Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Extractos del Entrenamiento Internacional de diciembre 2010 celebrado junto a la fiesta del 85 cumpleaños de Bert Hellinger

Último día del entrenamiento

El centro

Una cordial bienvenida a todos. Este día se cierra un círculo, y todo círculo tiene siempre un comienzo. Y todo cumpleaños es, por supuesto, un comienzo, y hoy, al concluir este curso, también es un comienzo. 

Todo es comienzo. No hay final alguno. Por ejemplo, si miramos un círculo vemos que es totalmente claro. 

¿Pero, qué sucede cuando este círculo se mueve? ¿Si nosotros mismos nos encontramos en un movimiento circular? ¿Cómo es cuando un año concluye como este año que pronto termina? 

De inmediato viene un nuevo año. Así nos encontramos, moviéndonos en un continuo círculo. 

¿Quieren que agregue algo más acerca del círculo? La Tierra gira alrededor del Sol y el Sol gira también, gira alrededor de un centro. Y ese centro también gira y el universo gira también. Todo se encuentra en un movimiento infinito y para eso hay un punto central alrededor del cual gira todo.

¿Dónde se encuentra ese centro? 

¿Está lejos? ¿O se encuentra aquí en nuestro cuerpo y en nuestra alma? 

¿Cómo encontramos nuestro centro? ¿Cómo entramos en sintonía con ese centro? 

De una manera muy profunda, una profundidad para nosotros infinita: en la quietud más profunda. 

¿Qué podemos hacer en esa quietud profunda y absoluta? 

Solo así podemos abarcar todo como un todo. Y estos movimientos hacia la unidad son movimientos de plenitud y movimientos de paz. Todo se junta. ¿Cómo? Con amor.

Y de esta manera quiero continuar hoy en un movimiento circular infinito alrededor de un centro. Aquí. Como estamos experimentando aquí, todas estas constelaciones que hemos tenido son movimientos dirigidos a ese centro. De ahí ganan en grandeza y ahí generan fuerza. 

Si alguien se acerca con un problema que tiene con otra persona, sea quien fuere, un problema con mamá, o con papá o con la pareja, o con una criatura, o sea quien fuere, comenzamos incluyendo a esa persona en nuestro corazón. El movimiento hacia la reconciliación comienza de inmediato en nuestro corazón.

Ahora les cuento una historia. 

Un ser humano estaba preguntando al que estaba recorriendo con él el mismo camino: ¿Dime, qué es importante para nosotros? Y el otro le dijo:

“En primer lugar es importante que estemos en la vida por un tiempo y hubo un principio mucho antes de este principio, y más cosas. Y que, cuando finaliza, todo regrese a lo mucho que hubo antes. Como en un círculo, un círculo que se cierra, su final y su comienzo se convierten en lo mismo. Así lo posterior a nuestra vida se une a lo anterior de ella sin ninguna herida, como si entre ellos no hubiera tiempo. Por ello tiempo solo tenemos ahora.”

Luego añade: “aquello que hacemos durante ese tiempo se retira de nosotros junto con ese tiempo, como si perteneciera a otro tiempo. Y nosotros, cuando se acabe nuestro tiempo, donde suponemos que estemos actuando, solamente nos veremos guardados como una herramienta usada para algo que va mucho más allá de nosotros mismos y luego se nos guarda. Nos despiden completos.”

Entonces este ser humano todo tocado preguntó: “¿Si nosotros y todo lo que hacemos en su tiempo comienza y termina, qué cuenta entonces cuando nuestro tiempo acaba?”

El otro le contestó: “Considera lo anterior y lo posterior como iguales.”

Después sus caminos se separaron y también su tiempo. Y ambos se detuvieron y se centraron.

“Yo por ti”

En el último trabajo surgió una frase clave. La frase fue: “Yo por ti”. Expliqué lo que significa esto. Significa: “Yo muero en tu lugar”. Y esta es una confusión del amor, pero muchos niños dicen esto. Le dicen esto al papá o a la mamá. También hay parejas que se lo dicen al otro: “yo por ti”. Cada uno de nosotros lo ha dicho de una u otra manera y con ello comienza el descenso. Es el giro de la vida hacia la muerte y esta frase oculta, porque no se expresa, se muestra en un movimiento. Esta frase “yo por ti” es la clave, y muchas veces nos lleva hasta la raíz del problema. Y si podemos revertir esta frase, lleva a la libertad.

Vamos a comenzar con una meditación y nos sintonizamos donde y con quien le dijimos interiormente esta frase.

Cerrad los ojos.

Sacamos profundamente el aire por la boca e inspiramos profundamente por la nariz y con la boca cerrada. Y repetimos este movimiento varias veces hasta que logremos centrarnos en nosotros mismos. Primero nos dirigimos a nuestra infancia y lo temprano que comienza este movimiento “yo por ti”; lo pudimos observar en la última constelación. ¿A quién le dijimos esto? ¿Y cuál fue la consecuencia de esto para nuestra vida? Vemos todo lo que hemos dejado solo como consecuencia de esta frase “yo por ti”. Esta frase y este movimiento son palabras y movimiento de amor. Quien expresa esta frase se siente al mismo tiempo muy grande, se siente todopoderoso como señor de la vida y de la muerte. Tomándolo exactamente, se siente como Dios, pero en la mente, en sus pensamientos, solo en ese movimiento. Solamente los niños se pueden sentir todopoderosos y están dispuestos a pagar por ello el precio completo.

Solo nos sintonizamos, sin buscar una solución, solo hacernos conscientes del movimiento que nos abarcó a través de esta frase.

OK.

Esta frase también tiene otra cara y ahí dice: “Tú por mí”. Por ejemplo en el caso de un aborto “tú por mí”. Siempre que esperamos que otro tome algo por nosotros, ahí decimos esta frase. También se da en constelaciones. Un cliente me dice a mí: “tú por mí”. Muy a menudo se da esto. Y si entonces yo sigo a este mandato ¿qué sucede conmigo? ¿Y qué sucede con el cliente? ¿Se pueden dar cuenta del alcance de esta frase?

No sé si tengo permiso de expresar todo, porque es muy delicado. Toda la religión cristiana se basa en esta frase: “yo por ti”, ó “tu por mi”. Todos los conceptos acerca de la salvación tienen su origen en estas dos frases. Jesús en la cruz (en nuestra imaginación, no es que Jesús haya dicho eso, pero en nuestra imaginación) dice: “yo por ti”. ¿Y qué le dice Dios a él? En nuestros conceptos: “Tú por ellos.”

Todos los sacrificios, todo lo que ofrecemos con la esperanza de que nuestro sacrificio nos traiga bendiciones se basan en esta frase: “Tú por mí”. Todos son sacrificios de niños. La mayoría de los sacrificios humanos que se hicieron en su origen fueron de niños y todo se basa en eso: “Tú por mí”.

Bueno, ahora sí que me extendí, porque esto en realidad no lo debería decir porque me van a apedrear y tendré que huir. Pero aquí, ante todo, se trata de nosotros mismos. En qué tanto nos hallamos cautivos en frases semejantes. Y eso ahora lo voy a hacer con una meditación.

Cierren los ojos.

Ahí donde percibimos que expresamos esta frase a alguien, miramos esta frase “yo por ti” y le decimos a esta persona, “Tu aquí eres el grande, la grande. Yo soy pequeña, pequeño. Tu estás arriba, yo estoy abajo.” Y luego nos retiramos de esa persona y regresamos a nuestro centro y en nuestro centro nos experimentamos incluidos a un movimiento que va profundo y más profundo. En un movimiento hacia una quietud infinita. En esa quietud somos tomados por otro movimiento, a ese movimiento nos entregamos sin voluntad. 

Y en ese movimiento involuntario nos encontramos totalmente solos con esa fuerza. Ahí somos como realmente somos, amados profundamente. 

Y luego miramos a aquellos a los que quisimos decir “yo por ti” y los vemos en el mismo movimiento también tomados por otra fuerza, dominados por esa fuerza tal y como son y con ella en forma profunda convertidos en una unidad. Ellos están libres, nosotros estamos libres y les decimos: “Tu estás ahí, yo estoy aquí.” 

¿Amamos entonces a esos otros? ¿Dónde podrá haber un amor más grande? Muy abajo.

¿Cómo se sienten? ¿Más libres?

Ahora vuelvo a mostrar algo. Veremos a qué dirección nos lleva. Eso queda siempre abierto. Aquí solo se dan sorpresas.

¿Quién quiere trabajar conmigo?

(Una mujer) Hellinger a la mujer: Cierra los ojos. Te voy a decir una frase y permites que tenga un efecto en ti. Sin decirte nada, imaginarte nada. La frase es: “Yo termino.”

Ya fue todo. Te deseo lo mejor.

Esta frase no solo fue para ella.

Cierren los ojos y díganse interiormente esta frase y sientan el efecto.

(Silencio).

Hellinger: Este fue un trabajo corto. 

Cierren los ojos.

Nos recogemos en nuestro centro e interiormente hacemos un movimiento circular, giramos lentamente. ¿Dónde al girar no nos atrevemos a mirar? 

Y ahí nos detenemos y esperamos hasta juntar el valor para poder mirar hacia ahí. Hasta que lo veamos. Entonces decimos: “Por favor. Ahora te doy un lugar en mi corazón con amor.”

Y seguimos girando. 

¿Encontramos a otra persona más? ¿Alguien que está esperando a que la veamos? Y abrimos nuestro corazón ampliamente para él o para ella. Y seguimos caminando hasta que nuestro círculo cierre.

Ok.

¿Se encuentran interiormente enriquecidos? ¿Más completos?

Ahora les voy a contar una experiencia. 

En Hong Kong, hace años, di un curso. Ahí se encontraba una mujer que me dijo que tenía muchas enfermedades. Y le pregunté cuantas. Once enfermedades. Entonces constelamos esas once enfermedades y todas eran personas. Algunas se cayeron, otras lloraron, a todas les iba mal. Pero el curso ya llegaba a su fin, como éste ahora, y no pude terminar e interrumpí el trabajo. 

Un año más tarde tuve un curso en Taiwán, en Taipéi. Entonces esta mujer se volvió a acercar. Le pregunté cómo se encontraba. Entonces me comentó: me va mucho mejor. Entonces la pregunté, ¿Qué sucedió en tu familia? Me dijo que sus padres eran muy pobres. La familia era de China y los padres entregaron a varios hijos porque eran muy pobres. Entonces le pregunté: ¿Cuántos hijos fueron dados? Dijo: seis, pero aparte los padres habían abortado muchos hijos. Y le pregunté cuantos. Y dijo: cinco. En total once. Entonces escogí los representantes para todos esos niños que faltaban en el seno familiar. Hicieron un círculo. Once en el círculo y ella, afuera los padres. Y todos lloraron amargamente. Y se tomaron de las manos y se miraron mutuamente con amor. Luego abrí el círculo y coloqué a los padres dentro del mismo. También ellos lloraron amargamente. Todos se tomaron de la mano y se miraron con amor. De pronto todos se sintieron completos, todos nuevamente reunidos y felices. Una imagen bella.

Y así este curso acaba incompleto. El movimiento continúa. 

¿Qué movimiento es este? 

Un movimiento de paz.