Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Ayudar más allá de la transferencia y contra-transferencia. Acerca de la responsabilidad con respecto al cliente

Extractos de un curso de formación en Colonia en nov. 2002

El trabajo sistémico comienza en la propia alma. Lo que implica que no miro al cliente o a la clienta sino siempre a su familia. Al darle entonces un lugar de honor en mi alma, me encuentro en armonía con ella y recibo la fuerza para hacer lo que se revela necesario. Y no se instala ninguna transferencia. Esto constituye algo revolucionario en este procedimiento.

Quiero aclarar algo más. Cuando en una psicoterapia convencional llega un paciente con la actitud del necesitado, ¿qué pasa en aquel momento? Pues surge una transferencia de niño a padres, y surge una contra-transferencia del terapeuta hacia él, como la del padre o de la madre hacia un hijo. Se puede prever entonces una larga terapia que fracasará, salvo si el paciente acaba enfadándose con su terapeuta y deja la terapia. Pero esto lo logran muy pocos.

El secreto del éxito es –y esto representa el alto nivel del arte- que el terapeuta provoque desde el comienzo este enfado sanador al rehusar entrar en la contra-transferencia. Le dice por ejemplo al cliente:” Cuéntame lo que pasó en tu familia”. Esto desplaza inmediatamente el enfoque a otro objetivo, que no es el cliente. Y cuando éste ha relatado lo que pasó en su familia, se sabe por lo general en seguida lo que se puede hacer. Se sabe por ejemplo quién fue excluido y quién tiene que ser reintegrado. Pero en cuanto el cliente empieza a hablar de sus sentimientos y dice algo como:” me siento miserable”, empieza la terapia interminable.

Muchos reproches surgen en contra de la constelación familiar originados por aquellos psicoterapeutas que se aferran a la transferencia y contra-transferencia como modelo de trabajo. Obviamente, ya que para ellos se derrumba su visión del mundo.

El control

Tuve una vez un seminario de supervisión en Washington. Allí una participante psicoterapeuta quiso hablar de una de sus pacientes, en cuya familia había supuestamente mucha violencia y que se sentía muy agresiva ella misma. Le pregunté entonces:”¿Para qué acudió a ti?” Ella dijo:” Le dolía el brazo”. Le pregunté: ¿Has podido ayudarla?” Me contestó:” Sí, los dolores desaparecieron pronto.” Pregunté:”¿Porqué está aún contigo?” Me dijo:” Es que surgieron más cosas con respecto a su familia”. Y dije:”¿Cuánto tiempo hace que está contigo?” Contestó:” Trece años.”

Le dije pues:” La clienta ha tomado completamente el control de la situación”. Así es en casos de transferencia y contra-transferencia, cuando el cliente se presenta como débil y como víctima. El terapeuta siente una ligera angustia a que su comportamiento pueda llevar al pobrecillo hacia más autonomía.

Le hice a esta terapeuta una propuesta práctica, de manera a retomar el control. Un cliente que detiene el control sobre su terapeuta, le produce un sentimiento característico de enfado. La solución y el arte serían comportarse de modo que el enfado que uno mismo siente se despierte en el cliente. Cuando se logra esto, está uno nuevamente al control y ambos, tanto el cliente como el ayudante, pueden separarse.

Le pregunté a la participante:” ¿Acaso has fijado otra cita con tu clienta?” Me dijo que sí, para la semana siguiente. Le sugerí entonces:” Llámala un día antes y dile que no puedes verla. Decide de otra cita con ella. El día de aquella cita, haz otra cosa sin avisarle previamente. Si ella se queja por esto, discúlpate y fija nuevamente una cita. Por algún motivo, arréglatelas para no atenderle. Así lo haces, hasta que ella te deje. Entonces has recuperado el control y te sientes bien y liberada. Y ella está devuelta a su autonomía y sanada de su transferencia.”