo más relevante con respecto a la Culpa, de tal modo que, desde el momento en que amamos a nuestra pareja, la cual no pertenece a nuestro sistema familiar - al tiempo que posee otras actitudes -, desde ese momento, el hecho de estar a su lado y relacionarme con ella, me conduce a un sentimiento de culpa.

Por lo anterior, os propongo probar a chequear lo siguiente:

Poseemos una conciencia diferente a la hora de relacionarnos con nuestro padre con respecto a la que tenemos con respecto a nuestra madre. 

De modo que para asegurarnos la pertenencia a nuestra madre tenemos que comportarnos de manera diferente que como lo haríamos para pertenecer y permanecer junto a nuestro padre. 

Y al desarrollar una actitud con nuestra madre que resulta ser afín a las actitudes de nuestro padre… entonces tenemos mala conciencia. 

Igualmente, si nos comportamos con nuestro padre con las actitudes que desarrollamos para pertenecer a nuestra madre, entonces nuestro padre nos diría: “¿qué te sucede, hijo?” Prácticamente nos sentiríamos como si nos rechazara.

A través de estos ejemplos podemos observar de manera sutil cómo funciona esta conciencia.

Por extensión y, al entrar en contacto con otros grupos ajenos, el sistema familiar crea límites, delimita y se delimita, llegando incluso a combatir lo externo, por ejemplo, en el caso de una guerra.

Entrando en confrontación, el sistema familiar consigue hacer prevalecer su Buena Conciencia, pues solo actuando con buena conciencia encuentra la fuerza para destruir a los demás.

Todo lo cruel que sucede en una guerra tiene lugar y se impulsa desde la buena conciencia.

Durante una guerra, y, cuanto más se haya matado, se da un tipo de orden, en el sentido de que se busca la constatación de si se es reconocido de un modo particular. En guerra, todos somos asesinos desde el momento en que recibimos las insignias por haber matado a otro, sintiéndonos orgullosos, con buena conciencia.

En Chile conduje una constelación. Alguien me dijo que su abuelo era un pirata. Lo escenifiqué. Tenía la pose de un héroe, tras lo cual hice aparecer representantes que figuraran a aquellos a los que el abuelo había matado. En ese momento y súbitamente al ver a las víctimas, quien representaba al abuelo se desplomó en el suelo. Pasado un tiempo, todos se encontraban en el mismo nivel, todos eran iguales…

He escrito un libro sobe “El gran conflicto”, en el que hablo de conflictos de este género, con la intención de arrojar luz sobre el nacimiento de los grandes conflictos desde la perspectiva de la Buena Conciencia [*N. del T.: Hellinger hace referencia aquí a su libro publicado también en 2006 en ed. Alma Lepik de Buenos Aires, con el título: “Después del conflicto, la paz”].

Pero volvamos al ámbito práctico de las constelaciones familiares.

Si alguien viene a exponernos un problema, realmente ¿cuál es el auténtico problema? 

Usualmente, el problema se resume en la actitud de confrontación con alguien. Es decir, contra alguien. Por ejemplo, contra nuestros padres: la cólera con nuestra pareja así como el conflicto que generamos en las relaciones con otras personas.

Todo se desencadena desde la buena conciencia, ya que, tácitamente el cliente viene a decir: “Yo soy mejor, y los otros son peores”.

Éste es el verdadero problema.

Por otra parte, resulta ser un problema bastante habitual.

Pero, ¿cuál sería entonces la solución?

La solución radica en unir a los que estaban separados. Volverlos a unir. Reunirlos…

Aunque tampoco suele funcionar, a tenor de la práctica de muchos consteladores… ¿Y cuál es la razón de ello? La razón radica en que el constelador permite al cliente el rechazo de una tercera parte y, desde este momento, se asocia con él en un movimiento que corresponde prácticamente y en su mayor parte con el movimiento que suscitó el conflicto original. En consecuencia el problema se va agravando, en vez de hallar una solución. Y aquí podemos observar hasta qué punto resulta peligrosa la buena conciencia, así como cuán peligrosa resulta en el terapeuta o para alguien que facilita ayuda.

De manera que, para encontrarse en un orden de ayuda es necesario que nos situemos en el nivel del Espíritu, porque el nivel del Alma es el nivel de la conciencia.

En el Amor del Espíritu encontramos la fuerza para tratar a todos por igual. Por lo que, si topamos con alguien que se lamenta de su padre, puedo dirigirme inmediatamente con amor a ese mismo padre, y así ver actuar este impulso creativo. Y con este impulso, la actitud inicial de resistencia inmediatamente desaparece.

Tenemos la idea de que lo Bueno es Bueno y de que lo Malo es Malo.

Pero, ¿cuál de los dos posee la mayor Fuerza Creativa?

¿Lo Bueno, o lo Malo?

Pongamos al Bien en una escala porcentual, y pasemos a percibirlo.

Por ejemplo, en una escala sobre 100.

¿Podemos sentirlo?

Como máximo el 20%... Como máximo.

¿Y lo Malo?

¡…80!

Por lo tanto, ¿sobre qué actúa lo Divino?

¿Sobre lo Malo, o sobre lo Bueno?

Y, con respecto al crecimiento que tuvimos y tenemos que afrontar en determinados momentos: ¿cómo se efectúa ese crecimiento? ¿En base al Bien que recibimos o al Mal que tuvimos que soportar?

Cualquier crecimiento se realiza oponiendo o venciendo una resistencia.

Y, de igual manera, las constelaciones se oponen a una resistencia. Por lo que, finalmente, todas las resistencias que se revelan a lo largo de una constelación familiar vienen a apoyar y reforzar la propia constelación.

¿Qué fuerza si no resultaría sin estas resistencias?

¿Qué fuerza emergería sin estos errores?

Yo soy un poco filósofo. Considero las cosas al lado y a tenor de sus efectos.

Hace poco me planteé algunas cuestiones sobre lo que caracteriza al error.

Alguien dice por ejemplo: “esto es correcto y esto no”. O afirma: “esto es justo”… Esa persona no está en movimiento. Es más, se coloca fuera de un movimiento. Y, prácticamente, el único movimiento es el que se efectúa desde el exterior.

Si alguien, empero, se orienta en confrontación con eso que es “justo”, rápidamente tendrá la oportunidad de verificar que “lo justo” es algo equivocado. Pues todo movimiento resulta equivocado, porque no existe un movimiento “justo”.

Todo movimiento es finalmente incompleto. Porque si fuere completo no se movería. 

“Lo equivocado“ es lo que pone en movimiento al movimiento mismo.

De manera que los errores que cometemos en el transcurso de una constelación hacen que ésta progrese, por lo que la constelación familiar “correcta” no existe, sino que permanece en movimiento.

Errando tenemos la oportunidad de percibir el efecto de lo que ha cambiado, y solo si nos equivocamos podemos estar seguros del siguiente paso. 

Sin embargo, ¿sería este paso el correcto?

No. Seguiría siendo equivocado, pero equivocado de otro modo…

A partir de lo cual podemos probar a pensar en las imágenes de Dios. 

Cómo son… Cómo es…

¡Todo equivocado!

¿Cómo nos comportaríamos con respecto a Dios?

¡Todo equivocado!

En realidad, esto tampoco resulta relevante.

Porque, en el nivel del Espíritu, las distinciones entre el Bien y el Mal son irrelevantes. Prácticamente ridículas: lo correcto, lo incorrecto, lo justo, lo injusto…

¡Todo ridículo!

Si estamos en movimiento y prestamos atención a sus efectos, a lo que genera ese movimiento, a la información que se revela para seguir adelante… entonces crecemos. Y todos somos amados.

Porque cometemos errores.

Y, porque cuando se es justo, no se es amado.