HELLINGER EN LONDRES 2008,
Ver 2ª parte
Si miráis a lo que mencioné anteriormente, a los movimientos del espíritu, podríamos decir que son movimientos de algo divino, aunque no sepamos nada acerca de ello. Pero los podemos observar, y notar que son movimientos de amor hacia todo tal como es.
Ahora bien, todas las religiones, todas las imágenes que tenemos acerca de Dios, son movimientos de exclusión. En todas las religiones, cristianismo, islam, incluso en el budismo, hay los que son elegidos bajo ciertas condiciones con las que tienen que cumplir, y otros que son excluidos. Esta imagen es contraria a todo lo que podemos imaginar de Dios, completamente contraria. Todos los santos de antaño se atormentaban constantemente. ¿Qué les atormentaba? La imagen que Dios pudiera tener de ellos. Todos sus esfuerzos están al opuesto de las imágenes creativas que Dios pueda tener de cada uno de ellos, tal como son.
Recientemente, tuve una comprensión extraña. ¿Queréis que os diga algo sobre el paraíso? Claro, he estudiado la Biblia y la teología durante mucho tiempo. Pero nunca se me ocurrió cuan extraña es esta historia del paraíso. Adán y Eva fueron expulsados del paraíso. ¿Por qué? Porque comieron del árbol del conocimiento, que les estaba prohibido. La serpiente los sedujo para que comieran de este árbol. Ahora bien, ¿de qué conocimiento se trata? El conocimiento del bien y del mal. ¿Era esto una comprensión, o era esto un conocimiento, o era esto una tentativa de alzarse por encima de Dios, para quien no puede haber distinción entre bien y mal?
Por lo tanto, por este conocimiento erróneo, se vieron expulsados del paraíso. Claro, porque ahora tenían el conocimiento del bien y del mal, rápidamente se dio el primer crimen. Caín mato a su hermano Abel. ¿Por qué? Porque Caín suponía que Dios prefería a su hermano, por la diferencia que él mismo hacía entre bien y mal. La atribuyó a Dios y así ocurrió el primer crimen. Y todos los crímenes del mundo, todas las guerras se originan en esta distinción entre bueno y malo.
He vuelto a encontrar el verdadero conocimiento acerca de esto, y es que no hay diferencia entre bien y mal. Las nuevas constelaciones que demuestro aquí testifican que no hay diferencia, que las personas son reunidas por el movimiento del espíritu, haya pasado lo que haya pasado.
¿Qué hago entonces? Doy un toque en la puerta del paraíso, y un árbol se abre…. ¿Me podéis seguir? Ahora, lo que nos queda es practicarlo. En el paraíso hay otro árbol más, el árbol de la vida y aquel nos es accesible, ahora, en cuanto dejamos atrás la distinción entre bien y mal.
Ahora, cuando trabajamos con la enfermedad, la tentación de sentir lástima y querer ayudar es mayor. Es necesario un coraje especial para resistirse. Cada persona tiene su destino particular, movido por el espíritu. No tengo que interferir, solamente acompañar estos movimientos mientras tenga permiso de hacerlo, pero no más lejos.
Cerráis lo ojos y nos adentramos en nuestro cuerpo… y sentimos dónde en él algo parece faltar, como si hubiera un hueco que busca estar lleno.
No tenemos que interpretar esto, solamente sentimos que algo está faltando. Y os abrís para recibir aquello que parece faltar ahí, sea lo que sea, sea quien sea, en vuestra propia vida o en vuestra familia…y acogéis de regreso lo que faltaba, lo que no tenía sitio dentro de vosotros o en vuestra familia… y sentís la diferencia en vuestro cuerpo….
Quiero decir algo sobre la salud. Tenemos la idea de que la enfermedad está en el presente y la salud en el futuro. Pero, ¿dónde se encuentran las cosas importantes? ¿En el futuro? ¿Viene la salud después que hayamos recorrido un camino del principio hasta su término? ¿Está el cumplimiento al final?
Pensé entonces en un recién nacido. Lo tiene todo, nada le falta, despliega y desarrolla lo que ya tiene…. ¿puedo seguir?....al continuar su desarrollo, algunas cosas se quedan atrás. Por lo tanto, cuando nos desarrollamos, nos volvemos menos, en cierta forma. Y la enfermedad es una manera de volverse menos. ¿Me podéis seguir? ¿Cuál sería el procedimiento, entonces?
Cuando estamos enfermos, ¿nos movemos hacia delante o hacia atrás? ¿Hacia el principio, donde todo ya está presente? ¿Cómo recobrar la salud? Vamos a hacer un ejercicio, cerrad los ojos.
Pensad ahora en un órgano que no funciona bien, el corazón, el pulmón. O tal vez hay un problema en el riñón o en los huesos o la digestión… lo miráis tal como es ahora, el corazón por ejemplo, y miráis luego a vuestro corazón tal como era cuando latió por primera vez. Había entonces una fuerza total, desde el principio. Id a ese tiempo, en aquella fuerza total de vuestro corazón. Conectáis vuestro corazón actual con el del principio, toda la fuerza disponible está ahí. Y sentís el efecto sanador del principio, para lo que pasa en vuestro cuerpo ahora….
Claro, miramos el comienzo con alegría, con gratitud, y dejamos que el pasado actúe en el presente, una acción sanadora en el presente.
Os daré unos ejemplos más para familiarizaros con el procedimiento. Si por ejemplo, lleváis gafas, os imagináis el tiempo en que no precisabais de ellas y os vais ahí, y pedís a vuestro cuerpo de aquel tiempo que tome efecto en el aquí y ahora, de modo que la vista es cambiada por lo que era posible antes, es reorganizada y puesta en marcha de nuevo para superar las limitaciones actuales. Estos son ejercicios que no hacen daño, nunca. Es una cuestión de adherir a ellos. Yo también hago esto. Puse de lado mis gafas hace 3 semanas y veo mejor que nunca. Lo mismo para otras dificultades como caminar, regresáis al tiempo de antes, en que todo estaba bien. Es una hermosa perspectiva para ayudarnos y ayudar a otros.
Este tipo de trabajo es aplicable a diferentes ámbitos, en la educación, en escuelas, en las relaciones entre padres e hijos, con hijos problemáticos, en el ámbito de la salud y en el negocio, si hay la necesidad de tomar una decisión importante respecto a la profesión. Para el éxito, existe una comprensión importante, y es que… ¿debo decirlo realmente y molestaros?... pues, el éxito tiene el rostro de la madre. Así como os relacionáis con vuestra madre, así os relacionáis con el éxito. Entonces, sabemos lo que tenemos que hacer. Lo menciono aquí para daros una idea.
Ahora trabajaremos. Yo pregunto: ¿quién quiere trabajar algo? Y no mencionáis de qué se trata.
Una mujer se sienta al lado de B. Hellinger, las piernas cruzadas y ambas manos entre los muslos.
Hellinger: Me has dado una señal muy clara….., así como al grupo…. que no tengo ninguna posibilidad… mírate….todos lo ven salvo ella…
Al grupo: Si un cliente viene hacia vosotros y se sienta así, lo podéis olvidar… Ésta es la señal (indicando las piernas y manos)….
Participante: entonces, ¿me veré excluida?
Hellinger: Tomo las señales del cliente muy en serio. No entro en un juego. Si hubiera intentado empezar el trabajo ahora, habría entrado en un juego.
La mira detenidamente.
Participante: ¿Me voy a mi sitio?
Hellinger: …Ésta es la segunda parte del juego…larga mirada de ambos…Esto es un seminario de formación. Por lo tanto, explico ciertas cosas. Ahora bien, la forma en que me trata es la forma en que trata a su madre…por lo tanto, no me siento ofendido porque quiero a tu madre, quiero a todas las madres por supuesto.
¿Qué haré ahora, pues?
Participante: No sé qué hacer…así que no sé…
Hellinger: Ésta era la tercera parte del juego. Te he dado tres oportunidades, te las perdiste las tres. Entonces, lo dejo aquí.
La participante regresa a su sitio.
Hellinger: Se puede decir que le debemos un agradecimiento a ella, porque nos brindó una buena enseñanza. Tuvisteis la oportunidad de ver algo que es frecuente encontrar.
Más tarde…
Hellinger: Vemos que existen movimientos del espíritu, que actúan otras fuerzas que no están en nuestro manejo. Debéis entrar en resonancia con todo. Luego sabemos exactamente dónde está el acceso seguro y dónde está el fracaso inevitable.
Hablaré de la ayuda. Ayudar tiene buena fama en nuestra sociedad. Muchas personas utilizan su profesión para hacer esto. Muchos de los que se hacen psicoterapeutas, trabajadores sociales o médicos, desean ayudar a otras personas. Algunos de ellos están entre nosotros aquí. Ahora bien, si miro a las familias de los que quieren ayudar, observo que ellos tienen a una persona en su familia a la que quieren salvar. En regla general, es la madre. Sin embargo, un hijo no puede salvar a ninguno de sus padres, porque esto se encuentra en oposición a un orden fundamental del amor. Ese orden nos dice que hay una jerarquía en toda relación, en la familia, en cualquier grupo. Es decir que los que llegaron antes tienen preferencia sobre los que llegan después. Por lo tanto, los padres están siempre por encima de sus hijos. Están primero, y los hijos luego.
Bajo la influencia de la conciencia, muchos hijos quieren salvar a sus padres u otra persona de la familia, por amor. En su corazón dicen una frase radical: “muero en tu lugar”. Esto nos demuestra que toda violación de este orden está castigada por la muerte, lleva a la muerte. En sus corazones, está el deseo de morir. Para salvar a la madre, para evitar que ella se vea llevada a la muerte, los hijos dicen: “yo en tu lugar”. Es algo muy común. Estos intentos siempre fallan. Se requiere una purificación interna para renunciar a ayudar. Una de las frases que ayuda a separarlos: “yo aquí, tú ahí”. Es una separación clara. Luego, no interfieren más en el destino de la madre o del padre. Cuando no logran ayudar dentro de su familia, quieren ayudar fuera. Se vuelven ayudadores. Si observáis, la imagen es que ellos son padre o madre, y los clientes son niños. Pero en verdad, el cliente es la madre y el ayudador es el niño. Necesitan a un cliente para salvar a su madre en su corazón. Tampoco lo logran, obviamente. Ese tipo de ayuda tiene un precio alto, el burn-out. Lo encontráis solo ahí donde un niño quiere ayudar a un cliente, como si el niño quisiera ayudar a su madre o a su padre que ve en el cliente.
Es la dinámica de base detrás de la ayuda. La encontráis obviamente entre los que hacen constelaciones…Ahora bien, algunos de ellos han sido formados en psicoterapia y dicen: El Sr. Hellinger no tiene compasión por el cliente. Es tan abrupto, trata mal a la gente, nosotros lo hacemos mejor.
Exagero por supuesto, es necesario en este tipo de enseñanza, pero no obstante podéis observar esta dinámica en todas partes. Si el ayudador tiene, de lo contrario, la actitud de “yo aquí, tú ahí”, y si llega a conectar y a sintonizar con la madre o el padre del cliente con profundo respecto, poniéndose en el último lugar, aquel ayudador tiene mucha fuerza. Y en cuanto el cliente se mueve hacia su conexión con su madre y su padre, el trabajo está hecho. Muy rápidamente. Y no hay necesidad de más trabajo.
Lo que acabo de decir con respecto a la ayuda, lo podéis observar en la vida de las personas. Claro, tenemos experiencia propia, todos nosotros. Y me incluyo también, me he movido en ese ámbito durante muchos años.
Ahora miráis a aquellos que os causan preocupación, por ejemplo una pareja, o un hijo. Y queréis ayudar y cambiar algo. Imaginadlo, de manera clara. Comprobad qué sentimiento tenéis realmente, qué edad tenéis con este sentimiento. ¿Sois un adulto, o estáis con ansiedad, como un niño tratando de salvar a alguien, que en vuestra mente tiene el rostro de vuestro padre o madre, u otra persona en la familia? Y decís: “Yo aquí, tú ahí”. Y os retiráis, os dejáis crecer hacia vuestra fuerza plena. Sentís la diferencia en vuestra alma y sentimientos. Si miráis a esa otra persona, veis también la diferencia en ella. Así, cada uno queda libre del otro.
Cerráis los ojos…. Imagináis que estáis de pie frente a vuestra madre…. Ahora, entráis en la mente y el cuerpo de vuestra madre……. y miráis a vosotros mismos desde la posición de vuestra madre…..Sois ahora vuestra propia madre y, como tal, miráis al niño, vosotros………
Esto abre nuevas perspectivas. Nadie conoce a su padre o a su madre, nadie. Os diré algo más sobre las madres. Todos nosotros tememos a nuestra madre. ¿Qué tememos? Nos asusta su grandeza, no la aguantamos, luego la descartamos porque su grandeza es demasiado para nosotros….
Entendí la grandeza de las madres, y de la mía, cuando entré en el ámbito del espíritu. Lo que es el espíritu, no lo sabemos, es solamente un término, no podemos entender lo que es, únicamente podemos ver los efectos de un movimiento creador. ¿Dónde se revela de la más hermosa manera este movimiento? En la madre. Con ella es donde lo podemos percibir, con la madre, con toda madre. A ese respecto, no hay madres distintas. Todas son tomadas al servicio del espíritu. No tienen elección. Son movidas por ese espíritu. Y lo que las llevó a ser nuestra madre es un movimiento del espíritu. No importa cómo se hicieron madres.
Cerrad los ojos un momento.
Veis que vuestra madre estaba al servicio de otras fuerzas grandes, una fuerza divina, una fuerza creadora. Cuando nuestra madre fue llevada a conocer a nuestro padre, ambos estuvieron abarcados en un movimiento para nosotros, un movimiento creador. Fueron juntados, y no importa de qué manera, eso no hace la diferencia. Lo que hicieron como hombre y mujer en su amor, es una revelación de una fuerza creadora mayor, y todo lo conectado con eso es una forma de adoración, la adoración más abarcadora posible.
A veces decimos: ”Estaban apasionados, su pasión los juntó”. Esta pasión es un movimiento divino. Por ser irresistible demuestra que era un movimiento divino. Así, se unieron como hombre y mujer. Nuestra madre quedó embarazada. Y de ahí en adelante, dejó de estar libre. Algo cambió para toda su vida. Estuvo al servicio de la vida, de nuestra vida, con todos los riesgos implicados, el riesgo de su propia muerte. No hay mujer que se vuelva madre sin el riesgo de su muerte.
Por eso, nos resulta difícil mirar la grandeza de nuestra madre cuando asintió, de muchas maneras, a estar al servicio de nuestra vida.
Ahora la miramos, y miramos más allá, viéndola conectada con algo infinito. Nos inclinamos ante ella y le decimos así como a esta fuerza grande actuando detrás de ella: “sí a nuestra madre tal como es, sí a nuestro padre tal como es, sí a nosotros tal como somos”. Con este sí, estamos dispuestos y capaces de servir la vida así como lo hicieron ellos. Ahora estamos en sintonía con la totalidad de la vida tal como es y sabemos lo que significa ser feliz.
Las madres hacen feliz, la relación con nuestra madre, diciéndole sí, nos hace feliz.
Os diré un secreto acerca de este trabajo. Finalmente, una vez conectada una persona con su madre, el trabajo está hecho. Todo lo demás es de poca importancia. Una vez lograda esta conexión, lo podéis hacer todo.
Tengo una observación para compartir: los que tienen una conexión estrecha con su madre, ¡sus rostros brillan!