Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Integrar el destino

Imágenes que liberan
Argentina 2001

Paula: Abuela paterna judía, abuelo paterno nacionalista.

Mujer: Tengo una cosa que me está matando. Lo defino con la palabra sacrificio. Me estoy sacrificando. Y tiene que ver con mi origen porque soy de origen judía.

Hellinger: ¿Cómo es exactamente tu origen?

Mujer: La madre de mi padre es judía y el padre es nazi. El sacrificio que tengo es en relación con mi abuela. Porque era horrible.

Hellinger: ¿Ha habido gente que murió?

Mujer: Este verano me he enterado que trabajó de espía. No sé cómo. No era en la guerra. Es complicado porque mi abuela se fue al principio del siglo XX a España. Y yo he nacido en Sevilla en un hotel que era de mi abuela. Y mi abuela trataba a todos como esclavos. Quiero contar una cosa sobre mi abuela que en la guerra civil de España, hay una imagen así, mi abuela iba en coche fumando un cigarrillo con perros y a los perros les daba de comer pasteles, mientras todo el mundo se estaba muriendo de hambre. Y yo me he identificado con los esclavos del hotel. Porque son los que me dieron cariño.

Hellinger: ¿Y qué paso con el abuelo?

Mujer: No sé nada de él. Lo que sé que más tarde en Alemania lo encontraron después de tres semanas muerto, completamente descompuesto. Pero no lo conozco para nada. Mi abuela se casó otra vez después, pero tampoco lo conozco, se murió.

Hellinger: ¿Por qué se volvió a Alemania?

Mujer: Es complicada la historia porque cuando mi padre tenía tres años creo que se separaron y mi abuelo se llevó a mi padre a Alemania.

Hellinger: ¿Y el padre creció en Alemania?

Mujer: Estuvo hasta los 16 y se fue otra vez a España cuando Hitler quería mandarlo a la guerra, porque era español-alemán.

Hellinger: Eso fue por parte del padre y¿ por parte de la madre?

Mujer: Por parte de mi madre me siento más tranquila, con los abuelos me siento bien. Pero ha habido una historia que cuando yo tuve trece años mi padre estuvo trabajando de investigador en Berlín. Y a una edad ya no pudo trabajar así y quería trabajar en la universidad. Entonces cuando yo tuve trece años nos reunimos toda la familia y fuimos a verle. Y los padres de mi madre nunca comprendieron para que tuvieran qué ir a Berlín porque ellos tuvieron que escaparse.

Hellinger: ¿Volvieron a Berlín cuando tú tenías trece años?

Mujer: En el 67. Y con mi madre ahora me he reconciliado pero mi madre nunca comprendió cuando yo decía que era judía. Para mí siempre había mucho conflicto porque han sido educados por las Juventudes Hitlerianas y al final tiene vergüenza de ser judía.

Hellinger: ¿Quién fue educado?

Mujer: Creo que mis dos padres.

Hellinger: ¿Estás casada?

Mujer: Claudio Naranjo nos casó ahora, pero tengo un gran problema ahí. Pero creo que lo puedo solucionar y que no viene de ahí el problema. No, eso es el resultado de la historia de sacrificio. Ahora me da asco porque me está matando. Vivo porque tengo ángeles que me protegen, si no hubiera muerto ya.

Hellinger: ¿Tienes hijos?

Mujer: Tengo tres abortos provocados y dos hijas, una de quince y otra de dieciocho años.

Hellinger: Empiezo con algo muy común. Contigo, tus dos hijas y sus padres o su padre.

Mujer: El padre, puf, es una película también.

Hellinger: Ok. Empieza.

Una vez elegidos los representantes…

La mujer coloca a su representante frente al ex marido y las dos hijas al lado izquierdo de su representante.

Hellinger: Míralo desde fuera y si ves algo que quieras cambiar.

La mujer coloca a la hija mayor detrás del hombro izquierdo de su representante y a la menor le pone más cerca.

Hellinger: ¿Cómo se sentirán tus hijas?

Mujer: Creo que están muy cargadas, pero están bien. Son fuertes.

Hellinger: Son más fuertes que la madre.

Mujer: Menos mal.

Hellinger: Mira la constelación. Ellas protegen a la madre.

Hellinger pregunta a la hija mayor: ¿Cómo te encuentras?

Hija mayor: Cansada de empujar. Tengo sensación que todos tiran de mí. Mi madre y mi hermana, es como ayudarles a andar.

Hellinger: ¿Y la hija menor?

La hija menor: Me siento segura.

Hellinger le saca fuera del campo: ¿Y así?

La hija menor: No.

Hellinger: ¿Es mejor o peor?

La representante: Es peor.

Hellinger: ¿Qué tal para la madre si la hija se va?

La representante de la madre: Mejor.

Hellinger se dirige a la mujer constelada: ¿Sabes lo que significa? Ella se muere en tu lugar.

Hellinger retira a la hija menor de su sitio y coloca en su lugar a la representante de la madre.

Hellinger: ¿Cómo te encuentras aquí?

Representante: Más tranquila.

Hellinger: La muerte es un alivio.

Hellinger coloca a las hijas una al lado de otra y en frente del padre. Pregunta a la hija mayor: ¿Qué tal estas?

Hija mayor: Mejor.

Hija menor: Mejor que ahí.

Padre: Al principio me sentí incomodo. Ahora me siento intranquilo porque ha desaparecido mi compañera y algo tenso como si estuviera en oposición. Quisiera estar más cerca pero a su lado no en frente.

Hellinger acerca a las hijas a l padre.

Hellinger: ¿Qué tal así?

Padre: Mejor.

Hellinger se dirige a la mujer constelada: Esta sería la solución para las hijas.

Mujer: El padre se casó con otra mujer y tiene un hijo y durante muchos años hubo un conflicto entre la mujer y yo. Pero ahora desde hace dos meses la pequeña vive con el padre.

Hellinger: Es bueno.

Mujer: Y la grande pronto va a vivir sola porque tiene dieciocho y ya es su vida. ¿Qué pasa con mi representante?

Hellinger: Esa fue la primera parte. Vosotros tres os podéis sentar ahora. Gracias.

Hellinger escoge tres mujeres y las coloca en frente de la representante de la mujer.

Hellinger: Esas serían tres judías. Víctimas judías del holocausto.

La representante de la mujer se retira unos pasos.

Hellinger: Diles, yo también soy judía.

La representante: Yo también soy judía.

La representante poco a poco se acerca a las mujeres judías y se deja abrazar por ellas. Les vuelve a mirar y sonríe. Da unos pasos hacia atrás. Hace un gesto de honra.

Hellinger: ¿Cómo te sientes ahora?

La representante: Me siento en paz. Aliviada. Feliz. (Ríe)

Hellinger: Ok.

Hellinger a todos: También estamos unidos por el destino. Personas que sufren un destino común, se encuentran unidas de una manera especial. Y los pueblos que tienen un destino especial, los miembros de tales pueblos se encuentran unidos de una forma especial. Y eso se aplica sobre todo al pueblo judío y nadie puede esquivarlo, por ejemplo, a través de un bautizo. La comunidad de un destino sigue vigente. Y por muy duro que eso sea en muchos aspectos y lo fue también, tiene una fuerza especial. Por eso este paso es tan importante. Y el destino judío da mucho miedo. Para muchos es una lucha increíble hasta que puedan llegar a sentir y decir sí soy judío. Y no tiene nada que ver si ambos padres eran judíos o solamente uno de ellos o quizá solamente un abuelo o una abuela. Todos se ven implicados.

¿Hay preguntas a este respecto?

Una mujer: Esto lo que usted acaba de decir se refiere al pueblo judío, pero cuando hay dos religiones y tú estás dividido entre dos religiones diferentes y no sabes quién eres.

Hellinger: ¿Tienes un ejemplo?

Mujer: Yo. En la familia de mi madre son protestantes y republicanos y la familia de mi padre son católicos y nacionales. Y toda la vida han estado enfrentados y yo en el medio.

Hellinger: Ven aquí.

Hellinger coloca a la mujer en el centro de la sala y escoge los representantes para su padre y su madre. Coloca al padre detrás del hombro derecho de la mujer y la madre detrás del hombro izquierdo.

Hellinger se dirige hacia la mujer: Apóyate contra ellos. Respira profundamente. Ahora deja que ambas partes confluyan en tu interior hasta que formen una unidad, tanto lo uno como lo otro. Ahora date la vuelta y ahora abraza a ambos padres. Respira profundamente. Profundamente sin sonido. ¿Cómo te encuentras ahora?

Mujer: Mejor.

Hellinger: Dile, yo te tomo a ti.

Mujer: Yo te tomo a ti.

Hellinger: Y dile a ella también, yo te tomo a ti.

Mujer: Yo te tomo a ti.

Hellinger: Os tomo a los dos.

Mujer: Os tomo a los dos.

Hellinger: Protestantes y católicos.

Mujer: Protestantes y católicos.

Hellinger: Republicanos y nacionalistas.

Mujer: Republicanos y nacionalistas.

Hellinger: ¿Está bien así?

Mujer: Sí.

Hellinger: Bien.

Hellinger: Es un ejercicio terapéutico sumamente importante. Siempre que haya unos opuestos en una familia, entre las religiones, actitudes políticas, diferentes países y el hijo se piensa que se tiene que decidir por lo uno o por lo otro. Eso en casos extremos puede acabar en una esquizofrenia. Por ejemplo judíos y nacionalistas, eso sería muy explicito. Hay mucha locura en su familia. (Habla de la primera mujer constelada). Ven aquí, ven. Ahora hago lo mismo contigo.

Hellinger coloca a la primera mujer en el centro de la sala y saca representantes para su parte judía y nacionalista y las coloca detrás de la mujer.

Hellinger: Cierra los ojos, respira profundamente y apóyate. Abre la boca para respirar y deja que ambas partes confluyan hasta formar una unidad. Está bien así, te apoyas en ambas partes. Tenéis que estar muy juntos. Respira profundamente pero sin sonido. Date la vuelta y abrázalos. Tomate el tiempo entero y respira profundamente con la boca abierta. ¿Y ahora?

Mujer: Bien.

Hellinger: Éste sería un trabajo típicamente sistémico. En un sistema cualquier parte tiene el mismo derecho. Y cuando un terapeuta trabaja de una manera sistémica se puede ver tentado de tomar partido del lado determinado. Por ejemplo, toma partido por el hijo y toma partido en contra de los padres. Muchas psicoterapias tienen esto como una práctica estándar. Quizá en España no tanto como en otros países, donde se incita a los hijos en contra de sus padres. El terapeuta tiene que tener a ambas partes en su corazón, los hijos y los padres, judíos y nazis, protestantes y católicos, republicanos y nacionalistas, perpetradores y víctimas. Todos. Y así puede trabajar. Entonces está en sintonía con la gran alma.