Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































El amor total (tercera parte)

Frankfurt, octubre 2010

Movimiento interrumpido con la madre

Os voy a contar una historia. Solo pueden entenderla los que son de Baviera. (Se ríe).

Entonces, alguien compró un burro joven y enseguida empezó a prepararlo para la vida dura. Le ponía pesos grandes encima y a veces el burro se derrumbaba bajo este peso. Y algunos lo compadecían mucho. Por supuesto, algunos terapeutas lo compadecían y querían hacer algo bueno para él. Uno quería darle algo de comer, entonces el burro le mordió la mano. Otro quería acariciarlo, pero el burro le dio una patada. Entonces dijeron “¡Qué burro!” Y lo dejaron en paz. Sin embargo, a su amo le comía de la mano, incluso si solo era paja. (Hellinger riéndose). Y el dueño decía, “Es el más burro que he visto nunca”. E incluso le puso un hombre particular, “I-A” . (Riéndose) Y alguien quería saber qué significaba, entonces el amo dijo: Aquí, en Bavaria, todos saben lo que significa I-A. 

¿Os lo traduzco? ¿Está claro?

Entonces trabajemos más. ¿Qué historia he contado? Historia sobre un burrito que no tenía madre. Sin la madre nos hacemos… bueno, no lo voy a decir.

Me gustaría moverme más en estos planos básicos donde se trata de nosotros y nuestra madre. Lo sorprendente es que la mayoría de nosotros no sabe nada de su madre, no saben nada de su grandeza. No saben nada sobre lo más cercano a ella y de su conexión con lo divino. Quien no entiende a su madre, no entiende nada de la divinidad. Quien rechaza a su madre, rechaza la vida. La vida que nos fue regalada por otra fuerza y rechaza el amor de Dios.

¿Y quién más rechaza a la madre? ¿Debo decir todo esto? Los santos. ¿Y quién grita por la madre? El que peca. Sí, esto pone muchas cosas patas arriba. Y ahora podéis sentir dentro de vosotros la verdad que se revela en eso.

Entonces, todo lo que lleva más lejos originalmente viene de nuestra madre. 

¿Y cómo encontrar el camino de vuelta hacia ella? ¿Somos capaces de hacerlo solos? No. Y éste que perdió su conexión con la madre, ¿está furioso por eso? No. Esto es destino. Hay una observación importante. De momento me voy a mover por lo que está en primer plano. Muchas de vosotras sois madres y muchos de vosotros sois padres. Con frecuencia se sorprenden cómo los niños se comportan en relación con ellos y cómo todo lo que planificaron para ayudar al niño, no ayuda. Se experimentan a sí mismos frente a los niños como los que no pueden. Y los niños también se sienten así. Se sienten impotentes frente a la madre. 

¿Cuál es la causa? La causa es el movimiento primario hacia la madre interrumpido.

Entonces, prácticamente cada uno de nosotros vivió la ausencia de la madre cuando la necesitábamos. Por ejemplo, cuando estaba enferma y cuando el niño fue entregado por algún tiempo para que ella pudiera descansar. Y los padres querían el bien para este niño. Y cuando el niño volvió y ya no quería ir más hacia la madre. Esto fue el dolor de la separación. Y fue tan grande que decidimos nunca más ir hacia ella. Y no importa lo que la madre o el padre intentaran, el niño estaba cerrado. Cerró la puerta.

Cerrad los ojos.

Ahora mirad dentro de vosotros y comprobad dentro de vosotros mismos cuántas imágenes tenéis acerca de vuestra madre. Imágenes que están relacionadas con su sentimiento. ¿Qué sentimiento? ¿Es un sentimiento de amor? ¿O es una imagen que acusa a la madre? ¿Imágenes que le reprochan algo? ¿Le quitan algo? ¿Interiormente le imponen ser diferente de cómo es, o como fue? ¿Cuántas imágenes son?

Y ahora comparad con lo que vuestra madre ha hecho por vosotros con amor durante tantos años. Olvidándose de sí misma, siempre para vosotros mientras erais pequeños. Siempre preocupada, día tras día, os mantenía vivos alimentándoos. Con frecuencia con amor, todo lo que tenía que dejar solo para vosotros. 

Y ahora situad estas imágenes una cerca de la otra, estas que creasteis acerca de ella. ¡Qué estúpido es esto, ridículo! ¡Qué usurpación más grande se esconde detrás de estas imágenes! ¿Qué van a justificar estas imágenes? ¿Qué le han hecho a ella? ¡Qué dolor le causaron! ¡Qué burros hemos sido! Aún seguimos siéndolo. ¿Y las madres? Están presentes todas tal como son, tal como fueron. Ellas están con amor. Ninguna madre es capaz de olvidar a su hijo.

Siento cómo este espacio se llena con su presencia. Todas grandes y nosotros, frente a ellas, pequeños. Y ahora abrimos nuestro corazón, aunque solo sea una pequeña grieta, para nuestra madre, para su amor. Y sentimos cómo actúa dentro de nuestro cuerpo.

Ok.

Voy a conduciros paso a paso hacia la solución que supere esa antigua grabación. ¿Estáis de acuerdo? Bien.

Todavía quiero decir algo sobre el funcionamiento de esta interrupción temprana. Esta interrupción temprana es un trauma. ¿Y los efectos? Son exactamente efectos de este trauma. Y lo que es más cruel, este trauma actúa durante toda nuestra vida. ¿En qué consiste? Cada trauma nace porque un movimiento no podía seguir. No importan los motivos. Entonces, el movimiento hacia la madre no puede seguir. Y luego en nuestra vida se relaciona con todos los movimientos hacia otras personas. 

¿Qué queda entonces de la plenitud de la vida?

En constelaciones familiares podemos observar cómo este movimiento primario hacia la madre tiene un efecto sobre la relación de pareja. Cuando queremos ir hacia nuestra pareja con alegría y bondad, incluso cuando solamente queremos entrar en este movimiento, de repente nos paramos. Este movimiento hacia la pareja está interrumpido en el mismo grado como aquel hacia la madre. Cuando tenemos hijos y queremos dirigirnos hacia ellos, este movimiento comienza y se interrumpe. Cuando en nuestra profesión queremos iniciar algo para servir a los demás, este movimiento se interrumpe y conduce al fracaso. Se refiere a todos los campos. Y lo observo en relación con la neurosis, que en psicoterapia, sobre todo en el psicoanálisis, juega un papel importante. Se han escrito libros gordos sobre neurosis. He leído algunos pero no he comprendido nada. ¿Alguien comprende ya algo de la neurosis? ¿Alguien ha leído un libro grande sobre neurosis? Porque lo que es más importante se mantiene escondido. La neurosis es un problema de relación. 

¿Es interesante lo que estoy contando sobre este tema?

Entonces, el que sufre neurosis empieza el movimiento hacia alguien y luego se para. Se detiene en aquel punto donde entonces también se paró el movimiento, y en vez de seguir adelante, da vueltas. Cada vez vuelve al mismo punto, se para, y otra vez da una vuelta. Hace un círculo. Gira una y otra vez y no es capaz de romperlo. Esto es la neurosis.

¿Y cómo se libera? El movimiento debe pararse en el punto donde se paró y, en vez de repetir este círculo, ir a este punto y dar un pequeño paso hacia adelante. Un pequeño paso. Y de esta manera aprende a romper este círculo neurótico.

Hablo demasiado, ¿no? Pero no soy el que detiene el movimiento hacia algo y da vueltas. ¡No! ¡Voy a hacer más! ¿Debo hacerlo? La solución nos lleva al punto de parada.

Cerrad los ojos.

Entonces volved a aquel punto en el cual sentís que vuestro movimiento hacia la madre se paró. Y ahí paraos. Mirad ahora a vuestra madre, mirad a sus ojos, solo a sus ojos. Y, cuando solo miráis a los ojos, sentís cómo las imágenes interiores que creamos acerca de ella van a un segundo plano. Entonces mantenemos el contacto visual y no nos movemos. Tampoco se mueve la madre. No ayudaría nada. Solo nosotros podemos movernos hacia ella. A la vez sentimos miedo y recuerdo del dolor cuando no podíamos ir hacia ella. Y mirándola así damos un pequeño paso hacia ella. Un pequeño paso, y esperamos un tiempo hasta que tengamos suficiente fuerza y amor, y se concentren en nosotros. Y mirándola damos otro pequeño paso. Y otra vez esperamos, suficientemente hasta que de nuevo un pequeño paso hacia ella sea posible. Démonos el tiempo completo. Y otra vez damos otro paso hacia ella hasta que, al final, nos encontremos en sus brazos abiertos, por fin, de nuevo, en casa.

(Silencio)

Tantas madres se alegraron. Tenemos que hacer algo práctico. ¿Estáis de acuerdo? ¿Hay alguna pareja aquí que quiera trabajar conmigo?

Hellinger a la pareja: Poneos uno frente al otro.

Hombre y mujer se miran sin moverse.

Hellinger al público: ¿Quién tiene el movimiento interrumpido? Ambos. ¿Podéis imaginaros cómo se sienten ellos en su relación de pareja si ninguno se atreve a ir hacia el otro?

Hellinger al hombre: Siéntate a mi lado. (Al público) Necesito una mujer. (A la mujer que entra al escenario) Ponte en frente de ella. Eres su madre. 

Hellinger se dirige a la mujer: Mírale a los ojos.

Ambas se miran. La mujer da un paso y se pone de rodillas y también la representante de la madre. La madre tiene los brazos abiertos, acoge a la hija. Ésta se deja abrazar.

Hellinger dice a las mujeres: Quedaros como estáis. (Dice al hombre) Ahora tú ponte en aquel lado. Ahora otra vez necesito una mujer. (Dice a la mujer que se ha presentado)Ponte frente a él. Eres su madre.

Se miran.

Hellinger: Él tuvo un trauma. Algo le pasó.

El hombre cierra los ojos.

Hellinger: Mantén los ojos abiertos. Mírala a los ojos. Deja esas imágenes viejas. Sólo mira a los ojos de tu mamá y respira profundamente. Cada vez, mirándola, da un pequeño paso hacia adelante, solo unos centímetros. 

La representante de la madre se acerca al hijo. Paran ambos y siguen mirándose. Tras un tiempo Hellinger se levanta, se acerca al hombre y le da un golpe en la espalda. Este da un paso y se para. Hellinger de nuevo se levanta y le da otros tres golpes seguidos en la espalda. El hombre empieza a dar pasos hasta que consigue coger las manos de la madre. Ésta llora. El hijo se pone de rodillas. La madre solloza y acaricia la cabeza del hijo. Luego se tranquiliza. El hombre sigue con la cabeza apoyada en el vientre de la madre.

Hellinger dice al hombre: Dile a tu madre, “ahora he vuelto”. Mírala.

El hombre se incorpora y mira a su madre.

Hellinger: Ok. Ahora levantaos todos. (Dice a la pareja) Poneos uno frente al otro y las madres que se sitúen detrás de los hijos.

Hellinger se dirige a la pareja: Y ahora lo hacéis exactamente como con la madre. Un pequeño paso hacia delante. Os miráis a los ojos y olvidáis las imágenes antiguas. Todo es nuevo. Como el primer día.

El hombre y la mujer se sonríen mutuamente. Se acercan.

Hellinger: Que uno diga al otro, “Querido corazón”.

Se miran y se acercan aún más uno al otro.

Hellinger sonriendo: Ahora se empieza.

El hombre y la mujer ya están muy cerca el uno del otro.

Hellinger: Y cada uno dice al otro internamente, “Gracias”, “ahora te tomo, plenamente”; “ahora estoy aquí”. Todavía un pequeño paso y miraos a los ojos.

Se miran y sonríen. Se toman de las manos.

Hellinger: “Sí, ahora te tomo tal como eres”. Y todavía un pequeño paso.

Se abrazan.

Hellinger: Ahora está completo. Ok. Gracias a todos.

(Al público con risa) Ahora se sientan uno al lado del otro. 

¿Qué he hecho con ese golpe? Él estaba muerto. Le devolví a la vida. ¿Ayudó? Sí, pero hay que saber cómo hacerlo para no romper la columna. A veces un golpe así despierta.

Cerrad los ojos.

Miremos ahora nuestra relación de pareja, a nuestra pareja. E imaginemos que, como lo hemos visto aquí, estamos frente a nuestra pareja y él o ella frente a nosotros. Y esperamos que se inicie por sí solo un movimiento. O no se inicie. Y lo comparamos ahora con el movimiento hacia la madre. Nuestro movimiento hacia la madre o nuestro movimiento interrumpido. Y su movimiento hacia la madre o su movimiento original hacia la madre interrumpido. ¿Cuál de vosotros está quieto en vez de ir hacia el otro? ¿De quién el movimiento hacia la madre está interrumpido? 

Y ahora confío que este movimiento se deja poner en marcha de nuevo en nuestra pareja y en nosotros mismos. Y ahora, primero miremos a su madre y tomémosla en nuestro corazón. Profundamente en nuestro corazón. Nos ponemos frente a nuestra pareja, lo tomamos de la mano y junto a nuestra pareja nos dirigimos hacia ella. Juntos miramos a sus ojos, mucho tiempo y profundamente. Y juntos damos este primer pequeño paso hacia ella, con amor. Y luego otro, según nos permita nuestra fuerza. Y otra vez un paso. Y otro, hasta que encuentre el camino hacia su madre.

Y ahora nos ponemos detrás de nuestra pareja y le apoyamos estando atrás hasta que llegue. Y su madre nos dice, “Gracias”. Y él o ella se gira hacia nosotros y también nos dice, “Gracias”. Y ahora juntos dais la vuelta, tú y tu pareja, hacia tu madre y le miráis a los ojos con tiempo y profundamente. 

Y tu pareja inicia su movimiento hacia su madre, y tú estás a su lado o detrás, y ponéis vuestras manos en sus hombros, y le apoyáis en su movimiento hacia la madre. Junto a tu pareja miráis a sus ojos y de esta manera se inicia el movimiento hacia su madre, tal como es. Exactamente tal como es. Paso a paso. Hasta que vuestra pareja también encuentre su casa junto a ella. Luego dais la vuelta, cara a cara, diferentes, nuevos y os abrazáis.

Ok. ¿Cómo os sentís? ¿Bien? Muchas caras han cambiado. Imaginaos que una pareja de esta manera ha encontrado de nuevo el camino hacia el otro. Y ahora miran a sus hijos. ¿Y cómo empiezan a sentirse los hijos ahora? Una imagen bella. Totalmente otro amor. Amor total. Por fin.

Cerrad los ojos otra vez.

Y ahora disfrutad internamente de este amor. Muy lejos, permaneciendo totalmente en la tierra, con confianza, abiertos, agradecidos, en la claridad de la luz.

Silencio.

Para terminar os cuento una historia corta. Su título es, “El camino”. A un padre mayor vino su hijo y le pidió, “Padre, bendíceme antes de que te vayas.” El padre dijo, “Mi bendición es que yo te acompañe en tu camino hacia la sabiduría”. Al día siguiente salieron fuera y del valle pasaron a la colina. El día se terminaba cuando se encontraron en la cumbre. Y entonces todo el paisaje estaba bañado de luz. Era la puesta del sol y junto a ello la belleza completa. Y vino la noche. Pero cuando oscureció, brillaban las estrellas.

Ok. Es todo por hoy. Os deseo una buena tarde.