Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































La mirada hacia la muerte

México D.F. Mayo 2000

Tengo cáncer

Hellinger: ¿Cuál es la enfermedad?

Mujer: Tengo cáncer.

Hellinger: ¿Qué tipo de cáncer?

Mujer: Me quitaron un riñón, me quitaron dos tumores, la mitad de la vejiga.

Hellinger: Éste es un caso con peso. Con las primeras palabras ya se vió que aquí se trata de algo importante y tiene mi corazón. ¿Ok?

Mujer: Gracias.

Hellinger: Voy a traer a dos personas. Una que te represente a ti y una que represente a la muerte. Y se trata de saber si para ti la muerte está representada por una mujer o por un hombre. ¿Ok? Bien.

La mujer se levanta y escoge una mujer.

Hellinger: ¿Quién es?

Mujer: La muerte.

Hellinger: Y otra persona que te represente a ti.

La mujer escoge a su representante.

Hellinger: Ahora colócalos según la imagen interna que tú tienes de ellos.

Coloca las representantes de manera que una está al lado de la otra, cogiéndose de las manos.

Hellinger: Colócalas que la gente las pueda ver mejor.

La mujer las coloca frente al público. Hellinger se levanta y dice señalando a la representante de la muerte: Ella tendrá que ir al otro lado.

Entonces Hellinger coloca a la muerte en el lado derecho de la mujer con cáncer. Dice: Así sería correcto.

Hellinger se dirige a la mujer constelada: Ahora siéntate frente a ellas. La persona que la representa no debe mirarla. Tienes que recogerte.

Las dos mujeres se mantienen inmóviles hasta que Hellinger se acerca a ellas y coloca la representante de la mujer con cáncer frente a su muerte. Ellas siguen inmóviles hasta que Hellinger se acerca a la representante de la mujer y le baja la cabeza con la mano.

Hellinger a la representante: Te voy a cambiar.

Ahora la misma mujer con cáncer está frente a su muerte. La mira y llora. Se acerca Hellinger y le inclina la cabeza.

Hellinger le dice a la mujer: Respira profundamente con la boca abierta. Sigue en movimiento. Se ve que hay un movimiento en sus manos. Respira profundamente con la boca abierta y mira a la muerte en los ojos.

En este momento la mujer da unos pasos incontrolados hacia atrás y se cae. Varias personas del público vienen a ayudarle.

Hellinger: No, no, no. Está bien que la dejemos. Esto pasa cuando uno no le mira a la muerte a los ojos. La mujer sigue en el suelo.

Hellinger: Párate aquí.

La mujer se incorpora.

Hellinger: Mírale a los ojos a la muerte. Tira el pañuelo. Respira profundamente con la boca abierta. Respira así, otra vez. Así está bien.

Las dos se miran.

Hellinger: Respira profundamente.

La mujer poco a poco se relaja.

Hellinger: Respira profundamente.

La mujer con cáncer y la representante de su muerte se cogen de las manos y se miran.

Hellinger: Respira profundamente. Respira hacia dentro y saca el aire. Muy calmadamente respira hacia fuera.

Hellinger ayuda a la mujer a apoyarse en la muerte. La mujer poco a poco se pone de rodillas y honra a la muerte. Luego se tumba en postura fetal tocando con las manos los píes de la muerte. Hellinger: ¿Cómo te sientes ahora?

Mujer: Mucha tranquilidad.

Hellinger pregunta a la representante de la muerte: Y tú, ¿Qué sentiste?

La muerte: Me siento menos dura. E sentía muy firmemente parada.

Hellinger: Cuando una persona realmente representa a la muerte se comporta de manera en que ella se ha comportado. Sin moverse. No la abrazó. Se quedó firme. Cuando la quiso jalar hacia abajo, la volví a colocar firmemente. Si la persona que representa a la muerte se vuelve débil, entonces ya no representa a la muerte, sino a alguien de la familia y entonces vemos que todavía hay algo que solucionar dentro de la familia. A pesar de esto pudimos ver que la muerte también representaba a la madre y el movimiento que hizo hacia la muerte se parece al movimiento que se hace hacia la madre.

Hellinger se dirige a la mujer constelada: Párate ahora. Te voy a decir algo sobre la muerte. Si se respeta a la muerte, entonces muchas veces espera un ratito.

La mujer llora y abraza a Hellinger.

Hellinger: Está bien. Para quien respeta a la muerte, la muerte ve que la persona se mantiene otro rato o que se sana totalmente. ¿Estás de acuerdo?

Mujer: Muchas gracias.

Hellinger: Está bien. Ahora también necesito un pañuelo ahora para limpiar las lágrimas que a mí también me surgieron. El terapeuta que está en la unión con el alma grande toma el destino tal como es. Puede asentir a la vida o a la muerte. ¿Perciben la diferencia entre aceptar y asentir? La diferencia dentro del alma entre aceptar y asentir tanto a la vida como a la muerte. El terapeuta asiente a la vida y a la muerte. Consiente tanto el sanar como el estar enfermo. No trata de liberar a alguien de su destino o de liberarlo de la muerte. Está dentro del ritmo del alma grande. Y el alma grande, si uno lo consiente de esta forma, es guión de más fuerza. Le da tanto la fuerza al cliente como al terapeuta.

Lo que aquí describo es en realidad un punto de vista religioso. No en sentido de creer en algo, sino el respeto de algo que no podemos entender. Por eso el terapeuta nunca se pone en medio, sino que se deja llevar por el movimiento del alma y respeta y observa el secreto que está detrás, sea cual sea y no pregunta sobre ello. No quiero saber la razón. En el momento que se hace eso, ya no está en contacto con el alma.

Hay posibilidad de preguntas todavía.

Una mujer: Doctor, me gustaría que usted pudiera definir su concepto del alma.

Hellinger: Respeto, observo los movimientos sin comprenderlos. Pero quiero hacer una diferencia importante. Esta alma no es algo divino. Es algo terrestre. Quién intercambia esto se equivoca. Lo que está detrás eso es lo que cuenta. Y si el terapeuta no mira el alma o si no mira sólo el alma, sino que también está respetando el secreto que está detrás, entonces puede estar en contacto real con el movimiento del alma.

Pero quiero añadir algo importante. Estos movimientos del alma no tienen conciencia. Quien sigue su conciencia se ve limitado para poder seguir el movimiento del alma y a lo que lleve el alma. Por eso sólo podemos llegar ahí, cuando nos hemos limpiado de la conciencia, cuando aprendemos a diferenciar entre los movimientos de la conciencia y los movimientos del alma. Porque la conciencia, es decir, cuando sentimos culpabilidad o inocencia, en este sentido piensan que forman parte de y quiénes son los excluidos. Es decir, quien sigue su conciencia nada más, siempre va a excluir a alguien y a los hechos malos. Por ejemplo, una guerra se hacen con buena conciencia porque la misma conciencia excluye a los demás. O sea, sólo cuando me puedo desarrollar más allá de diferenciar entre lo bueno y lo malo. Cuando estoy unido a lo bueno y lo malo, con la vida y la muerte, con lo horrible y lo grande, podré comprender esos movimientos y seguirlos.

“Soy seropositivo”

Hellinger: ¿De qué se trata contigo?

Hombre: Yo soy portador de HIV. Soy homosexual.

Hellinger: ¿Desde cuándo eres portador del HIV?

Hombre: En septiembre de 1998 me hice el examen. El hombre que me infectó murió y nunca lo supe. Después de haber muerto él me hice un examen.

Hellinger: Vamos a colocar a dos personas. A ti y al hombre que te dio el virus. ¿Ok?

El hombre escoge a los representantes.

Hellinger: Céntrate en ti mismo y después colócalos uno en relación al otro.

El hombre les coloca uno frente al otro.

Hellinger: Siéntate de tal forma que los puedas ver mejor.

Los hombres se miran inmóviles. Hellinger saca una mujer y le dice: Tú representas a la enfermedad.

Ninguno de los hombres la mira, siguen mirándose uno al otro. Los tres sin moverse. Tras un tiempo, se acerca Hellinger y le dice al representante del hombre constelado: Dile, “Estaba esperando esto”.

Hellinger: ¿Cómo te sientes al decirlo?

Representante: Me siento confundido y con algo de miedo.

Hellinger: ¿Te sientes mejor o peor cuando lo dices?

Hombre: mejor.

Hellinger dice al público: Quiere llegar a nosotros desde el papel de la víctima.