Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































La conciencia

Milán 27 de enero de 2010

Desarrollar el trabajo de las constelaciones familiares me ha sido posible solo después de haber tenido una clara intuición sobre el concepto de conciencia.

En nuestra cultura occidental la conciencia viene adscrita a un concepto muy elevado. Es definida como una instancia interior que tenemos que asumir y seguir de cualquier manera. Incluso se ha hablado de la voz de la conciencia como si equivaliese a la voz de Dios.

De manera que toda resistencia a ver y a asumir esta conciencia podría considerarse como un rechazo ante Dios, rechazo ante el cual Dios desencadenaría su temible ira contra nosotros.

Sin embargo, nadie ha reconocido qué cosa es realmente la conciencia. Ninguno de los grandes filósofos la ha definido.

Mas la conciencia ha jugado y juega un papel fundamental en el seno de las religiones occidentales. En ellas Dios viene descrito según las normas y las leyes de la conciencia. Es así que toda regla perteneciente al ámbito de la conciencia supone una regla eterna, y, como consecuencia, quien sea contrario a seguir estas reglas resulta condenado al infierno.

He exagerado un poco, pero solo un poco.

Occidente ha dado pasos increíbles desde el Renacimiento, y dio un paso esencial en el momento de la Revolución Francesa. En el acontecer de estos movimientos surgieron dudas sobre lo que es el Bien y el Mal, y sobre lo que supone el verdadero bien para el ser humano.

También lo he observado bajo la luz de la racionalidad.

Utilizando la racionalidad muchas cosas vienen consideradas como irracionales.

Por ejemplo, el hecho de que hoy estemos en la búsqueda de la libertad religiosa es un resultado de la Ilustración europea. Los derechos humanos también son el resultado de esa época. Pero la conciencia aún no ha sido bien concebida ni conceptualizada adecuadamente.

Llevo empleando seis años planteándome el concepto de conciencia, y sencillamente me he expuesto a todo lo dicho a propósito de la conciencia, deteniéndome en observar lo que le sucede a las personas que declaran moverse al amparo de la conciencia.

Al final he llegado a la conclusión de que la conciencia persigue solo un objetivo:

Mantener el equilibrio.

Y es que podemos relacionar la conciencia con el sentido del equilibrio. Apenas perdemos el equilibrio, el cuerpo reacciona inmediatamente para reinstaurarlo. Y para eso utiliza el sentido del equilibrio. Igualmente, la conciencia funciona con el ánimo de reconquistar el equilibrio de la familia. 

En cuanto nos alejamos de lo que sentimos que tenemos que hacer para pertenecer a nuestra familia, inmediatamente tenemos mala conciencia. Sería como perder el sentido del equilibrio. Ya que inmediatamente después nos comportamos de nuevo conforme a lo que nos viene dictado desde la familia, con el fin de pertenecer.

Sin embargo – y esto es una observación importante - cada persona tiene una conciencia diferente. Cada uno procede de una familia diferente.

Imaginad que camináis hacia vuestro padre, y frente a él concebid que os comportáis como lo haríais para hacer sentir bien a vuestra madre.

¿Cómo se siente en esta situación el padre? Seguro que no del todo bien.

Puesto que su conciencia es diferente de la de vuestra madre.

Pensad también en cómo os comportáis en la Iglesia, o en el trabajo… 

En cada lugar con una conciencia diferente. Pues cada lugar exige una conciencia distinta.

Entonces, podemos decir que la conciencia es un mecanismo de adaptación, un mecanismo reactivo.

Y añado: ¿cuál es el peor aspecto de la conciencia?

La buena conciencia, toda ella, es lo peor que puede suceder.

[Aplausos en el foro del encuentro…]

Si me comporto de una manera que no me permite pertenecer a mi familia – incluso si son pocos los miembros que pertenecen, así como los pocos que pertenecen a mi religión, a mi país, a mi cultura… -, me veo obligado entonces a rechazarlos.

Asimismo, en el nombre de la buena conciencia vienen las guerras. Fijaos en los países árabes y en los Estados Unidos. De la situación en Iraq se deduce que se debe al uso de una buena conciencia, porque está justificada.

Entre los iraquíes la guerra está bien vista, porque se tiene buena conciencia: Dios está de su parte si le siguen. Todos piensan que, por el hecho de seguirle, Dios solo los bendice a ellos. Y por eso piensan que se merecen todo su amor. Solo por seguir su voz. 

Pero, ¿qué voz? ¿Qué conciencia?

De igual manera, los excluidos de nuestra familia lo fueron en el nombre de la buena conciencia, con consecuencias muy grandes y graves.

En este sentido, ¿cuál es vuestra función a través del trabajo de las constelaciones familiares?

Uno importante sería la de unificar los diferentes tipos de conciencias, yendo más allá de la conciencia individual.

Voy a llevar a cabo una demostración.

[Sube al escenario a un hombre y a una mujer].

Y ahora os dejáis guiar por lo que os sucede interiormente, sin intención.

[El hombre mira al suelo. Hellinger dispone a otra mujer en el suelo tumbado entre las dos. La mujer de pie se aleja].

¿Cuál sería la solución? Si dejase continuar esta constelación, viendo que él está atraído por un muerto - quien sea no lo sé, pero sí que representa a una persona excluida, por el motivo que sea -, le induciría a acercarse, y esto crearía un efecto en ella. 

Solo en tres minutos esto se puede hacer, y en esto consiste una constelación familiar.

Aquí podéis ver todo su potencial. Si la constelación viene dirigida por una persona que conoce las implicaciones de la conciencia, ésta puede con facilidad conducir la constelación hacia la solución.