Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Enfermedad y necesidad de compensación

Agosto 2007 Argentina

Quiero decir algo sobre la enfermedad. Solemos considerar la enfermedad como algo físico, y tratamos al cuerpo. Pero si observamos las enfermedades ¿cuál es la primera reacción?: queremos deshacernos de ellas. 

Lo primero que aparece es: "quiero deshacerme de ti". Y esto es un movimiento fundamental en la familia. Las enfermedades surgen cuando uno quiere deshacerse de algo, cuando queremos deshacernos de una persona. A veces también cuando queremos sacarnos de encima una responsabilidad. 

El movimiento sanador es precisamente el contrario: tomamos a la enfermedad en nuestra alma, asentimos tal cual es, le damos un lugar en nuestra alma, espíritu y cuerpo. Y, a veces, cuando un hijo enferma y los padres quieren deshacerse de la enfermedad por el hijo, se da una situación similar en la familia: uno de los padres quiere, o quiso, deshacerse de algo, en especial, de alguien de su familia. El ejemplo más impactante es el aborto. Y todo niño abortado sigue presente. No se pueden deshacer de él. Eso tiene un efecto en los hijos. En todos los hijos, simultáneamente en la familia.

Y la pregunta es: ¿cómo tratamos esto ahora?

En una situación así, en el alma se produce una necesidad de compensación, que es un movimiento de la conciencia. 

En los movimientos de la conciencia sucede que, por un lado, dentro de unos límites, estos movimientos están al servicio de la vida. Pero continuamente vamos más allá de esos límites y ocurre lo que se da en otros movimientos de la conciencia: ese movimiento al servicio de la vida lleva también a la muerte. 

Existen dos movimientos de la conciencia, y cuando el movimiento de la conciencia es una necesidad de compensación lleva a la muerte. Porque va más allá de los límites de la conciencia, y lo curioso en esto es que cuando nos ponemos en el movimiento de la conciencia que lleva a la muerte, tenemos la conciencia tranquila: la buena conciencia lleva a la muerte. En la familia los hijos están intrincados en ese movimiento. Es decir, que si uno de los padres está queriendo compensar de una manera que lleve a la muerte, un hijo lo hará por él; por ejemplo el hijo enferma y muere.

La necesidad de compensación es una necesidad fundamental y a menudo tiene un buen efecto; por ejemplo en la pareja cuando el hombre le regala algo a la mujer, lo regala con amor, y ella tiene la necesidad de compensar y también le quiere regalar algo. Si no compensa, si solo toma sin dar, tendrá mala conciencia. Si tiene mala conciencia le regala algo al marido, le regala un poquito más y él también tiene mala conciencia y le regala algo a ella, también con amor. Es decir, que esta necesidad de compensación está al servicio de la vida y del amor, en este contexto.

También existe la situación en la que no podemos compensar, por ejemplo con respecto a nuestros padres. Dan tanto que nosotros jamás podremos compensarles. Pero entonces transmitimos lo que hemos recibido de ellos, por ejemplo a hijos propios y entonces también nos sentimos bien, es decir, que compensamos al transmitir, y así vemos que es un buen movimiento.

Ahora, si el hombre le causa algún daño a la mujer, algo que le duela, ella también quiere compensar haciéndole algún daño a él. Y cuando lo haya hecho, los dos se sienten mejor; él estaba esperando a que se le compensara. Pero en general, por ejemplo cuando el hombre le causó un daño a la mujer, ¿cómo reacciona ella en el alma?: ella quiere que él muera.

Cuando alguien nos causa un daño queremos venganza; si realmente lo comprobamos en nuestra alma, vemos que queremos que muera. Cuando queremos justicia por algo que nos han hecho, ¿qué queremos?: que muera. Y si le pedimos a Dios que sea justo, ¿qué queremos?: que deje morir a alguien, que lo mate, por así decirlo y además que por siempre lo mande al infierno.

Todos éstos son movimientos de la conciencia.

Y si yo le causo algún daño a alguien, por ejemplo cuando las madres abortan a un hijo, o si por ejemplo, en un accidente de coche alguien mató a otro, sin intención, ¿qué ocurre en su alma?: quiere sufrir en la misma medida. ¿Qué ocurre el en alma de una madre que abortó a un hijo?: quiere morir como el hijo. Se puede observar. A veces enferman para expiar y cuando enferman ¿cómo se sienten?: mejor. Están compensando.

Pero sin amor. Al hijo no lo toman en la mirada. La necesidad de compensar es muy individual, pero la necesidad de compensar luego es transmitida a otros en la familia. Entonces expía un hijo, que enferma y quizá muere, con la conciencia tranquila. Está al servicio de la compensación. Es decir, que la necesidad de compensación en este contexto, es el movimiento contrario a la vida. Lo podemos ver entre los pueblos. Cuando un pueblo le causó un daño a otro, el segundo quiere vengarse para compensar y entonces mueren miles de inocentes, solo por la necesidad de compensación. Es el trasfondo de muchas guerras. Todo con la conciencia tranquila.

Y en esta necesidad estamos prisioneros, dentro de la conciencia. Dentro de la conciencia nos volvemos inhumanos para con nosotros y los demás. Ahora, tenemos que tener en cuenta que aquí lo he dicho de una manera muy fuerte. 

Si alguien ahora es ayudador, psicoterapeuta o constelador y se encuentra dentro del marco de la conciencia, ¿qué hace? Se vuelve dependiente de la conciencia, al servicio de la muerte. Ahora, este nuevo movimiento, moverse con el espíritu, nos ayuda a ir más allá de los movimientos de la conciencia, nos conectamos con el movimiento de espíritu ante el cual no existe culpa ni inocencia, ni el bien ni el mal. Este movimiento mueve a todos tal y como es. Por eso tampoco nadie sufre daño en ese movimiento, porque, en definitiva, abarca a todos en la misma medida. Y esto ahora es una declaración muy arriesgada: cualquier otro enfoque es equivocado. Desde lo que podemos vivenciar en el interior, todo otro movimiento es equivocado. Con este movimiento todos son iguales y todos en la misma medida son reintegrados a ese amor del espíritu, están contenidos, cuidados en él.