Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Mirando la Tierra

Hellinger en Bilbao, 2001.

Buenos días. Me alegro de poder estar aquí en Bilbao y os doy la bienvenida a este curso de supervisión. Sólo tenemos cuatro horas, pero intentaré llenarlas al máximo. En un curso de supervisión, normalmente con una ronda, cada persona puede decir el asunto que le trae aquí. Alguien podría tener una pregunta especial acerca de este trabajo entonces intentaré responder de la mejor manera, o que alguien quiera trabajar un tema personal, o que alguien quiera presentar un caso de su propia consulta para ver qué soluciones podría haber.

En la ronda de la presentación.

Mujer: Vengo de Argentina donde estoy haciendo la formación. Voy a escuchar y seguir aprendiendo y también vengo con el deseo personal de honrar a mi abuela que nació a 16 kilómetros de aquí y que el año pasado, cuando estuve en Buenos Aires era la única en el ejercicio de los muertos que tenía los ojos abiertos y ahí me di cuenta que nunca había sido honrada.

Hellinger: ¿Qué pasó con ella?

Mujer: Dicen que mi abuelo era un separatista vasco y mató a un guardia civil y tuvo que escapar. Mi abuela se casó con él y fueron para Argentina. Cuando a mi abuelo le avisaron que podía volver a España, que ya estaba solucionado el proceso, él muere de un infarto y mi abuela queda viuda, se pone mal de la cabeza y no vuelve nunca.

Hellinger: ¿Quién es la persona realmente importante?

Mujer: Mi abuela. (Hellinger niega con la cabeza). Entonces mi abuelo.

Hellinger: El guardia civil.

Mujer: Sí, sí.

Hellinger: Haremos la constelación de esto. El abuelo y el guardia civil.

Mujer: ¿Ahora?

Hellinger: Sí.

(La mujer escoge los representantes)

Hellinger dice a los dos representantes: Ahora vosotros dos os centráis y sintáis el movimiento interno y os entregáis a él.

Los representantes se miran, el representante del abuelo hace un gesto enseñando alguien fuera del grupo. Hellinger incorpora la mujer del guardia civil y sus hijos y les coloca detrás del guardia civil. Los representantes del abuelo y del guardia civil se miran. El guardia civil se acerca al abuelo y le toca los brazos. El abuelo repite el gesto de enseñar alguien fuera. Se incorpora la representante de la abuela.

Hellinger pregunta a la mujer: ¿Es tu abuela materna o paterna?

Mujer: Paterna.

Hellinger incorpora al representante del hijo de los abuelos, es decir, al padre de la mujer constelada. La abuela se coloca a su lado. El abuelo sigue mirando al guardia civil, éste se coloca en la misma línea con su mujer y sus hijos.

Hellinger saca representantes para el País Vasco y España. Estos dos representantes se miran. El representante del abuelo apunta con el dedo a España y se junta con su familia y repite el gesto. El abuelo se coloca en orden con su familia, primero él, luego su mujer y su hijo. A continuación el representante del guardia civil se vuelca hacia su familia, dando la mano a sus hijos y se acerca a la familia del abuelo, les toca a cada uno y vuelve con su familia.

Hellinger dice al representante del guardia civil: Ahora échate de espalda en el suelo.

Uno de los hijos del guardia civil y el representante del País Vasco se ponen a su lado de rodillas. El abuelo da la espalda y tiene las manos cruzadas detrás de loa espalda. Su mujer mira al muerto y su hijo también. La abuela mira al marido, al hijo y a la familia del guardia civil, luego al representante de España. Éste se acerca al muerto y se pone de rodillas al lado del País Vasco. Juntos mirando al muerto. Hellinger coloca a la abuela al lado del guardia civil. Ella se tumba. El abuelo mira a los dos muertos.

Hellinger pregunta al representante del abuelo: ¿Qué sientes?

Abuelo: Pues pena por… Me he sentido muy mal al ver al guardia civil muerto. Y he sentido, “Dios mío, ¿Qué he hecho?” No he podido soportarlo y he tenido que apartarlo de mí. Y ahora veo como casi espectador. Casi no soy capaz de entrar ahora en lo que ya está hecho, como el resto de la gente.

Hellinger le dice al mismo representante: Ponte a su lado. (Quiere que se tumbe al lado del guardia civil).

El hombre se tumba.

Hellinger: Y mira hacia ellos.

Hellinger se dirige al guardia civil: Tú también hacia él.

Ambos se miran.

Hellinger: Y ahora los tres cerráis los ojos.

Hellinger pregunta al representante del País Vasco: Y tú, ¿Qué sientes?

Representante del País Vasco: Pena por todo el daño, las muertes, el sufrimiento. También el sufrimiento que ha causado él con la muerte de otra persona. Siento pena.

Representante de España: Yo siento que soy la tierra, que soy mucho más grande y que en mi corazón no hay distinciones. Todos caben.

Hellinger se dirige a la mujer del guardia civil: ¿Y tú?

Mujer del guardia civil: Mucha pena. Mucha pena y mucho amor y respeto por los dos.

El representante del hijo del guardia civil: Ahora paz. Antes mucho dolor de no encontrar la mirada del asesino. Quería sentirme mirado. Ahora más en paz.

El representante del segundo hijo del guardia civil: Yo ahora también más tranquilo, pero con mucho dolor de fondo y esto de aquí (enseñando el campo de los muertos) me estorba un poco, como si se hiciera en otro sitio. Como si la política se mezclara con el dolor o algo así.

La mujer del guardia civil: Otra cosa importante. Vino un momento cuando busqué mucho la mirada de la madre, de la mujer y ella no me miró en ningún momento a los ojos y eso a mí me hubiera tranquilizado mucho, a mí y a mis hijos. Una parte de mi tristeza es por eso.

El representante del primer hijo: La mía también. Mucha necesidad de ser vistos y reconocidos.

Hellinger se dirige a la mujer constelada: Tú te pones al lado de tu padre. Miraros vosotros dos.

Hellinger: Y después os inclináis frente a estos tres, profundamente.

El padre y la hija honran a los muertos.

Hellinger: Ahora os enderezáis. Poneros de píe. Miraros vosotros dos.

Se abrazan. La hija llora.

Hellinger: Ok. Y ahora los dos os dais la vuelta. Mirad hacia fuera.

Hellinger dice al representante del guardia civil: Ahora tú te levantas y te pones detrás de ellos.

El guardia civil se coloca detrás del padre y la hija y les abraza.

Hellinger: Dile (a la hija), “Ahora puedes estar bien.”

Guardia civil: Ahora puedes estar bien.

Le abraza.

Hellinger al guardia civil: Ok. Ahora tú vuelves con los muertos y te tumbas. (Dice al padre y la hija) Y vosotros dos os apartáis. Daros la vuelta.

Hellinger dice a la mujer constelada: ¿Tú eres psiquiatra?

Mujer: Sí.

Hellinger: Ahora mira a tantísimas personas a las que estás ayudando. Y siente la fuerza por detrás que te posibilita tu trabajo. Y así lo conviertes en una bendición ¿Está bien así?

Mujer: Sí. Así está bien.

Hellinger: Ok. Ya está.

Hellinger a todos:

Lo que aquí quedó evidente y lo que también se muestra en otras situaciones similares, una y otra vez, es que cuando los abuelos son duros, los nietos muestran el sentimiento, la empatía. La empatía que niegan los perpetradores. Tratando con perpetradores y víctimas la solución se halla en que los perpetradores vean los sentimientos de los nietos. Ello les refleja aquello que no quieren ver. Pero después, los nietos tienen que apartarse. Tienen que dejar los hechos donde ocurrieron. Pero sólo después de haber expresado lo que había y lo que sienten y después de haber honrado a los muertos.

Hellinger se dirige al representante del abuelo: Quisiera preguntarte, ¿Cómo te encontrabas después? Abuelo: Sentía que había muerto y que, por fin, pudiera estar en paz.

Hellinger: Gracias.

Hellinger a todos: ¿Hay más preguntas, observaciones acerca de esta constelación?

Una mujer: Me llamó mucho la atención que pusiera al lado de la guardia civil a la esposa del abuelo.

Hellinger: Ella fue la primera que lo expió.

Hellinger a todos:

Quisiera decir algo acerca de la esquizofrenia. Mucha esquizofrenia se desarrolla donde un asesinato no fue reconocido y la persona esquizofrénica está identificada con ambas personas, con el asesinado y con el asesino.

La representante de la abuela dice: Yo estaba totalmente dividida, partida por la mitad. Cerca de él (indica a la guardia civil) me encontraba y con él (enseñando al representante del abuelo) no, pero tenía que estar.

Hellinger: OK. Quisiera hacer una pequeña demostración de una solución posible para un caso así. Hellinger otra vez saca representantes del abuelo, la guardia civil y la abuela. Cada uno de los hombres se coloca detrás de ella.

Hellinger dice a la representante de la abuela: Ahora dejas que ambas partes confluyan en tu interior hasta formar una unidad y respira profundamente con la boca abierta. (Tras un tiempo) Ahora te das la vuelta.

Se abrazan los tres.

Hellinger dice a la misma mujer: Respira profundamente y otra vez dejas que ambas partes confluyan en tu interior hasta formar una unidad. Ahora apóyate contra ellos dos.

La mujer sonríe.

Hellinger: ¿Qué tal ahora?

Mujer: Como que puedo vivir. Puedo ir y aquí estoy bien también. Estoy además sudando, me venía calor de abajo hacia arriba. Y como que ellos están bien.

Hellinger dice al representante de la guardia civil: ¿Y tú?

Guardia civil: Yo estoy bien.

Representante del abuelo: Estoy muy revuelto.

Hellinger dice a la mujer constelada: Él tendría que estar loco, el abuelo.

Mujer: Se murió de un infarto a los 30 años.

Hellinger: ¿Qué te dije? Él tendría que haber volverse loco.

Hellinger a todos: He observado que los perpetradores que niegan lo que hicieron, se vuelven muy duros y en estos casos un hijo o un nieto se vuelve loco. Y en cuanto miran lo que hicieron, ellos mismos se sienten locos. Por tanto la esquizofrenia es una enfermedad posterior adoptada de una persona que realmente lo tenía que tomar.

La mujer: Tengo una hermana tres años menor que hizo varios brotes y este año estuvo tres veces comprometida gravemente. Y ella dice que cuando empieza a sentirse mal, le sale ganas de matar.

Hellinger: Ahí lo muestra otra vez. Le contarás esta constelación y después le mandaremos un vídeo y se lo podrás enseñar. Ok. Gracias.