Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































El último lugar

Training Camp, Austria 2007

  • El último lugar
  • La purificación
  • La muerte

El último lugar

Pregunta: Hablaste esta mañana de mantenerse en el último lugar. Quiero saber cómo se llega ahí.

Bert Hellinger: Primeramente, debemos alcanzar el último lugar con respecto a nuestros padres. ¡Creo que eso es un prerrequisito! Que sepamos que frente a nuestra madre y a nuestro padref estamos completamente abajo. Y quedarnos ahí. Luego miramos hacia ellos y vemos que recibimos de ellos la vida y sus bendiciones. Todo. Esto es una buena pre-condición.

Luego aparece un cliente. Lo sabes, muchos de nosotros estamos acostumbrados a una relación de uno a uno. Lo concebimos así. Pero no es así. Por parte del ayudador, es una relación con la familia del cliente.

Y también hay un obstáculo que te impide permanecer abajo: quieres ayudar. Esto es el obstáculo principal. En ese momento, te colocas por encima de su destino y entonces estás perdido, en ese mismo instante.

Lo que suelo hacer cuando un cliente se sienta a mi lado, es que miro a su madre. Con respeto y amor, ambos. Y veo su grandeza, veo la vida que ha transmitido a ese cliente. Veo lo mismo con el padre. Pero padre y madre no son iguales. La madre viene primero, es más grande. Lo sabemos todos, so  lo tenemos que admitirlo.

Pues bien, estoy conectado con ella y con el padre, y estoy igualmente conectado con la pareja del cliente, o sus parejas si hubo varias, y obviamente con sus hijos. Sintonizo con sus problemas y luego espero un eco de ese sistema, sintiendo si el cliente tiene permiso para trabajar. Si el cliente quiere decir algo en contra de su padre por ejemplo, sé que no tiene permiso para trabajar. Entonces, no voy a hacer nada. En cambio, me relaciono con la persona rechazada. El cliente no me tiene que decir nada, veo en su cara si está conectado con su madre o su padre. 

Una vez que siento que ellos (madre y padre) están de acuerdo, con amor hacia el hijo, entonces estoy abierto y sé que tengo el apoyo de ellos. Me mantengo abajo, claro. Estoy al servicio de ellos, no al servicio del cliente. Él no me puede utilizar para nada en contra de nadie de su sistema. No estoy a su servicio sino al servicio de toda su familia. Tal vez haya alguien en su familia que necesite una atención particular, así como lo vimos ayer con el niño. El niño venía primero. Por lo tanto, era una empatía sistémica, no individual. No era una empatía que me hiciera sentir lástima por el niño, Sophie y yo sentimos verdadero amor por ese niño. A la vez, no intervinimos, no buscamos atraer el niño hacia nosotros, de ninguna manera. Lo dejamos con sus padres. Nos quedamos conectados con todo el sistema. 

Luego… me viene la certeza de que todos en aquella familia son amados por el espíritu, tal como son, exactamente como son. Esto me permite amarlos con el mismo amor, sin la necesidad de intervenir, porque el espíritu los mueve. Y tal vez ese espíritu me mueve junto con ellos. Pero no soy yo en esto, estoy tomado al servicio del espíritu. 

Ahí siempre estoy abajo, obviamente.

Me hiciste una pregunta importante, ¡me esmeré para contestarte!

La purificación

Quisiera decir algo con respecto al trasfondo de este enfoque de trabajo. No lo podéis confundir con otras experiencias, por más importantes que sean, por supuesto. Este trabajo representa, en cierta forma, un enfoque espiritual. ¿Qué significa un enfoque espiritual y una experiencia espiritual? Pues bien, con la experiencia mística, muchos conectan la palabra con imágenes de la religión, imágenes de Dios… Yo no lo hago. Para mí es algo natural y tiene que ver con la experiencia, y puede ser comprobado por la experiencia. Podemos verificar con nuestra propia experiencia si estamos en sintonía con el movimiento, o no. Lo podemos también verificar por los resultados que produce. Así, es algo natural. Pertenece al ámbito de la filosofía, en su sentido original. Los primeros grandes filósofos eran aquellos que se atrevieron a mirar a todo tal como es, a mirar las relaciones tal como son, a mirar al mundo tal como se muestra. Y de repente, descubrieron que lo que descubrían y veían era diferente de las creencias de su sociedad. Por lo tanto, tuvieron que separarse del campo mental de su sociedad y sostenerse sobre sus propios pies. Y eso tuvo consecuencias de largo alcance para ellos, porque de pronto algunos de ellos, como Sócrates, fueron considerados peligrosos para la sociedad. En su caso, fue condenado a muerte. Tuvo que perecer. Pero en su lecho de muerte, mientras bebía el veneno, -Platón nos cuenta esa experiencia que él pudo presenciar-, Sócrates estaba completamente sereno. No tenía pensamientos de odio para con los que lo habían condenado. Estaba en sintonía con algo mucho mayor, todo el tiempo. Eso era una experiencia mística. Él se encontraba en unión con todo lo que había, tal como es, incluso con sus verdugos. 

Ahora bien, ¿qué es una experiencia mística? Es una experiencia de unión con algo más grande, y ese algo no tiene nombre. Se mantiene en el secreto. Una experiencia mística se da cuando nos exponemos a algo mayor. Lo llamo aquí el espíritu (Spirit mind) pero no lo podemos vislumbrar. En cambio, podemos experimentar la unión con el espíritu cuando nos exponemos a él y solamente lo miramos, nada más. Nos mantenemos en una actitud de mirar, pero sin verlo. Y no obstante, vivimos una conexión. Después de eso, somos distintos y nos sentimos conectados con toda, tal como es. Aquí, podemos ser iniciados a esa actitud y a esa experiencia entrando en el movimiento de asentimiento a todo tal como es. Y eso es una limpieza espiritual, una purificación. Lo percibimos aquí, cuando trabajamos en una constelación, cuando todo se mueve por sí solo. No podemos hacer nada. Solo estamos presentes. El estar presente sin la intención de intervenir o de apurar nada o de obtener un resultado particular. Esto es limpieza interna. Solo debemos esperar y confiar. 

Ahora, en las experiencias y tradiciones místicas, se habla de caminos de purificación. El primero es la limpieza de los sentidos, de modo para no ser distraído por los sentidos, sino que los sentidos se colocan también en esta actitud de mirada más allá. Luego está la limpieza de la mente. ¡Eso es muy difícil! ¿Qué significa? Dejáis de pensar. No confiáis en las experiencias previas ni en las comprensiones previas. Os vaciáis de todo pensamiento. En las tradiciones místicas, hablan de entrar “en la noche oscura del alma”. Ese tipo de limpieza llega muy profundo. Y muchos de nosotros lo experimentamos cuando todo va mal y que no podemos confiar en nada. Estamos entonces llevados a la noche oscura del alma. Y si estamos dispuestos a seguir en ella y atravesarla, la luz se hace luminosa, de repente. Pero únicamente a ratos, y en estos ratos recibimos una comprensión. Una comprensión para dar el paso siguiente, solo el paso siguiente. Así, no podemos tener certezas nunca, debemos confiar en que estamos guiados y llevados todo el tiempo.

Luego viene la purificación de la voluntad, de modo que renunciamos a querer algo. Entonces, de pronto, estamos bendecidos con cosas mucho más grandes de lo que hubiéramos podido desear para nosotros.

Ahora bien, yo tengo una comprensión curiosa respecto a la purificación. Muy inhabitual. Muchas personas ven la purificación como un deshacerse de algo y muchas tradiciones místicas dicen lo mismo: librarse de eso y eso y eso. Pero si considero con seriedad que todo es movido por el espíritu, al deshacerme de algo me suelto de una conexión con el espíritu, por supuesto.

Entonces, ¿cuál es la verdadera purificación? Es nuestro asentimiento a todo tal como es, nuestro amor por todo tal como es, nuestro amor por cada uno tal como es, sin diferencia alguna. Esto es la verdadera purificación. Entonces, estamos plenamente presentes, plenamente vivos y plenamente en el amor.

La muerte

Pregunta: ¿Qué es terminar o salvar la vida, para un médico profesional?

Bert Hellinger: Pues… se espera de un médico que salve la vida, claro. Además, está obligado a hacerlo. De lo contrario, no podría permanecer en el ámbito de la profesión médica. Estos son los límites colocados por la sociedad, para el médico. Él mismo sabe que sus medios también son limitados. Está confrontado con la muerte todo el tiempo. 

Os cuento una pequeña historia. Un médico llegó a un acuerdo con la muerte y la muerte le permitió saber de inmediato si el paciente iba a morir o a recuperarse: cuando el médico veía la muerte al pie de la cama, sabía que iba a fallecer, cuando la veía en la cabecera de la cama, sabía que iba a sanarse. Un buen día, el médico fue llamado para atender a una muchacha joven. Al entrar, distinguió la muerte al pie de la cama. Le tuvo lástima a la joven. Entonces, giró la cama y la muerte estuvo parada en la cabecera. La muchacha se recuperó. ¡Qué maravilla! Pero en cambio, la muerte lo cogió a él….

Eso es una broma, más o menos, pero una broma seria.

Quiero entender cómo un médico, o alguno de nosotros que nos encontramos confrontados a la muerte de una persona, podemos estar en sintonía con la plenitud de la vida. Y claro, la plenitud de la vida incluye la muerte. Muchas personas tienen la imagen de que la muerte es el final, lo que hace difícil para esas personas tratar con ella de forma relajada y amable. Pero la muerte, muy claramente solo es…un segundo nacer. 

Como con el nacimiento, hay un momento oportuno para ella. Muy a menudo hoy en día los médicos interfieren con el momento justo del nacimiento, con malos efectos sobre los niños. A veces interfieren también con el momento justo de la muerte, y eso produce también malos efectos para el paciente y su familia. Ahora, en cuanto estás en sintonía con la muerte, reconoces el momento justo y asientes a él. Entonces, todos pueden estar en paz, incluso el médico.

Pregunta: ¿Y qué pasa con las personas que no están en sintonía y han decidido que no quieren seguir?

Bert Hellinger: Desde mi experiencia, en lo que refiere a mí, confío que en el momento oportuno, sabré lo que tengo que hacer. No necesito pensarlo de antemano. Cuando estás en sintonía, sabes qué hacer, y las personas confían en ti.