Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Culpables

Bert HELLINGER (2009)
PENSAMIENTOS DE REALIZACIÓN.
pp. 109-110.

“Solo podemos sentirnos culpables en nuestras relaciones de dar y tomar. Nuestros sentimientos de culpa regulan esas relaciones de una manera que conduce a un equilibrio entre dar y tomar. En esa medida sirven a la vida y también al amor.

Esa culpa actúa de modo ligero como sentimiento. Pasa en cuanto tomamos lo que nos es regalado y en cuanto damos, después de haber recibido algo de otros. Lo que hemos recibido de otros no nos deja en paz, porque nos sentimos acreedores de ellos hasta que les devolvemos algo a cambio. O si no se lo podemos devolver, lo transmitimos en su sentido y en consonancia con ellos. Entonces desaparecen de inmediato nuestros sentimientos de culpa y nos sentimos ligeros y libres. Es decir, que, en todo, ambos permanecen en el amor.

¿Pero qué sucede cuando no se alcanza un equilibrio? Por ejemplo, si le hemos hecho algo a alguien por lo que está enfadado con nosotros. O si alguien nos ha hecho algo por lo que estamos enfadados con él. En este caso empieza una lucha por el poder, por el predominio sobre el otro con la idea del derecho al desquite, donde uno es mejor, porque tiene razón, y el otro peor, porque no la tiene.

Pronto ambos tienen malos pensamientos y malos sentimientos. Esos sentimientos a menudo permanecen incluso cuando el otro ya ofrece una reparación. Porque cuesta entregarse a la igualdad y al amor entre los dos.

¿Dónde está aquí la solución? ¿Estamos dispuestos a renunciar a ese sentimiento de superioridad aparejado con el sentimiento de tener razón de manera que el otro pierda su sentimiento de culpa?

¿También a la inversa, por supuesto, cuando el otro renuncia a su sentimiento de superioridad y, con él, acaso incluso a su exigencia de reparación, si está dispuesto a volver a encontrarse con nosotros de persona a persona, igual a nosotros en todo, incluso con esa culpa?

Solo si ambos se sienten igualmente humanos, igualmente justos e injustos, dependiendo igualmente el uno del otro e igualmente dispuestos para un futuro común puede volver a empezar el amor y con él el intercambio de dar y tomar. El intercambio con aquella culpa leve que enriquece a ambos. Esta culpa une donde la otra separa.

En el Padrenuestro se describe ese proceso aplicado aquí a nosotros los humanos de igual a igual: “Perdona mi culpa como yo también perdono la tuya. Entonces ambos vuelven a ser iguales también ante Dios.”

LA ECUANIMIDAD

“Ecuanimidad significa que tengo el mismo ánimo para cosas diferentes. Significa también que me es igual qué reclama mi ánimo. Me enfrento a una cosa y otra con el mismo ánimo. Por eso ni prefiero lo uno a lo otro, ni me aparto de lo uno o de lo otro. Regalo a ambos el mismo ánimo. Por eso no me intranquiliza ni lo uno ni lo otro. Ante ambos me mantengo recogido del mismo modo y en consonancia con ellos.

Alcanzo esta ecuanimidad si me encaro con todo de la misma manera. Terminan aquí las diferencias y lo desigual.

Gracias a la ecuanimidad permanezco recogido de manera apacible, porque nada puede desviarme ya de esa serenidad.

La ecuanimidad es un movimiento divino, y en ella se termina toda diferencia. Ya por el mero hecho de que la diferencia se interpondría entre su movimiento de amor a todo por igual.

En la ecuanimidad nos hacemos uno del modo más amplio con ese movimiento de amor, plácidamente uno, serenamente uno, ecuánimemente uno. En la ecuanimidad somos uno con lo divino.”