Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Los órdenes del amor en la vida cotidiana. Extractos

Apertura

Imagino cuantos de vosotros os habréis acercado aquí con una expectativa especial de que se logre algo para la vida y por la vida. Porque podemos ver que, en muchas relaciones, las personas se aman a menudo de una manera muy profunda pero este amor no llega al objetivo. Incluso podemos observar que el amor está como en contraposición a la vida. Por ejemplo, cuando algún hijo se hace cargo de algo que es de sus padres. Le dice, internamente, a la madre o al padre “yo llevo tu destino en tu lugar”. Incluso a veces, llegan a decir “sufro por ti”, “me enfermo en tu lugar” “muero en tu lugar”. Este amor está en contra de la vida. Es un amor ciego.

Pero el amor grande está en sintonía con la vida, está al servicio de la vida. Y este es el tema de este seminario: que aprendamos qué tipo de amor va con la vida y está al servicio de ella. Este amor es el que hace feliz y es para todos.

Ahora en nuestra alma estamos unidos con muchas personas. Esto incluye que, junto con los miembros de nuestra familia, nos movemos como estando en un alma. Que somos movidos por un alma común. Y en esta alma grande, todos están presentes, siempre. Así que si os miro, veo más. Veo a vuestras madres y las amo, y las respeto; y veo a vuestros padres y los amo y los respeto; y veo a vuestros hermanos y a vuestro abuelos y a sus bisabuelos, a todos los ancestros, hasta muy atrás. Ellos están aquí presentes, con nosotros.

Si queréis ahora, cerrad los ojos y sentid en vuestra alma a vuestra madre, su amor, el amor de vosotros hacia ella, y sentid a vuestro padre y a vuestros hermanos y a vuestros abuelos y a todos los ancestros, hasta muy atrás. Están de pie, detrás de vosotros. Y quizá algunos estén esperando que los miréis, que les deis las gracias, que permitáis que ellos os ayuden. De repente, podéis sentiros como unidos a algo grande.

Entonces yo no trabajo únicamente con cada uno, con el individuo, estoy al servicio de su familia. Y cuando trabajo aquí con personas individuales, no solamente trabajo con ellos y su familia, les miro a todos al mismo tiempo. Y todo lo que yo esté haciendo, también está a su servicio y al servicio de su familia. Y, de esa manera, todos nos transformamos aquí en una gran familia, unidos entre nosotros con respeto y amor.

En sintonía con tu sonido

Ejercicio de percepción

La mayoría de vosotros estáis en una relación de pareja. Y aquellos que no lo están, tienen alguna persona con la que se sienten muy unidos.

Ahora sentid y escuchad interiormente vuestro tono, vuestro propio tono, vuestro propio sonido. Cada uno tiene un sonido propio. Y permitid que ese tono, ese sonido, vibre. Hasta que lo haga con mucha pureza. Un sonido puro. Vuestra pareja, otra persona a la que améis y con la que sabéis que estáis unidos, también tiene un sonido. Y tratáis de escuchar ese sonido hasta llegar a hacerlo, hasta que escuchéis el sonido puro. Y este sonido es distinto del vuestro. Y sin embargo también es un sonido puro. Y ahora, escuchad para ver si estos dos sonidos están en armonía. Aunque sean distintos, vibran en armonía, en una armonía pura. Y de esa manera, ambos estáis unidos desde un lugar muy profundo. A pesar de ser distintos, sonáis juntos.

Cuando trabajo con una persona, escucho el sonido de esa persona y la otra persona escucha mi sonido. Y yo espero hasta que el sonido de esa persona y el mío vibren juntos. Entonces sí puedo trabajar.

Conexiones sistémicas

(Tras haber trabajado con una mujer que padece osteoporosis en la cadera)

Me gustaría explicar lo que ocurrió aquí. Esto es un ejemplo muy bueno de lo que son conexiones sistémicas. Cuando estuve en sintonía con ella, ¿con quién me puse en sintonía en especial?

- Entré en sintonía con tu sistema, pero ¿con quién en especial?

- ¿Con mis hijos?

- Exactamente. Los salvé. Los he salvado. Y tú por supuesto estás de acuerdo...

- Sí

Por eso coloqué los hijos frente a ella, porque si hay algo como ella había descrito, esos dolores en la cadera y esa otra persona a la que está mirando, entonces los hijos son los que están mirando a esa persona. Si ella no mira, miran ellos. Y quedó claro que se trataba de un niño y que la madre de ella se sentía atraída por la muerte, también quedó claro. También se puso de manifiesto que los hijos decían: yo muero en tu lugar. Pero eso es un amor para la muerte que está en contraposición con la vida.

Mi intención era que este amor mirara en dirección a la vida, que ambos chicos pudieran volverse hacia la vida. Y también quedó claro que ella se sentía culpable por la muerte de ese niño y que no miraba a los ojos a las consecuencias de esa culpa. Los hijos querían intervenir creyendo que podían hacer algo. También ella miraba a sus hijos a pesar de no mirar a los ojos a su propia responsabilidad. Eso fue el comienzo.

Entonces, de repente, vi y también sé por experiencia que eso es así que no tenía la fuerza para hacerlo. Había algo más porque la relación con su madre está impedida. Y donde falta la relación con la madre, todo viene mal. Por eso configuré a la madre. Y ¿qué pasó ahí?, exactamente lo mismo. También ella miraba a un niño muerto. Y ella le dijo: yo en tu lugar. Es decir, que lo que le ocurre a ella, también tuvo lugar en su familia de origen. Si solo miramos una cosa restringida, no podemos avanzar. Esto va también hacia atrás, hacia el pasado.

- Lo que venía de atrás es que toda mi familia estuvo en un campo de concentración.

- Ok, entonces eso es mucho más grande. Ahora estás en sintonía. Ahora estás con tu amor. Cierra los ojos. Mira los muertos, míralos... Ahora va a pasar algo que es muy difícil para ti. ¿Estás preparada para esto? Ahora miras a los muertos y esos muertos miran a sus asesinos. Y miran más allá de sus asesinos y tú miras con ellos a los asesinos y a Dios. Y les dices a los asesinos: también os amo. Les dices: yo también soy como vosotros. Tómate tu tiempo porque los muertos le dicen lo mismo a los asesinos: también os amo y reconozco que soy como vosotros. Y luego, fíjate en el movimiento que comienza entre los muertos y los asesinos. Y únete a ese movimiento ante Dios.

Quiero explicar algo. Todas esas personas que desterramos de nuestro corazón, adquieren poder sobre nosotros. Por eso es posible observar (un ejemplo muy claro por supuesto son las familias judías en las que se mataron a muchos miembros en los campos de concentración) a quién excluyen de su corazón: a los asesinos. ¿Y cuál es el resultado? En esas familias hay representantes de esos asesinos y entonces algunos tienen energía asesina. Y son iguales que los perpetradores.

- Y tú tenías energía de perpetradora pero te he mostrado el camino para salir de eso. A través de los muertos. Porque ellos hacen el mismo movimiento con los asesinos, con los asesinos muertos porque ya están muertos. Y ahora puedes tener un gran futuro por delante.

Todos estamos al servicio de Dios

Si observamos detalladamente esta última constelación, vemos que no había solución.

Es decir, en la relación de la madre con este hijo muerto no había solución. Y tampoco la había en la relación con su madre y los muertos. A través de este trabajo llegamos a tocar un límite con las constelaciones familiares y los movimientos del alma, es decir, que debemos poder ir más allá de esos límites.

¿Y qué hay más allá del límite? Más allá del límite hay una fuerza sobre la que no tenemos poder, ante la que no tiene éxito nuestra voluntad ni la sabiduría del terapeuta.

¿Qué es esa fuerza? Es algo espiritual, algo que tiene efecto más allá de nuestros deseos y expectativas.

¿Y qué es lo que nos impide conectarnos con esa fuerza? Las imágenes que tenemos de Dios. Tenemos imágenes extrañas de Dios que nos impiden acceder a lo divino. Tenemos por ejemplo el concepto de que Dios se ocupa de nosotros como una madre o un padre, como si tuviese un amor especial hacia nosotros y únicamente hacia nosotros.

Pero lo divino, ese poder espiritual que mueve todo, no se puede imaginar de otra manera que no sea dirigido hacia todos de la misma forma. También hacia aquellos con los que estamos enfadados. Está dirigido hacia ellos de la misma manera y tiene otros objetivos que van mucho más allá de nuestros deseos, es decir, que detrás de todo hay un movimiento creador, una fuerza creadora, espiritual.

Y ante esa fuerza no puede quedar nadie excluido y nadie puede perderse. Por ejemplo, tomas a este niño y lo colocas, para utilizar una expresión judía, en el regazo de Abraham. Ahí está bien cuidado. Ante ese poder, nadie es mejor ni peor. Porque todo lo que existe vuelve como cayéndose hacia ese fundamento, esa base, de la misma manera, en la misma medida.

Para ti el ejercicio sería que mirases hacia ese poder y hacia el destino del niño y te inclines ante ello. Luego miras hacia tu destino y también hacia tu culpa y te inclinas ante ello. Todo está contenido en ese movimiento. Eso era el primer paso.

Ahora viene el último. Nadie puede matar a otra persona. La muerte no está al servicio de ninguna persona, pero hay personas que están al servicio de la muerte. Porque la muerte es solamente una imagen, está al servicio de Dios, todos ellos pues son víctimas de Dios porque, en definitiva, ellos son los que más difícil lo tienen.

Algo respecto al amor. A los perpetradores solamente podemos amarlos con el mismo amor que tiene Dios y es un amor espiritual y a distancia. Uno se entrega a ese movimiento, por así decirlo, y entonces queda libre.

Lograr el amor

Hay muchos que cuando quieren trabajar conmigo y muchos que cuando tienen un problema, se van repitiendo internamente este problema todo el tiempo. Y luego me lo quieren contar a mí también. Entonces yo ni les pregunto y, si no tienen la oportunidad de contar su cuento, lentamente se ponen en contacto con su alma.

(A alguien que no tiene impulso para vivir)

Cierra los ojos. Internamente dile a alguien: por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... por favor... sí... sí... sí... sí... gracias... gracias...

¿Cómo estás?

- Bastante aliviada

Para el amor sólo se necesitan tres palabras

Para mí la ayuda en las relaciones humanas o el amor se concentra en tres palabras. Cuando se logran esas tres palabras, se logra el amor. Y las tres palabras son:

Por favor, sí, gracias.

Pudimos ver como luchaba contra esas palabras al comienzo pero después mediante esas tres palabras, se logra una relación. Y hay una diferencia en como se las usa en la serie una detrás de otra.

Aquí, gracias significa: tomo de vosotros la vida en toda su plenitud y tomo todo lo que me habéis regalado por amor, gracias.

Y luego sigue la segunda palabra mágica. Miráis a los padres y les decís: por favor. Simplemente por favor. Y al decir esto, se abre el corazón para todo aquello que los padres dan y este por favor abre el corazón de los padres para que puedan dar aquello que nosotros les pedimos. Sin el por favor, los padres pueden dar muy poco. Es decir, los miramos, abrimos ampliamente nuestro corazón y primero decimos gracias y luego por favor.

Y luego les decimos la tercera palabra mágica: sí. Os tomo tal como sois, tal como sois, sí, os tomo como a mis padres, sí, y me podéis tener como vuestro hijo, sí, y tomo de vosotros la vida tal como me la dais con todo lo que la acompaña, sí.

Gracias, por favor, sí.

Muchos problemas surgen porque estamos separados de los padres, porque nos hemos separado de ellos. ¿Y cómo se solucionan esos problemas? Mediante tres palabras: gracias, por favor, sí. ¿Cuántos terapeutas y ayudadores podrían ahorrarse mucho trabajo si supieran esto. Tres palabras son suficientes para ayudar a alguien: gracias, por favor, sí.

En una relación de pareja, a veces también hay obstáculos para el amor. ¿Cómo superamos esos obstáculos? Mediante tres palabras pero de manera distinta. Se dice al revés.

El hombre y la mujer se miran a los ojos y se dicen: sí.

Sí te amo tal como eres, sí, te tomo tal como eres, sí, y contigo amo también a tu madre y a tu padre tal como son, sí, y estoy de acuerdo con tu destino, con tu pasado y con tu futuro, sí.

Y después, sigue la segunda palabra. Se miran uno al otro a los ojos y dicen: por favor. A través del por favor se abre el corazón, el propio corazón y el de la pareja. Este por favor es una señal de confianza. Yo confío si desde mi corazón digo por favor, la pareja me lo concede y si la pareja me dice por favor desde su corazón, el mío se abre y se desborda. Le ofrezco mi regalo, después que haya mostrado su necesidad. Porque a través del por favor, nos quedamos pequeños y necesitados y estamos abiertos para recibir un regalo.

Después sigue la tercera palabra, completamente natural: gracias.

Todo es muy sencillo, el amor es tan sencillo... Sólo necesita tres palabras: sí, por favor, gracias. ¿Y después? Comienza la felicidad.

Esto es lo esencial acerca del amor en la vida cotidiana.

Los muertos no pueden quedarse. Tampoco regresan

El gran amor es consciente de sus limitaciones

Cierra los ojos y dile a alguien: por ti hago todo.

Después, dile a alguien: por favor, quédate.

Cuando observamos este trabajo, podemos ver que cuando los hijos aman, cuando se quieren hacer cargo de algo que es de los padres, les da sensación de poder, piensan que su amor tiene el poder sobre la vida y la muerte. Pero también hay muchos padres que se comportan frente a sus hijos de una manera como si su amor tuviese poder sobre ellos. Y entonces piensan que con sólo amar mucho a los hijos, éstos se van a desarrollar de la manera que ellos desean. Y este amor, el que considera que tiene poder, está al servicio de la muerte, se opone a la vida.

El gran amor renuncia al poder.

Es consciente de sus limitaciones y entonces ya no es un amor personal sino que es amor en sintonía con un movimiento mayor, con el movimiento de la vida como un todo. Y este amor no exige nada en lo que se refiere al poder pero tiene poder. Tiene un efecto bueno pero sin exigencias.

Y ahora esto también lo podemos aplicar a nuestras ganas de ayudar. Muchos psicoterapeutas y ayudadores también tienen la idea de que dirigiéndose a su cliente, ostentan el poder. Que tienen el poder de cambiarlo. Y si el cliente cambia de acuerdo a lo que piensa el ayudador, ¿qué pierde?: su vida, su propia vida personal. Este tipo de ayuda se opone a la vida y a algo más, también se opone a la vida del ayudador. Ya no se puede desarrollar en su manera personal. El gran amor que ayuda, el que está al servicio de la vida, no es ostentoso y es humilde.

Yo quiero saber poco de la otra persona y confío en el movimiento de su alma. Sólo interfiero cuando veo que puedo avanzar en algo al servicio de él.

En sintonía con los destinos

Me gustaría decir algo sobre el destino. ¿Qué es el destino? Podemos hacer una diferencia, nosotros vivimos el destino de distintas maneras. Hay un tipo de destino que vivimos como imposible de cambiar. Por ejemplo: que tengamos los padres que tenemos es destino. A veces también el tener una incapacidad es un destino. El nacer en un determinado pueblo, también es destino. ¿Y cómo nos manejamos con este destino? Estamos de acuerdo y lo aceptamos tal como es.

Algunos tratan de rechazarlo. Por ejemplo, hay algunos que desearían tener otros padres. Y también quieren huir del destino de su pueblo. Y en el momento en el que tratan de defenderse contra ese destino, se vuelven débiles.

Solamente estando en sintonía con ese destino, nos volvemos fuertes y podemos crecer. Y eso por supuesto también tiene consecuencias en nuestras relaciones. Cada vez que nos encontramos con una persona, ésta tiene un destino distinto al nuestro. Un destino que no puede cambiar. Y también debemos estar de acuerdo con el destino de esta otra persona.

Eso, por supuesto, es muy importante en la relación de pareja porque cada una de las partes tiene un destino distinto. Y, a veces, uno de los elementos de la pareja se defiende del destino del otro. Y entonces el amor está en peligro. Solamente estando también de acuerdo con el destino del otro, ambos pueden amarse con un respeto muy profundo. Pero hay más respecto al destino.

Por ejemplo, una intrincación: el hecho de que estemos implicados en el destino de otros miembros de nuestra familia. Este destino, a veces, puede cambiarse un poco. Y este trabajo que hacemos trata de cambiar o, de alguna forma, solucionar este tipo de destino. A veces, los padres a través de las intrincaciones que tienen se vuelven destino para sus hijos. Y si los padres no logran solucionar estas intrincaciones, ellas se vuelven destino para sus hijos. Más tarde, cuando los hijos también pueden reconocer las intrincaciones de los padres, como en las constelaciones familiares, pueden separarse del destino de éstos en cierta manera.

Este destino, a veces espera poder ser solucionado. Por ejemplo, cuando trabajo con una persona y veo su destino, me inclino ante él sin querer cambiarlo y entonces, a veces, su destino se adelanta, viene hacia mí y me permite mostrarle una salida.

Es decir, son dos tipos distintos de destino: el que no se puede cambiar y el otro que permite un cambio. Pero también hay un tercer tipo de destino. Se vive como misericordia. Por ejemplo como cuando somos salvados de algún tipo de peligro. Cuando nos encontramos con una pareja con la que podemos estar profundamente unidos, es un regalo y también es destino para nosotros. Un destino que es un regalo y que es bueno. De la misma manera, a veces, nos encontramos con un peligro o una catástrofe. Estamos expuestos a ella como a un destino. Y eso pertenece a este otro tipo de destino que se inmiscuye desde afuera para nuestro bien pero también de una manera que nos aniquila. Y también con esto debemos estar de acuerdo tal y como es. Y entonces estamos en sintonía con el destino de todas estas distintas maneras. Esta forma de asentir al destino tal como es, a nuestra vida tal como es, con todo lo que la acompaña, es en realidad el auténtico logro religioso. En ese momento estamos unidos a fuerzas mayores y ellas nos sostienen, nos llevan, sin importar donde terminemos.

Dinámica de la esquizofrenia

(Tras una constelación sobre la esquizofrenia)

Quisiera explicar esto un poco. Yo no sé nada de la familia pero el entorno del campo familiar se siente en un tipo de trabajo así. Los participantes se encuentran en este campo y nos demuestran algo que ocurre dentro de ese campo.

Al principio solo configuré una representante para la hija, y ésta tuvo un movimiento doble: uno originado en el miedo que iba hacia atrás y uno agresivo cuando se acercó. En el caso de la esquizofrenia hay un asesinato en la familia. ¿Dónde?: no sé, pero no necesito saberlo.

Y tenía la imagen de que se trataba de más de un muerto porque yo también penetro en ese campo. Por eso coloqué tres muertos y la hija se comportó como si perteneciera a esos muertos. Es decir, que estaba unida a ellos. Pero ahí no hay solución.

Luego configuré un representante pero no dije a quien representaba y tampoco lo sé. Pero se puso de manifiesto que representaba al o a los perpetradores. Por eso después la representante de la hija fue hacia él y sentía rechazo. Y un perpetrador no puede cambiar. Solamente lo puede hacer si es amado y respetado.

Entonces comencé el camino a través de la palabra por favor.

De golpe, el movimiento surgió en ella hacia él y entonces se ablandó y ella estaba completamente identificada con él, con el perpetrador y fue a ayudarlo, tratando de alejarlo de los muertos y ahí tampoco hay solución. Yo lo volví a acercar. Pero de todas maneras no hay solución para la hija porque ella se hizo cargo de eso en lugar de otra persona y era en lugar de la madre. Por eso llevé a ésta hacia él y se acercó al perpetrador, porque estaba unida a él. Como lo rechazaba, estaba unida a él.

Cuando la madre llegó ahí, saqué a la hija de la intrincación. Ahora el problema está donde debía estar: con la madre. La saqué, le di la vuelta y se sintió mejor. Eso fue, por así decirlo, la sanación para ella. Y la madre estaba igual con el perpetrador y como estaba identificada con él, le impidió hacer lo decisivo. Uno de los muertos, la de la derecha siempre le había estado mirando y yo le llevé hacia ella y también se acostó. Eso es la reconciliación. Cuando el perpetrador se acuesta junto a las víctimas.

Y así, pude llevar la hija hacia la madre. Y era necesario que ésta le diera las gracias porque se había hecho cargo en su lugar, no sólo por ella por supuesto sino por todo el sistema y pudo liberarla.

Quiero decir algo más general sobre esto. Una de las compresiones que realmente abren el camino en este tipo de trabajo es la comprensión de la dinámica que tiene efecto en psicosis, sobre todo en el caso de la esquizofrenia y, si se sabe, es posible ayudar a muchos esquizofrénicos pero no es tan fácil.

¿Por qué no es tan fácil? Porque somos moralistas. Y porque hacemos diferencias entre los buenos y los malos. Y nos ubicamos en contra de los malos, nos enfadamos con ellos y entonces nos volvemos igual que ellos: también malos. Esto es válido para los perpetradores y luego hay que tomar en el corazón también al perpetrador. Darle un lugar. Eso ayuda al perpetrador a aflojarse y así puede comenzar el movimiento sanador pero éste comienza en nuestro corazón. Ahí es donde comienza la reconciliación.

Nuestro tema es los órdenes del amor en la vida cotidiana y ¿cuál es el verdadero orden?: que se les dé un lugar a todos aquellos a los que excluimos. Eso es un orden del amor. No del amor emocional sino del amor grande, de un amor espiritual. Y también es entonces un amor espiritual. Está íntimamente unido a un movimiento creador, a un movimiento divino.

Sin madre no hay hombre

Podemos ver qué ocurre cuando la hija es hija del padre, la preferida del padre, o si ella considera que es la preferida del padre: se interpone en la relación de los padres. Cuando la vuelves hacia otro lado, los padres pueden encontrarse y ella se considera, por supuesto, mucho mejor que la madre.

Un pequeño aforismo: sin madre no hay hombre. Y se puede ver.

El hombre se encuentra con la madre, no con el padre. Primero la madre y después el hombre.

En el pasado no hay futuro

¿Cómo hacemos para tener fuerza?, ¿cómo recibe su fuerza un árbol?: a través de la raíz.

(Tras una constelación- pueblo indio masacrado por los conquistadores)

En el pasado no hay futuro. Se puede ver que los muertos son los del pasado y no quieren que los vivos estén junto a ellos. Pero a veces queremos estar con los muertos. Con eso se pierde la fuerza. Hemos podido ver que el pasado se despide y, por su tamaño, también hemos visto el sufrimiento y las derrotas del pasado. Es un proceso largo y difícil. Se puede sentir en uno mismo. Y eso lleva un tiempo pero se puede ir por delante de los demás.

La vida continúa

Los órdenes del amor también son órdenes de la vida. ¿Cuál es el orden fundamental de la vida?: la vida continúa. Todo lo que impide el avance de la vida, está en contraposición a la vida como tal.

Y ¿cuál es el mayor obstáculo a este avance de la vida?: la mirada hacia atrás, hacia el pasado.

Y esto, en primer lugar, es válido para cada uno personalmente. ¿Qué sucede con nosotros cuando miramos hacia atrás, hacia nuestro pasado?, ¿y si lamentamos algo de ese pasado?: evitamos que el pasado sea realmente pasado, nos retiene. Y si todavía tenemos expectativas hacia el pasado o pensamos que algo debería haber sido distinto de lo que fue, no podemos avanzar en la vida, no podemos crecer. Por lo tanto, despedirse del pasado es la condición primordial para el crecimiento posterior.

¿Y cómo podemos hacer para despedirnos ahora del pasado?

En primer lugar, tomamos todo aquello que nos ha sido regalado en el pasado en nuestra alma y también tomamos en nuestra alma a aquellas personas que en el pasado fueron importantes para nosotros. Y al tomar aquello que nos regalaron, logramos despedirnos. Así también logramos despedirnos de nuestros padres. Los miramos y les decimos gracias, gracias por todo, ahora lo tomo y reconozco que es mucho, es algo pleno, es más de lo que necesito, ahora lo tomo. Y todo lo que me puede llegar a faltar, lo voy a hacer por mi cuenta.

Y luego les decimos a los padres: os libero de mis expectativas. Esas expectativas que van más allá de lo que yo puedo esperar de personas comunes. Y ahora os dejo en paz.

Entonces podemos separarnos de los padres pero los tenemos en el corazón porque hemos tomado todo aquello que nos han regalado. Y los padres pueden liberarnos a nosotros y sin embargo tenernos, seguimos unidos pero cada uno es libre. Los padres son libres y nosotros somos libres.

Ahora, si estamos enfadados con alguien del pasado, si por ejemplo estamos enfadados con alguien que ha hecho algo en contra de nuestra familia, éste nos lleva hacia él. Hace un tiempo escuché un maravillosa ejemplo. Fred... de EEUU me contó que estaba sentado junto al Dalai Lama y vieron una película sobre las crueldades que los chinos habían hecho en contra de los tibetanos y el Dalai Lama estaba completamente tranquilo y sereno. Entonces alguien le preguntó: ¿cómo puedes estar tranquilo y sereno viendo todo lo que le han hecho a tu pueblo? Él respondió: mataron a mis padres, me han expulsado, han tomado todo de mí, ¿y todavía debo darles mis pensamientos? Él era libre.

Reconciliación

Los que tenemos el sello del cristianismo tenemos una idea extraña de lo que es la reconciliación. Por ejemplo tenemos el concepto de que nos reconciliamos con Dios mediante un sacrificio. Es decir, que para lograr la reconciliación alguien tiene que morir. Alguien debe pagar por la reconciliación.

Se expía la injusticia y luego sigue la reconciliación.

Y después también está el concepto del perdón, que la reconciliación también se logra a través del perdón. Es decir, que alguien que sufrió perdona al perpetrador. Eso también es un concepto extraño. Porque, ¿qué ocurre cuando uno perdona a otro? Para empezar, lo considera malo y lo hace culpable. Le dice: tú hiciste algo malo y ahora yo te perdono. ¿Qué ocurre en el alma de aquel que perdona? Se coloca en un nivel superior al de la otra persona. Juzga a la otra persona y luego se toma el derecho de retirar la culpa de ésta, de quitársela. ¿No es eso terrible?, ¿esa soberbia?

Porque, en realidad, no sabemos si lo que él hizo y que nosotros consideramos malo, quizá vino de Dios. Y aquel que perdona a otro en realidad se coloca a un nivel que está por encima de Dios. ¿Y cuál es el efecto en la persona a la que perdono?, ¿se vuelve mejor o más malo? Se enfada con aquel que le perdonó porque el otro le quita algo de su dignidad. Porque la culpa es parte de la dignidad y si alguien asiente a su culpa y a sus consecuencias, gana fuerza, fuerza para hacer lo bueno. Y entonces tiene más fuerza que aquel que piensa que debe o puede perdonarlo.

Y si alguien espera ser perdonado por otro, ¿qué ocurre en su alma? Ya no se hace cargo de las consecuencias de su culpa y por eso se vuelve pequeño y débil. Es decir, que a través del perdón no hay reconciliación. A través de la expiación o a través de hacer justicia en el sentido que ya mencioné, no hay reconciliación.

En una Conferencia sobre la verdad en Sudáfrica, se explicó que los aborígenes tienen un concepto completamente distinto de lo que es reconciliación. Las víctimas están enfadadas con los perpetradores, no porque les hayan hecho algo sino porque les ha quitado algo de su propia humanidad. Ya no pueden ser tan hombres, tan humanos como antes. Por lo tanto, esperan que el perpetrador se comporte de una manera tal que ellos vuelvan a tener su condición de seres humanos.

Y entonces ¿qué debe hacer? Debe comportarse de manera humana. Debe demostrar que vuelve a comportarse de manera humana. Por ejemplo, haciendo el bien. No quieren una expiación por su parte, tampoco justicia, quieren que lo humano vuelva a estar completamente en ellos y en él. ¿No es eso hermoso? Aquí se abre algo: un futuro para todos. Y ahí todos son iguales. Y en la discusión que siguió a la conferencia que dio esta mujer de Sudáfrica, yo dije: y entonces, en definitiva, ¿qué significa reconciliación? Que cada uno le diga al otro: yo te reconozco, yo soy como tú. Ahí se terminan todas las exigencias y el efecto común para lo humano de los que antes eran perpetradores o víctimas y también por supuesto se hace posible para sus descendientes.

Las enfermedades son personas

(A una mujer enferma)

Cierra los ojos y mira tu vida, comenzando desde tu infancia. Y ahora asientes a todo tal como fue, tal como fue, a cada persona tal como era, sin importar lo que haya pasado, tú asiente. Y al asentir, los dejas ir.

Ahora imagínate que todos estos dolores están delante de ti, las varices, todo está delante de ti y tú les dices sí. Las enfermedades son personas. Si quieres deshacerte de ellas, quieres deshacerte de personas. Si las tomas en tu alma, tomas a las personas en tu alma.

A alguien que siente frenos en la vida

No encontrar el sentido

La vida no tiene sentido, el sentido de la vida es vivirla.

¿Cómo se vive la vida? La vida se vive de instante a instante. Estando completamente presente en cada instante.

¿Cómo se pierde la vida? Mirando hacia atrás o mirando hacia adelante. Entonces uno pierde el momento, el instante. Pero el instante completo, pleno, esta lleno de la madre.

Cierra los ojos y vuelve a tu infancia, a la primera infancia, como hija en el pecho de tu madre. Y tú tomas, bebes de ella y la miras a los ojos con un amor increíble. Así son los niños pequeños, se sienten plenos, llenos de la madre.

Cierra los ojos y ves a tu hermano muerto (que nació a los 6 meses) junto con la madre y tómalo en tu corazón y dile a tu madre: lo tomo en mi corazón, allí tiene un lugar. Y ahora lo coloco en tus brazos y en tu pecho.

Según mi experiencia, los muertos están siempre presentes porque no se perdieron. También este niño está presente.

Una vez hice un ejercicio conmigo mismo. Fui al reino de los muertos y miré a todos los muertos de mi familia y simplemente esperé. De repente, ellos se volvieron hacia mí con amor, me tocaron suavemente y me dieron fuerza, ¿y de quién provino la fuerza más grande?: de mi abuela. Perdió cinco niños a una edad muy temprana, algunos en el parto. Ellos eran los más amables conmigo, siguen viviendo en ti y se ponen contentos por tu vida y participan de tu vida.

Acerca de la felicidad

Algunos tienen miedo de vivir su felicidad porque piensan que deben pagar por esa felicidad. Es un concepto muy difundido el que Dios sólo permite la felicidad si se paga por ella. Entonces, la gente empieza a pagar y a hacer sacrificios y cuanto más pagan menos felicidad tienen. Y luego termina la felicidad. Pero algunos tienen un pequeño truco: son felices pero no deben decirlo. Por eso, algunos dicen que hay algo terrible, algo en su alma... si se mira a los ojos, se ve enseguida quien es feliz.

Ejercicio

Cerrad los ojos y delante de vosotros ponéis todo lo que os hace felices y a todas las personas que os han hecho felices y a las que te causaron alegría. Ahora miráis a cada uno de ellos.

Al mismo tiempo, podemos imaginarnos qué es lo que hace feliz a otra persona, por ejemplo que la liberemos, que liberemos las exigencias que tenemos hacia ella, que liberemos nuestras preocupaciones por ella.

Un pequeño ejemplo

Vino una mujer con un niño de cinco meses. Se sentó a mi lado y tenía a su hijo apoyado en el pecho. Entonces le dije: mira más allá, por encima del niño, lejos. Y entonces el niño respiró aliviado. Miró hacia mí y sonrió. Le hice feliz.

Cuando alguien me mira muy directamente, a los ojos y yo le pregunto algo, no puede decir lo que iba a decir antes. Lo que muchos hacen entonces es mirar hacia otro lado y ¿qué ocurre en ese instante? Tienen una imagen y actúan según esa imagen, una historia que se cuentan continuamente a si mismos. Porque he observado cuando alguien me mira y yo le digo: cuéntame algo sobre otra persona. Mientras me mira, lo único que puede decir es algo bueno. Antes de decir algo negativo sobre otra persona, mira hacia otro lado. Porque lo negativo es una imagen. Entonces primero mira esa imagen. Con el contacto directo, lo único que hay son cosas hermosas. La felicidad es mirarse directamente.

Morir es fácil, vivir exige algo

Algo acerca de los muertos.

A través de lo que nosotros podemos ver mediante este trabajo, el morir es un proceso, el morir no se termina con la muerte, es la transición a un espacio completamente distinto. Y un muerto únicamente lo logra si deja atrás esta vida y algunos se comportan, al menos es lo que aquí se ve a veces, como si todavía quisieran algo de los vivos, se cuelgan de los vivos. Incluso los llevan a la muerte. Porque internamente no han reconocido que están muertos.

¿Cómo nos comportamos nosotros frente a ellos?, ¿qué podemos hacer?, miramos por encima de ellos, más allá de ellos, a los demás muertos y miramos más allá por encima de todos los muertos, a la lejanía, a algo incomprensible donde todo está al servicio de ese algo incomprensible y donde todo se cierra, culmina. Entonces si hay muertos que se cuelgan de nosotros y nosotros mantenemos esa visión, esa mirada, siempre dirigida hacia un último, ellos se vuelven con nosotros hacia esa otra cosa, primero hacia los otros muertos y luego, a lo lejos, hacia una luz escondida y después nos liberan, se mueven en esa dirección y allí culminan.

¿Y qué les ocurre a los muertos cuando los lamentamos? Si por ejemplo decimos que su muerte ocurrió demasiado pronto o que fue horrible, los retenemos, nos colocamos en el camino hacia su culminación de muerte y nosotros estamos como cogidos por ellos hacia la muerte.

Morir es fácil, vivir exige algo.

Cada uno está y cae frente a su propio señor

En la biblia, en la carta sobre los romanos, hay una linda frase de San Pablo: “cada uno está y cae frente a su propio señor”. Cada uno tiene una comunicación directa con la fuerza creadora.