Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































La reconciliación I

Méjico 2001

Lo que nos hace grandes es lo que nos hace igual que todos

Me siento agradecido de estar aquí, porque todos estamos unidos en un tema común que es nuestro respeto por cada ser humano, todos tenemos los mismos derechos. Y quiero compartir mi experiencia en relación con cómo se puede ayudar, para comunicarnos sobre la base de la igualdad. Y en lo que yo estaba preocupado primeramente era que colocamos a nuestras almas bajo el respeto a todas las otras personas.

Una vez estaba pensando acerca de la grandeza de la humanidad.

¿Qué es lo que hace grande a una persona? ¿Cuál es el tema más importante para un ser humano?

La parte más grande de un ser humano es lo que nos hace igual a todas las personas. Nada es más importante, excepto las cosas que nos hacen igual a todos los demás. Pero en nuestras almas hay tendencias que trabajan contra este reconocimiento. Por ejemplo, cuando hacemos una distinción entre buenas y malas personas, o en las religiones si hacemos distinciones entre elegidos y rechazados. Aún en las familias encontramos, por ejemplo, que el esposo piensa que su familia es mejor que la familia de su mujer y viceversa, por supuesto.

¿Cómo puede ser que la fuerza que impulsa estas distinciones sea nuestra consciencia? Y con eso me refiero a la consciencia que hace las distinciones entre lo que es bueno y lo que es malo. Por eso a veces tenemos buena consciencia cuando nos sentimos inocentes o tenemos mala consciencia cuando nos sentimos culpables. Pero si miramos con cuidado qué sucede cuando tenemos buena consciencia o cuando tenemos mala consciencia, observamos que podemos tener una buena consciencia cuando estamos seguros de que vamos a ser aceptados en nuestra familia y mala consciencia cuando nos tenemos que enfrentar al hecho de haber perdido la conexión con nuestra familia.

Por eso la consciencia es lo que nos vincula a la familia, en la misma medida en que nos separa de otras familias. Entonces divide los grupos entre ellos. Por eso cuando observamos que hay guerra o conflicto entre grupos, podemos ver cómo actúan a través de su buena consciencia cuando lastiman a otras personas. Porque cuando hacen eso están más íntimamente conectados con su propio grupo. Por eso el obstáculo más importante para la paz es nuestra dependencia a esa consciencia. Si comparamos, podemos ver que otros que son totalmente diferentes de nosotros tienen buena consciencia cuando nos dañan a nosotros.

¿Cómo superar esa distinción? ¿Cómo recuperarse de eso para alcanzar la paz entre las personas?

Primero tenemos que mirar a las otras personas individualmente. Eso significa que no tengo que sentirme ahora como si fuera un alemán y que yo no los mire a ustedes como mejicanos, sino mirarme como una persona y mirarlos a ustedes como personas, y entonces todo cambia.

Os voy a dar un ejemplo.

Cuando estuve en Israel, hubo una mujer que dijo que su padre fue asesinado por un árabe. Entonces hice una constelación familiar poniendo un representante para su padre y un representante para el árabe que le mató.

Para comprender este ejemplo, ustedes deben saber que cuando hacemos una constelación familiar las personas eligen un representante para esa persona y las personas que son elegidas sienten igual que las personas que están representando sin conocerlas. ¿Cómo es posibles esto? Yo no lo sé, pero lo podemos observar.

En este ejemplo, el representante que mató al israelí estaba de este lado y en el otro lado el árabe y se miraban cara a cara el uno al otro. No hicieron nada. No tuve que hacer nada yo, porque una vez que las dos personas estuvieran paradas ahí el movimiento del alma en cada uno de ellos les impulsa en cierta dirección y sólo tenemos que mirar para ver cuál es la solución que podría ser o debiera darse.

Al principio cada uno tenía miedo del otro y el representante del árabe se movió un poco en esa dirección y no estaba en la posición de mirar al israelí a los ojos pero una vez que le miró a los ojos, de repente todo cambió. Muy lentamente caminó hacia el israelí al cual había asesinado y su víctima lo miró también con amor. Es increíble, pero fue exactamente lo que sucedió. Después de un momento se abrazaron muy íntimamente. Y después el representante del israelí se tumbó en el suelo como una persona muerta y realmente así estaba y el árabe también se tumbó al lado de él. Y estaban tumbados el uno al lado del otro en paz.

Esto muestra que más allá de la consciencia, si quitamos las distinciones entre lo bueno y lo malo, entre víctimas y perpetradores, hay un movimiento del alma que guía hacía la reconciliación, más allá de la comprensión usual.

Les voy a dar otro ejemplo.

Una vez trabajé en una prisión en Londres y uno de los prisioneros que mató a otra persona quería trabajar conmigo. Le dije que sólo trabajaría con él y con el hombre que asesinó. Pero primero le hice una sugerencia, que pusiera una foto de la persona que asesinó en su celda. Porque eso significaba que tenía que mirar realmente y darle la cara a su víctima. Nosotros podríamos pensar que eso fue muy difícil para él, pero no lo fue. Inmediatamente me dijo, “Sí, esa es una buena idea. Puedo tener una foto de él, porque acabo de mirar los diarios donde este asesinato fue realizado y puedo tener esa foto y la voy a poner en la pared de mi celda.”

Después elegí a dos representantes, uno para él y uno para la persona que él asesinó y de nuevo yo no intervine. Permití que la constelación tomara su curso por ella misma. Muy pronto el hombre que lo representaba a él fue movido por un dolor muy profundo, empezó a llorar fuerte, luego se hundió en el suelo. Y la víctima se volcó y, cuando vio que el otro sintió un dolor tan profundo, se bajó hacia él, lo consoló, se miraron el uno al otro a los ojos, se abrazaron. Entonces el hombre que fue asesinado se levantó y se retiró.

Vemos ahí que se mete uno en un movimiento profundo del alma, hay un movimiento irresistible hacia la reconciliación. Con una condición: que miremos a la otra persona a los ojos y que permitamos que la otra persona nos mire a los ojos a nosotros.

Muy recientemente tuve una experiencia a partir de la dimensión política de todo esto. En el congreso en Alemania estaban dos hombres israelíes que formaban un instituto para promover la paz. Los dos hablaron con la audiencia y después ofrecieron un taller donde hablaron de sus experiencias y de los métodos que ellos aplican.

Es importante ver como diferentes personas piensan, como cada uno se aproxima a determinado evento. Ellos, como ejemplo, pusieron la expulsión de los palestinos de Israel. Los palestinos decían que ellos fueron sacados, expulsados y que fueron amenazados., entonces se fueron. Y los israelís piensan que los palestinos se fueron por sí mismos. Los dos piensan de una manera distinta sobre el mismo evento. Y querían tener una comprensión mutua de cada una de las partes al expresar cómo se sentían sobre eso. Y había miedo de parte de los israelís que los palestinos pudieran reclamar el retorno a Palestina como fue garantizado por una resolución de Naciones Unidas. Pero las cosas han cambiado mientras tanto. Entonces había 300 mil palestinos que vivían en Palestina, ya ahora la población ha crecido hasta 5 millones. Y ahora podemos imaginar los miedos de los israelís si se garantiza el retorno a Palestina. ¿Qué sucederá con ellos?

Entonces me invitaron a mí para mirar una solución a partir de las constelaciones familiares. Entonces elegí cinco representantes para los palestinos y elegí personas judías para esto para que ellos tuvieran la oportunidad de sentir como los palestinos sentían. Y de otro lado elegí a cinco representantes para los israelís. Unos frente a otros. Y se miraron muy de cerca.

Y no volví a intervenir, sólo permití que la constelación libremente tomara su curso. Un israelí trató de contactar con uno de los palestinos, pero el otro se negó porque tenía miedo. No quería que interviniera. Una mujer miró al suelo. Cuando alguien está mirando al suelo, nosotros sabemos que esta persona está mirando a un muerto. Entonces elegí a un hombre para que se tumbara en medio, en el suelo boca arriba para que representara a una persona muerta. Pero no se dijo si esta persona representaba a un muerto de los palestinos o un muerto de los israelís. Cuando se dejan a los representantes, poco a poco, pueden expresar sus sentimientos y el sentimiento más profundo fue un profundo duelo, un duelo por sus muertos. Los muertos de ambos lados, palestino e israelí. Unos de los israelís estalló en sollozos.

A los quince minutos paré todo el movimiento y les pregunté a cada uno de los representantes cómo se habían sentido durante la constelación.

Para la sorpresa de los israelís ninguno de los palestinos reclamó el retorno a Palestina. Vieron que era imposible. Y los representantes de los israelís pudieron ver por primera vez qué profunda era la herida del lado de los palestinos, el duelo que tenían que pasar por estar lejos de sus hogares y el dolor por todas las injusticias que han tenido que pasar durante este tiempo.

Y al mismo tiempo los palestinos pudieron comprender que muchos de los israelís, la mayor parte de ellos también son refugiados porque no pudieron vivir en los países donde ellos nacieron y tenían miedo de ir a otra tierra después de las experiencias que tuvieron en Alemania.

De repente los dos lados se miraron uno al otro como seres humanos que han sufrido y pudieron reconocer el sufrimiento mutuo y fue claro en esa base que es posible encontrar una solución. Pero el prerrequisito es que cada uno vea a los otros como seres humanos que sufren como ellos mismos. Y que todos quieren ser reconocidos como seres humanos con las mismas aspiraciones y con el derecho de ser vistos como seres humanos. Sólo sobre esta base sería posible alcanzar la paz.