Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Caminos hacia otra amplitud

La constelación medial, 2013
Extractos del libro

El Campo

Nuestra experiencia del campo es un límite. El campo tiene límites definidos que lo distinguen de otros campos, sobre todo en lo que produce. Del campo que nos pertenece y al que pertenecemos, recibimos el alimento que nos mantiene en vida. Por esto, nos entregamos a él. Lo sembramos y luego cosechamos su fruto, en el momento apropiado.

Para sobrevivir, un campesino cultiva varios campos a la vez, a no ser que se limite a un monocultivo que, al cabo de unos años, le retira el fundamento de su supervivencia.

El campo mórfico

Del mismo modo vivimos en campos mórficos, en varios a la vez, vinculados entre sí, y de los que sacamos la variedad de nuestro alimento sutil.

¿Qué es lo que mantiene nuestros campos mórficos en cohesión? Pues, por una parte es una memoria común, y por otra es una conciencia común. Aquel que desea asegurar su pertenencia a estos campos, debe someterse a algunas reglas fundamentales. Si se aparta de ellas, corre el riesgo de ser excluido de aquellos campos. A la vez, es fácil que un campo se vuelva un monocultivo y, en ese sentido, infértil.

¿Con qué está relacionado este desarrollo? Pues con el que la memoria de un campo determina lo que podemos entender y saber.

Rupert Sheldrake, que en nuestra época se dedicó de la manera más intensiva a los campos, que describió que incluso las leyes que atribuimos a la naturaleza son meramente memorias dentro de un campo, explicó también cuán lejos alcanzan las consecuencias de la memoria común de un campo mórfico.

La primera consecuencia es una interdicción de pensar. Aquel que piensa diferentemente de lo que autoriza esa memoria común, pone en peligro su derecho de pertenecer más adelante a ese campo. ¿Con qué efectos? Sólo tenemos que imaginarnos lo que le pasaría a un campesino si tuviese que abandonar sus campos, hasta ahora fértiles. ¿Adónde puede ir?

¿Acaso existe otro campesino al que se pueda dirigir, para intentar con él disponer nuevamente de los campos de él? ¿O tal vez ese nuevo campesino es lo suficiente generoso como para cederle, durante un tiempo, un campito en el que sembrar nuevos frutos, hasta que su futuro resulte asegurado, más fértil y más abarcador? ¿Acaso puede la memoria del campo aceptar la introducción de una nueva comprensión, así como borrar la anterior? ¿Acaso pueden, pasado un tiempo, algunos miembros del viejo campo interesarse por las nuevas posibilidades? ¿Surge entonces, de esta forma y paso por paso, un nuevo campo mórfico, que va dejando atrás el antiguo? ¿Acaso el antiguo disidente se torna pionero y lleva a muchos otros a una nueva amplitud?

Y sin embargo, aquí también se anuncia algo ya presente en el antiguo campo. Este nuevo campo desarrolla su propia memoria que, a su vez, determina lo que se puede pensar y hacer, a la par de una conciencia distinta. De esta forma, el viejo juego continúa con nuevas reglas.

(….)

Todo

Todo lo que hay está en mí. Está presente, tal como es, como era y como será. Puesto que yo estoy aquí, ese todo está también en mí, con todo lo que resulta de él, sin la diferenciación de bien o de mal, de mejor o de peor.

La pregunta es, ¿por qué me siento a veces inferior frente a otros u otro? ¿Por qué intento ser o volverme, de alguna forma, mejor o más que otros o que otro? ¿Por qué enfermo, en vez de estar sano? ¿Por qué busco deshacerme de algo o escapar de ello? Estando unido a todos igualmente, siendo uno con ellos ¿acaso puedo discrepar de otros, sea hacia arriba, sea hacia abajo, incluso cuando al final voy a parar siempre en lo mismo, así como es?

La otra pregunta es, ¿cómo puedo volver a encontrarme con el todo?

Lo encuentro pues, dentro de mi cuerpo.

Hace poco, experimenté en mí que en cada uno de mis dientes se revelaba una persona intrínseca a mí, una persona que alguna vez fui y aún soy. Así como se revela, se hace recordar. Y exige que la reconozca como siendo igual y equivalente, desde antes e incluyendo el ahora. A la vez, me doy cuenta que continuamente me la encuentro en otras personas, benevolente o rechazadora, y yo igual que ella.

Y me pregunto, ¿hacia dónde quiere ir esta persona? ¿Hacia quién debo y quiero ir, para ser el todo, por fin? Debo ir hacia aquellos que se apartaron de mí, y de los que me aparté yo, a sabiendas o no, puesto que hace mucho ellos desaparecieron de mi conocimiento y atención, y yo de la suya. Y sin embargo no se esfumaron de la vigilancia de mi cuerpo y sus síntomas. A través de él y de sus síntomas, aquellos me dan señales, irresistiblemente. Entonces, les ruego a mis síntomas, sobre todo a los que me acompañan hace mucho, “¡mostradme a dónde se os va la mirada! ¿Quién espera desde hace tiempo que yo también le mire a los ojos, le reconozca y le ame?”

De pronto surgen unos cuantos, innumerables, todos muy cerca.

En ese lapso de tiempo ¿dónde me encontraba yo, separado de todos ellos, aunque cada uno es parte de mí? ¿Dónde estaban ellos? ¿ Acaso era yo sólo un cabo de ellos, soberbio y vacío?

Ahora me vienen las lágrimas. Lentamente, a tientas, voy acercándome a ellos, a cómo eran y siguen siendo dentro de mí. Lentamente, les toco y me siento rozado por ellos, por cada uno de ellos, tal como es, por todos ellos porque con ellos me encuentro completo y unido.

Ahora me siento completamente en la vida, sin separación con algo Último, uno con ello. Con ello realizado, humilde, con amor.

La constelación medial

Desde un principio, para muchos de los que entraban en contacto con las constelaciones familiares, resultaba inexplicable ver cómo los representantes de miembros de la familia percibían de inmediato lo que sentían las personas a quienes representaban, a pesar de no saber nada de ellas. A partir de ahí, sin intervención de fuera, los representantes se movían en direcciones que traían a la luz de forma directa lo que acontecía en esta familia, por ejemplo, si alguien se sentía atraído por la muerte. Eso era el “milagro” de las constelaciones, sin que para el cliente y los participantes se hiciera claro lo que verdaderamente sucedía.

El resultado demostró que aquí entraban otras fuerzas en acción, mucho más allá de nuestra consciencia diaria, de nuestras imaginaciones y de nuestras intenciones.

Retrospectivamente, debemos reconocer que en estas constelaciones se trataba de un proceso medial, en el que los representantes y el constelador estaban tomados al servicio por otras fuerzas, de forma medial, siempre y cuando se dejaran llevar.

Esa manifestación medial estuvo a menudo marginada en un segundo plano, principalmente por los consteladores que empujaban las constelaciones hacia el ámbito de la psicoterapia, considerándolas como un método terapéutico más y queriendo mantenerlas en la dependencia.

Lo que esto significa precisamente, os lo aclaro en un ejemplo. La desviación de la dimensión medial de las constelaciones empezó cuando al cliente se le preguntaba cuál era su asunto. Como respuesta a la expresión de su asunto, el constelador tentaba hacerle justicia al asunto y encontrarle una buena solución. El constelador se volvía activo. Emprendía los pasos necesarios a su parecer, colocando por ejemplo en la constelación los miembros familiares que él consideraba importantes y cuyos representantes él disponía en relación los unos con los otros, permitiendo los movimientos que encajaban en sus propias imágenes.

Algo semejante sucedía con los representantes. Ellos también se orientaban por el asunto del cliente. Es decir que se dejaban guiar más por el asunto que por el movimiento interno, que también los tomaba al principio. En este sentido, se transformaban en co-terapeutas más que en representantes auténticos.

No cabe duda que se encontraron soluciones buenas y enriquecedoras para el cliente, pero siempre dentro de la consciencia habitual. La dimensión medial de la constelación familiar permanecía en segundo plano.

La constelación medial en detalle

Ahora os hablaré de las constelaciones mediales con ejemplos concretos. Empieza con la selección, en un grupo, de un cliente para una constelación. Es decir que el constelador pregunta a los participantes quién desea una constelación con él y está dispuesto para ello. El constelador mira al grupo y escoge a una de las personas que han levantado la mano, para sentarse al lado de él.

La selección de un cliente de esta forma es un primer acto medial. Sin siquiera mirar atentamente a los candidatos, ni dar a nadie la preferencia por criterios determinados o por predilección, el constelador se deja guiar como un médium por un movimiento interno, hasta percibir a quién puede o incluso debe escoger para este trabajo.

¿Cómo se verifica que se trata aquí de un proceso medial, teniendo en cuenta que el constelador no sabe nada del asunto de los que levantaron la mano? Se demuestra después de la constelación, que más allá del asunto de uno, la constelación fue significativa para todos los participantes.

Esto supone que el constelador está en sintonía, de una forma medial, con las fuerzas que se mantienen a disposición para ayudar a todos igualmente. Y se ve que todos los presentes son atraídos hacia el ámbito de la constelación, como si fuesen cogidos y llevados en el movimiento.

El paso siguiente

El paso siguiente pide del constelador la misma actitud. Se hace la pregunta: ¿Le hace falta a la persona escogida hacer una constelación habitual u otro procedimiento más indicado? Un ejemplo, a menudo el constelador- en este caso yo, Bert Hellinger- ni siquiera mira al cliente que se sienta a su lado. Le pide que cierre los ojos, él también los cierra. Y se adentra en un recogimiento profundo, esperando una señal desde otra dimensión. De pronto, le surge una frase, a veces sólo una palabra, sin que él entienda su significado. Entonces le dice al cliente esta frase o esta palabra, y le pide repetirla en su interior o decirla a alguien, en su interior. De repente, el cliente es cogido por un movimiento que pone algo esencial en marcha. A muchos participantes les sucede igual. También les abarca un movimiento interno y encuentran para sí un final, que termina con algo pasado y hace necesario algo nuevo. Aquí vemos cómo, gracias a un proceso individual, muchos participantes son tocados por un movimiento de sanación.

¿De dónde vino la frase? ¿Por qué le era difícil al constelador comenzar con una constelación? ¿Qué le obligó a esperar otra indicación? ¿Y por qué fueron muchos otros alcanzados por esa frase o esa palabra?

Esta frase y esta palabra surgían de una dimensión más allá de nuestra consciencia habitual, con sus imaginaciones y sus metas. Ellas eran una señal medial y una intervención medial.

Claro, se presenta la pregunta: ¿pueden los que practican y utilizan la constelación familiar, aprender y aplicar el procedimiento medial? ¿Pueden, como aprenden y aplican procedimientos concretos en una profesión, aprender y aplicarlos también? Aquí se les pide algo diferente, algo espiritual, que nos vincula con otro nivel de nuestro mundo, que nos manda una señal y nos exige algo.

Después de una frase así, habiendo visto el efecto que tuvo, el constelador pregunta al cliente cómo está y si esta frase le basta. A menudo es el caso. El cliente se levanta y regresa a su asiento, sin que el constelador le haya preguntado cuál era su asunto. Ambos han permanecido en otro nivel de la consciencia. Para ambos, otras fuerzas han intervenido, fuerzas mediales que, gracias a su efecto a nivel del espíritu, han alcanzado a muchos participantes de un modo sanador, mucho más allá del caso individual.