Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Hombre y mujer

Alemania, noviembre de 2011

Hay una parte en la Biblia que dice: “deja que brille tu luz”. Permitimos que nuestra luz ilumine.

Estuve reflexionando acerca de lo que toca ahora para todos nosotros y es el tema fundamental de nuestra vida. ¿Y cuál es el tema fundamental? Hombre y mujer. Si se nos acercan personas, casi siempre se trata de relaciones. Y últimamente se trata de relación hombre y mujer.

¿Quieren que continuemos?

Ahora, ¿dónde se da el movimiento fundamental entre hombre y mujer? En nuestro cuerpo. Entonces, cuando nuestros padres nos dieron la vida, en nuestro cuerpo se hicieron uno. Cada uno de nosotros es tanto padre como madre. En nosotros forman una unidad indivisible. Cada uno de nosotros desde el inicio de la vida es tanto hombre como mujer. ¿Continúo así? Pero muchas veces nos comportamos como si fuéramos más hombre o más mujer. O hasta incluso si solo fuéramos hombre o solo mujer. Pero desde el inicio el hombre solo puede completarse con una mujer y la mujer solo puede completarse con un hombre. Vemos externamente que el hombre busca a la mujer porque la necesita y que la mujer busca al hombre porque lo necesita. Y en esa búsqueda notamos que la unión fundamental del hombre y la mujer se tiene que dar primero en nuestro cuerpo. De ahí se originan enfermedades muchas veces porque lo femenino y lo masculino aún no se han encontrado dentro de nosotros.

Voy a hacer una meditación.

Nos imaginamos estar de pie con ambos pies en el suelo. Si intentase estar apoyado en solo un pie no podría aguantar mucho tiempo, de inmediato necesito otra pierna. Solo con ambos pies me siento seguro y arraigado. Es decir, ambos pies y ambas piernas continuamente están en relación para que nosotros podamos seguir adelante. Y a veces una pierna tiene más fuerza que la otra, pero ¿podemos caminar entonces mejor? ¿O la otra pierna tiene que integrarse de la misma forma para que podamos caminar o estar de pie? Nos imaginamos que una pierna es masculina y la otra femenina, y si bien son diferentes, si interiormente nos elevamos ambas se encuentran. Tienen que encontrarse porque ninguna de las dos piernas puede estar sola. ¿Y dónde se encuentran? Ahí, donde se encuentra nuestro sexo. Ahí se encuentran, pero aquí de pronto nos experimentamos diferentes y entonces el hombre se siente más ligado al padre y la mujer más con su madre. 

Pero justamente aquí nos experimentamos hacia fuera atraídos hacia el otro sexo para, en la parte externa, fundirnos con el otro en una unidad. 

Y si logramos eso en una relación de pareja a veces olvidamos que este mismo movimiento hacia el otro género también tiene que darse en nuestro cuerpo. Físicamente en muchos sentidos estamos separados. Tenemos un lado derecho y un lado izquierdo. Tenemos un hemisferio cerebral derecho y un hemisferio cerebral izquierdo. Y de este modo también nos encontramos separados. Un lado más masculino y el otro más femenino. 

¿Y cómo entonces nos completamos y nos sanamos? 

Si en nuestro cuerpo lo femenino y lo masculino pueden encontrarse. 

Y, si trabajamos con clientes y ellos tienen problemas, una ayuda fundamental es si les ayudamos a integrar lo femenino y lo masculino para que se conviertan en una unidad. 

Ahora probamos en nosotros. 

Nos centramos en nuestro lado derecho. Nos centramos en nuestra mano derecha. Luego en nuestro lado izquierdo y nuestra mano izquierda. Es mejor separar brazos y manos y entonces notamos qué lado es más fuerte. ¿Cuál se encuentra más en primer término? ¿Y cuál está en el trasfondo como dejado de lado, como si hubiera más tendencia hacia un lado y el otro lado lo dejamos apartado?. Y ahora el lado al que le pusimos menos atención dejamos que pase a un primer término hasta que adquiera el mismo valor y se hagan iguales. Y percibimos qué cambia con esto en todo nuestro cuerpo. 

Y un lado representa a nuestro padre y el otro lado representa a nuestra madre. Y así como un lado es vivenciado como más fuerte también vivenciamos a nuestra madre o nuestro padre como más fuerte y así permitimos el encuentro de derecha e izquierda. Esperamos que tanto nuestro padre como nuestra madre vuelvan a ser uno en nosotros, una carne. Lo mismo como se dio en nuestra concepción.

Si algo nos duele en nuestro cuerpo, si algo está enfermo, probamos cual de nuestros padres es el que falta. ¿Falta el padre? ¿O falta la madre? E integramos aquello que falta hasta que pueda convertirse con el otro en uno. Ok.

¿Podemos continuar?

Es decir, hombre y mujer son un tema especial y también su relación. Además es el fundamento de toda vida, y su relación nos toma al servicio de la vida en diversas maneras. Si hombre y mujer se enamoran mutuamente no saben lo que les espera. Gracias a Dios, porque ¿quién se arriesgaría entonces? Y nos toma al servicio de la vida de una manera completa, y también de la muerte de la misma manera. Solo a través de la relación de pareja la vida continúa. De ahí, de la relación de pareja, somos confrontados con la muerte de diversas maneras, y en mi observación como hombre veo que toda mujer continuamente está en contacto con la muerte. Es decir, concebir la vida y perder la vida. Y nadie se puede excluir de eso. De ahí que las mujeres tengan una relación completamente diferente hacia la vida completa. Porque ambas cosas las vivencian de forma contínua e inmediata. Y así también nos sucede con nuestro cuerpo. Lo femenino en nosotros, también en el hombre, nos acerca a lo esencial donde vida y muerte se hacen uno.

La culpa

Y eso también tiene que ver con la culpa. No hay vida sin culpa, y la culpa se vivencia ante todo en la presencia de la muerte. Si nos sentimos culpables de la muerte de otros entonces en nosotros se origina un movimiento con el cual queremos traspasar la culpa, nos queremos deshacer de ella.

Si ahora contemplo lo que sucedió con esa pareja, entonces la culpa tiene un rol importante, y hay algo más que surge a través de las constelaciones familiares. Tiene que ver con la comprensión fundamental que hizo posible el trabajo de constelaciones familiares. Es la comprensión acerca de la conciencia del bien y del mal. Solo a través de esa conciencia, del bien y del mal, experimentamos culpa y, debido a esa conciencia que nos lleva y nos impulsa, nos queremos deshacer de la culpa. 

¿Cómo? ¿Quieren que lo diga? A través de un asesinato. 

Toda expiación por culpa se opone a la vida. En este sentido la culpa y la expiación no se encuentran al servicio de la vida. Se oponen a la vida y quieren expiar la culpa a través de la muerte. Nosotros queremos morir como expiación y queriendo que otros mueran por su culpa. 

Y ahora se da la pregunta, ¿cómo crecemos más allá de la culpa? Y ahora este es el otro nivel de las constelaciones familiares. Tomándolo exactamente como es, el culpable se coloca en lugar de Dios. A través de esta sensación de culpa y a través del intento de expiar esta culpa nosotros decidimos acerca de vida y muerte; nuestra vida y nuestra muerte, y también la vida y la muerte de otros.

Entonces, ¿qué se opone ante todo a la vida? La culpa. Y ante todo la expiación por esta culpa. Y acerca de estas sensaciones y estos sentimientos nos ponemos más allá de esta fuerza del espíritu de la que proviene todo. No solo lo bueno. Ante todo lo malo.

Una vez tuve una vivencia extraña, cuando visité Auschwitz. Ahí están los campos de concentración, la atracción turística. Lo digo de esta manera porque es realmente despreciable lo que sucede ahí. Es decir, esta actitud soberbia acerca de los perpetradores y las víctimas, donde los demás se golpean el pecho y dicen, “Yo, no.” Y esos son los peores. Los inocentes. Gracias a su inocencia se toman el derecho de condenar a otros y los asesinan interiormente.

Bueno, entonces yo fui al otro campo de concentración, el verdadero campo de la muerte en Birkenau y me expuse a eso. Un lugar sagrado, una energía increíble. Y mis acompañantes y yo estuvimos en completo silencio. Entonces me surgió una imagen: Dios se acercaba a nosotros y dijo, “Fui yo.” Y esa es la verdad.

Los abortos

Y eso vale aquí también, y soy consciente de lo provocativo que es expresarlo, para el aborto. ¿Nos quita una carga eso? No. Pero nos quita la arrogación de la culpa. Sabemos que otras fuerzas tienen aquí su efecto, y que ninguno de esos niños está perdido frente a ellas. Y como quiera, si mantenemos esto en nuestra mirada y si contemplamos esos grandes poderes y su excusión, ¿Nos encontramos entonces libres? No, no lo estamos. Pero nos convertimos con ellos en una unidad frente a ese poder eterno, e iguales. ¿Y qué sucede entonces? Giramos hacia la vida sin expiar. Totalmente abiertos para la vida completa y para el gran amor.

Ahora hablé mucho tiempo pero espero haber transmitido otra mirada. Nos giramos hacia nuestra vida humildes, totalmente abajo. Y totalmente en conexión con aquella fuerza en la que vida y muerte se encuentran en el mismo movimiento. En un movimiento hacia más.

Ok.

Masculino femenino

El tema de hoy fue hombre y mujer, pero no llegamos muy lejos. Bueno, no es de extrañarse. El tema de hombre y mujer no tiene fin. Ahora regreso a lo que dije esta mañana y quiero aclarar algo más, lo femenino y lo masculino en nuestro cuerpo. Cómo nos vivenciamos muchas veces dentro de nosotros repartidos, como masculino y como femenino, y cómo eso se revela de muchas maneras en nuestro cuerpo. 

Hoy por la mañana indiqué que derecha e izquierda representan lo masculino y lo femenino, padre y madre. Y muchas veces una parte se queda en el trasfondo y la otra domina. Y eso también tiene influencia sobre nuestro estado general, nuestro bienestar y salud. Pero también de otro modo nos encontramos separados en dos partes. Aquí se da la línea de la separación, a la altura del ombligo. Entonces se da la división entre arriba y abajo. 

¿Y dónde nos detenemos más tiempo? ¿Abajo? ¿O arriba? ¿O es así que lo de arriba y abajo se han convertido en uno? Arriba está el espíritu, abajo el cuerpo. ¿Y dónde nos detenemos por más tiempo? ¿En el espíritu? ¿O en el cuerpo? Hay ciertos movimientos que le dan el primer lugar a lo de arriba y que quieren desplazar la parte de abajo, quieren deshacerse del cuerpo y de lo femenino. Algunos se extrañan por qué menciono esto. Pero los caminos de abajo quieren superar lo de abajo y, por ejemplo, ayunan. Es decir, dañan a su cuerpo y creen que a través de ello pueden entrar en conexión con algo mayor.

Cierren los ojos.

Y ahora probamos en nosotros mismos, ¿Dónde nos detenemos? ¿Dónde ante todo nos quedamos? ¿A quién le damos prioridad? ¿A lo de arriba, al espíritu? ¿O a lo de abajo, al cuerpo? ¿Le ponemos atención al cuerpo? ¿Lo cuidamos? ¿Qué hacemos por nuestra salud con amor? ¿Dónde vemos el progreso? ¿Y dónde nos detenemos? ¿Qué nos ocupa más tiempo y más amor? ¿Y cómo es nuestra relación de pareja? Uno de ustedes tiene que representar ante todo lo de abajo. Por ejemplo, ¿Las así llamadas amas de casa? ¿Mientras el hombre se mantiene en el nivel superior, el de arriba? ¿Y quizá en eso se siente superior a la mujer? Y también a la inversa, por supuesto, donde la mujer ocupa el gran espacio y lo que el hombre hace ¿vive gracias a ello? Sí, tal vez, ella hasta desprecia esta entrega de él.

Y ahora permitimos que ambas cosas fluyan y se encuentren en nosotros. Y permanecemos en medio. ¿Y qué es aquí el medio? Es nuestro corazón. Si ambas partes pueden encontrarse, si nuestro corazón de la misma manera palpita para ambas cosas, para lo maternal y nosotros ,y para lo masculino y nosotros. Si ambas partes se reencuentran como nuestros padres cuando se unieron y convirtieron en una unidad en nosotros, ¿qué tan diferente palpita nuestro corazón? ¿Y con qué amor? Finalmente en el amor total. Hombre y mujer en nosotros, indivisiblemente uno.

¿Cómo se sienten con esto? ¿Más ricos?

El profesional de la ayuda y la madre

Un comentario al margen aquí. 

Claro que en realidad no es un comentario al margen, sino más bien central, importante. Si miramos a los que ayudan, es decir, a los psicólogos, psicoterapeutas, también muchos médicos y otros que se encuentran en profesiones de sanación, ¿Cómo es la relación interna con su madre? ¿Cuántos terapeutas tienen un profundo respeto y amor por su madre? ¿Se encuentran con ella en unidad? ¿Logran entonces mirar lo femenino y lo masculino? ¿O separan estas dos partes? ¿O incluso separan a los clientes de sus madres? ¿O, tal vez, directamente se enfrentan al lugar de la madre, hacen así una llamada configuración con mamá? ¿Y logran unir los clientes con su madre? 

Es decir, les comento mi observación. Muchos se convierten en terapeutas o escogen otra profesión de ayuda porque, por un lado, quieren salvar a su madre – cosa que nunca se puede lograr- y que luego quieren ayudar a otros, como si ellos fueron la madre, no al revés. El ayudador no se comporta como mamá, se comporta como el hijo que quiere salvar a mamá y no lo ha logrado. Y ahora de otro modo lo trata de lograr con los clientes. Él es el hijo y los clientes la madre. Debido a ello, muchos ayudadores no pueden soltar a sus clientes, así como no pueden soltar a su madre. Pero no porque se encuentren ligados a ella, sino porque se encuentran separados de ella.

Lo último, olvídenlo porque fui demasiado lejos. Pero sea como fuere, lo tenía que decir.