Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Movimientos del espíritu en la pareja

Buenos Aires, Julio 2006.

Movimientos del espíritu en la pareja (Lo que hace felices a las parejas- 4)

Vamos a continuar con el curso. Cuanto más miramos, más aprendemos cómo actúan los movimientos del espíritu en una relación de pareja. Podemos percibirlo, pasamos a un movimiento similar para nosotros; por eso al mirarlo todos aprendemos simultáneamente e internamente acompañamos este movimiento. 

¿Entonces qué pareja quiere trabajar conmigo?

Hellinger: ¿Hace cuánto que están juntos?

Hombre: Ocho años.

Hellinger: ¿Están casados?

Hombre: Sí.

Hellinger: ¿Tienen hijos?

Hombre: Yo tengo dos del primer matrimonio y uno con ella.

Hellinger: ¿Tú también tuviste una pareja anterior?

Mujer: Sí, dos parejas importantes.

Hellinger: ¿Y qué ocurre con tu primera mujer?

Hombre: Me divorcié y ella falleció hace un año.

Hellinger: ¿Cuántos hijos tienes con ella?

Hombre: Dos. Uno es un varón de 19 años y otra una mujer de 15.

Hellinger: ¿Con quién han quedado los hijos?

Hombre: Ahora están viviendo con nosotros.

Hellinger: ¿Y antes de la muerte de la mujer?

Hombre: Vivían con la madre y a veces tenían un día combinado que venían a casa.

Hellinger: ¿De qué murió la mujer?

Hombre: Un tumor en la cabeza.

Hellinger: Cuando trabajo de esta manera voy percibiendo dónde encuentro la mayor energía y ahora al haberlo percibido, la mayor parte de su energía estaba con su primera mujer. Por eso voy a comenzar con ella.

Hellinger saca una mujer como representante de la mujer: Ubícate ahí.

La representante está un rato de pie. Después de unos temblores se tumba en el suelo boca abajo con brazos estirados.

Hellinger: ¿Qué ocurrió en su familia?

Hombre: El motivo era la separación.

Hellinger: ¿Qué ocurrió en su familia?

Hombre: ¿Con sus padres?

Hellinger: En la familia de origen.

Hombre: Ella no fue reconocida por el padre. Se enteró cuando tenía 25 años que era de otro padre.

Hellinger: No hay energía en lo que está diciendo. No tiene relación con lo que hemos visto aquí. Voy a elegir un representante para él. Ubícate ahí en frente.

El representante mira un rato a la mujer, luego se pone de rodillas hasta deslizarse al suelo. Coge la mano de la mujer.

Hellinger: Te está diciendo, “yo muero en tu lugar”. Y aquí lo dejo. Gracias a los dos.

Hellinger: Eso en una relación de pareja a veces existe que uno de los miembros de la pareja siente que el otro quiere morir y dice “yo muero en tu lugar”. Aquí no tengo permiso para seguir. Es suficiente que haya salido a la luz.

Voy a hacer una pequeña meditación.

Como ejercicio para que en nuestro interior podamos sentir en qué situaciones quizá nosotros le decimos “mejor yo que tú”. Vamos a comenzar con la relación de pareja. Vamos sintiendo en nuestro interior a qué pareja hemos dicho “mejor yo que tú”. O quizá en qué momento nosotros le pedimos a él que se hiciera cargo de algo nuestro. Que él en nuestro lugar cargara con algo que en realidad nos pertenece a nosotros. Y entonces le decimos a nuestra pareja:

“Tú ahí, yo aquí. Yo permito que tú sigas viviendo, permito que yo siga viviendo. Yo deseo para ti que permanezcas vivo y yo también estoy dispuesto a permanecer vivo para mí. Pase lo que pase entre nosotros, yo vivo, y tú tienes el permiso de vivir. Yo respeto tu vida y respeto mi vida. Tú tienes el permiso de sostener la tuya con todo lo que le pertenece y yo sostengo la mía con todo lo que le pertenece. Tú tienes el permiso de permanecer sano y yo tengo el permiso de permanecer sano”. 

Y luego miramos más allá de la pareja a la distancia, a su vida. Con devoción nos inclinamos ante su vida, ante la plenitud de su vida. Y miramos a nuestra vida con devoción, a la plenitud de nuestra vida y nos inclinamos ante nuestra vida y le decimos sí.

¿Más parejas que tengan el coraje de trabajar conmigo?

Hellinger: ¿Cuánto hace que ustedes están juntos?

Hombre: Ya hace como treinta años.

Hellinger: ¿Ah sí? ¿Entonces han vivido mucho, no? ¿Tiene hijos?

Hombre: Tenemos dos hijos vivos y un aborto.

Hellinger: ¿Y cuanto tiempo más piensas seguir vivo?

Hombre: Por ahora todo lo que pueda.

Hellinger: Esta respuesta fue muy astuta. Podemos hacer un ejercicio de percepción mirándolo, ¿Cuánto tiempo más quiere vivir? ¿Cuánto tiempo está dispuesto a vivir? ¿Cuánto tiempo tiene permiso para seguir viviendo? No hace falta que respondas. Yo solamente lo estoy sacando a la luz. La energía más fuerte se encuentra con él y por eso voy a comenzar a trabajar con él.

Hellinger escoge a un representante para el hombre. Luego saca a una representante para una mujer, la ubica a una distancia del hombre y la coloca de espaldas. El hombre tras un largo rato empieza a dar pasos hacia la mujer. Ésta mira al suelo y tiene la espalda encorvada. Cuando está a poca distancia de la mujer, Hellinger lo gira para que le de espalda a la mujer. El hombre se queda parado. Hellinger le ayuda a dar unos pasos hacia delante.

Hellinger pregunta al representante del hombre: ¿Cómo te sientes ahora?

Representante: Mejor. 

Hellinger: Exactamente.

Hombre: Con calor.

Hellinger se dirige al hombre constelado: ¿Sabes lo que significa eso? Tú estás diciendo a ella, “Muero en tu lugar”. ¿Te queda claro?

Hombre: No, todavía no.

Hellinger se dirige a la mujer: ¿Quieres que te diga algo acerca de la muerte? Es cómodo morir. Pero tiene consecuencias muy graves para tus hijos. Bueno, lo dejo aquí. Gracias. Pueden volver a sus lugares.

Algunas relaciones de pareja no solamente son convivencia, sino también una convivencia como para morir. Convivir con la muerte. Y esta tarde lo hemos visto en distintas formas.

Cierren los ojos.

Nos imaginamos que a cierta distancia delante está la muerte. Y la miramos. Y vamos averiguando, ¿es mi propia muerte? ¿Es la muerte de otra persona? ¿Es nuestra muerte equivocada? ¿Y cómo nos sentimos ante esta muerte equivocada? Y detrás miramos a nuestra muerte. La que nos pertenece, la que es adecuada para nosotros. La muerte, a pesar de que suene raro, nos mantiene vivos y cuida, vigila toda la vida y le da todo el tiempo, el tiempo que nos corresponde a nosotros. Y a esta muerte le decimos: sí.

El espíritu siempre sigue avanzando. Jamás se detiene. En una relación de pareja el movimiento del espíritu también va hacia la despedida. Es decir, que toda relación termina luego de un tiempo. Un final que se repite es que uno de los miembros de la pareja muere, entonces esa relación ha pasado. Y debemos encarar la despedida. ¿Cómo logramos la despedida en una relación de pareja? Ya sea porque uno de los miembros de la pareja muere o también por un divorcio o una separación, como a veces son ineludibles. La despedida se logra si nosotros tomamos de la pareja todo lo que nos ha regalado, lo miramos y miramos toda la plenitud. Y a la pareja le decimos: “yo lo retengo, retengo en mi alma, me lo llevo a mi futuro”. Y, a veces incluso, lo llevamos hasta una nueva relación. 

Cuando llevamos la plenitud de la vida de una relación que hemos tenido hacia una nueva relación, terminó la relación anterior. Entonces en realidad no pasó, continúa de una manera diferente. Y si a la pareja le decimos que lo llevamos con nosotros, que lo respetamos y nos lo llevamos, que es parte de nuestra vida, entonces él se siente libre como sea. Se siente libre, por ejemplo, para morir. Su vida y su amor se han cumplido. Y también está libre para llevar lo que ha recibido de nosotros hasta una nueva relación. Entonces la relación sigue también en esa relación. Así al final todos nosotros hacemos un lugar para algo nuevo. Lo que aparentemente se separa en una despedida posibilita un nuevo comienzo. También entonces la despedida es una condición previa para lograr lo nuevo. Y eso los padres lo viven de una manera especial cuando ven que la vida que ellos han dado a sus hijos continúa incluso más allá de su muerte. Una despedida también es plenitud. Una plenitud que continúa.

¿Y qué pasa con el amor eterno? Es corto.

Ok voy a seguir. ¿Quién quería trabajar conmigo?

Hellinger: ¿Hace cuánto que ustedes están juntos?

Hombre: Dos años.

Hellinger: ¿Están casados?

Hombre: No.

Hellinger: Y tampoco pueden. ¿Por qué? Porque todavía no se ha logrado una despedida. Entonces ahora, ¿qué hago? Les hago una propuesta: disfruten la relación mientras dure. ¿Lo puedo dejar ahí? Bueno, mucha suerte.

¿Dónde empieza la pareja?

Hellinger: Escuché que era sordo. ¿Ahora me comprendiste?

Hombre: Sí.

Hellinger: Voy a hablar en voz alta. ¿De qué se trata?

Hombre: Llevamos dos años de novios y con eternas peleas, no llegamos a conciliar.

Hellinger: Voy a formular una pregunta sencilla, ¿ella te agradece que tú estés con ella?

Hombre: Sí.

Hellinger: ¿Tú le agradeces?

Mujer: No sé.

Hellinger: Yo, por supuesto, sí lo sé. Una relación de pareja se logra a través del intercambio. El intercambio entre tomar y dar. ¿Y qué ocurre en una relación de pareja cuando uno de los miembros está discapacitado? ¿Qué ocurre con el intercambio? El miembro de la pareja discapacitado no puede dar en la misma medida que el otro. Es así por las circunstancias. Entonces si una pareja está dispuesta a vivir contigo es un regalo especial porque por la circunstancias deberá dar más de lo que recibe. Sí, es así. Pero existe una compensación en otro nivel. Cuando el miembro de la pareja discapacitado reconoce que está recibiendo más de lo que puede devolver y lo recibe con dignidad, lo reconoce y entonces el otro puede quedarse porque este agradecimiento y reconocimiento son un regalo especial. Pero a veces ocurre que el discapacitado exige más al otro, todavía no es capaz de reconocer internamente que es capaz de dar menos que el otro. Entonces en lugar de pedir y agradecer, exige como si el otro estuviera obligado pero no lo está. ¿Entonces, cuál es el resultado? Una pelea. Me parece que lo dije todo.

Los padres son regalados tal como son, han sido un regalo de una fuerza mayor y pertenecen a esta fuerza mayor. Y ahora nos imaginamos que nosotros ofrecemos esos padres a esa fuerza mayor. Se los entregamos agradecidos y permanecemos pequeños. A veces lo mismo hacemos con una pareja. ¿Nos pertenece? ¿O es un regalo para nosotros tal como es? Si la ofrecemos a esa fuerza, entonces ¿qué ocurre? Se nos devuelve. Como un regalo.

Hellinger: He trabajado con muchas parejas, ¿no? A pesar de haber trabajado lentamente. A ustedes también les llegó el turno. ¿Hace cuanto que están juntos?

Hombre: Conviviendo tres años, conociéndonos tres.

Hellinger: ¿Tienen hijos?

Hombre: No. Pero queremos tenerlos.

Hellinger: ¿Alguno de ustedes ha tenido hijos anteriormente?

Hombre: No.

Hellinger: Ok. Ubíquense ahí frente a frente. Te tomo a ti. (Hellinger saca una mujer) Tú serías un hijo futuro.

El hijo futuro no les mira. El hombre mira al hijo.

Hellinger: Creo que he mostrado todo. ¿Tienen permiso para tener hijos?

Mujer: No lo sé.

Hellinger: Lo pudimos ver. El hijo tenía miedo.

Hombre: Nosotros también.

Hellinger: Exactamente. Creo que lo he mostrado. ¿Cuál es el trasfondo, la razón? No lo sé. Tampoco necesito saberlo. Pero para ustedes ahora algo se puso en movimiento. Tienen una visión más clara y lo voy a dejar ahí. Mucha suerte para ustedes.

Hellinger: Hay muchos que anhelan una relación de pareja. Pero no tienen suerte. 

¿Dónde comienza la relación de pareja? ¿Dónde comienza el amor que necesitamos para una relación de pareja? ¿Dónde aprendemos el amor que necesitamos para una relación de pareja? 

Con la madre. Y el amor comienza con tomar. Tomamos de nuestra madre y de nuestro padre lo que nos dan. Todo lo que nos dan. Muchos hijos se defienden ante aquello que los padres les dan. Y eso puede tener muchas razones. Una razón muy común es un movimiento amoroso interrumpido. Es decir, cuando se separa el hijo de la madre tempranamente por la razón que sea. Por ejemplo, cuando el hijo tenía que quedarse en la clínica durante mucho tiempo y los padres no tienen permiso para visitarlo o cuando la madre padece una larga enfermedad y el hijo no puede verla. O que al hijo le mandaron lejos durante bastante tiempo, por ejemplo para que se recomponga. ¿Qué ocurre cuando el niño vuelve? El hijo ya no va hacia la madre. ¿Qué ocurrió? El anhelo hacia la madre, también a veces hacia el padre, pero sobre todo hacia la madre es tan profundo que la interrupción de movimiento hacia ella se vive como un profundo dolor. Entonces el hijo está desesperado y también se enoja con la madre. Pero eso sólo es el otro lado del amor. Es la profunda desilusión de no poder llegar hasta la madre. Y si luego regresa a su hogar o cuando la madre regresa al hogar, el hijo se defiende ante el contacto con ella. Entonces la madre a veces se pone a pensar, ¿cuál ha sido el error? No ha cometido ningún error. Es un resultado de un movimiento amoroso interrumpido hacia la madre. Y hoy en día hay una posibilidad de tratar. Hay un libro de Irina Prekop y mío donde ella describe cómo llevar a la meta un movimiento amoroso interrumpido. A través de sujetar. 

Hace poco en abril estuve en Japón y tenía un curso con parejas, y trabajé con una pareja donde quedaba claro que el hombre quería morir y con amor se pudieron unir. Durante la pausa del siguiente día vinieron a verme y me querían presentar a su hijo de 5 años. El hijo iba y venía, pateaba a la madre y pegaba al padre. Completamente intranquilo. Inmediatamente vi que el niño se encontraba completamente inseguro, y ese es el resultado del movimiento amoroso interrumpido. Entonces lo senté en mis rodillas, apoyando su espalda contra mi abdomen. Junté las piernas para que él no se pudiera mover y lo sujeté. Y se defendía como podía. También movía su cabeza. Entonces le dije a la madre que retuviera su cabeza y que lo sostuiera fuerte durante 10 minutos o algo así. Entonces expliqué lo que significaba sujetar así a un hijo y se lo pasé al padre. Entonces él se situó de manera que se veían cara a cara. Enseguida le escupió a la cara y la madre le ayudaba a sujetar la cabeza. "Bueno, sigan así" les dije, y me fui a almorzar. Y ellos siguieron con el trabajo, y cuando regresé después de una hora se encontraba en los brazos de su madre y se había dormido. El movimiento amoroso interrumpido había llegado a su meta. La pareja permaneció durante una hora más en el curso y luego se fueron. El niño estaba en los brazos de la madre y me miró y me saludó con la mano. Es decir, llevé un movimiento amoroso interrumpido hasta la meta. 

Imagínense ahora que el niño ese crece y nadie le hubiera ayudado de esta manera. ¿Sería posible para él encontrar una pareja? ¿Puede comenzar una relación de pareja? 

Observé que donde existe un movimiento amoroso interrumpido aun de adultos no se atreven a acercarse a otra persona. Anhelan a otra persona, anhelan a una pareja y hacen un movimiento en esa dirección y luego en algún momento el cuerpo recuerda el dolor de un movimiento amoroso interrumpido y en lugar de seguir avanzando hacen un movimiento circular. Van hacia un costado y vuelven siempre al mismo punto. Eso para mí es una neurosis. Alguien decide ir hacia alguien, recuerda el dolor de un movimiento interrumpido y siempre regresa al mismo punto. Entonces podemos comprender que existe un obstáculo cuando alguien no logra encontrar una pareja. Porque ha ocurrido algo así. 

Muchos de los que asisten a un curso mío así dicen que anhelan una pareja, por ejemplo un hombre o una mujer, y yo les pregunto: ¿a quién amas tú? No aman a nadie. Desean amar, pero no aman. Entonces yo le pregunto, ¿amas a tu madre? Y niegan con la cabeza. Y hay una comprensión muy sencilla: sin la madre no hay pareja. De manera que el que anhela una relación de pareja primero debe hacer las tareas del hogar. En la infancia. Y debe encontrar nuevamente el camino hacia la madre. Y una vez que tenga a la madre ya no hay ningún obstáculo para comenzar una relación de pareja. Y eso vale tanto para los hombres como para las mujeres. La relación de pareja comienza con la madre. Pero ahora sabemos y lo hemos visto aquí que hay muchas cosas que se enfrentan a la relación con la madre, alguna intrincación, y no está dado a cualquiera que lo intente el poder lograrlo. Por eso tampoco se le puede hacer un reproche, pero podemos hacer un pequeño ejercicio. 

Movimiento amoroso hacia la madre:

Cierren los ojos.

Y ahora miramos a nuestra madre y en ese contexto también a nuestro padre con amor. Pero un amor espiritual. Un amor completamente distinto al amor emocional por más importante que este último sea. Miro a mi madre y a mi padre y veo que están tomados al servicio por parte del espíritu, una fuerza creadora, y de esa fuerza ellos son capaces de pasarme la vida a mí. Y ante esta fuerza ellos son grandes, no hay nada más grande que los padres. Junto con esa fuerza ellos han hecho lo correcto, al servicio de esa fuerza se hicieron nuestros padres. Y ahora vemos su grandeza. Una grandeza divina. Y los miramos con devoción y luego nos inclinamos ante ellos profundamente. Y al mismo tiempo nos inclinamos ante esta fuerza creadora. Y luego nos vamos retirando lentamente a cierta distancia sin exigencias, solamente estando ante ellos. Y ahora tomamos todo, tal como nos llega de ellos, de lejos. Y abrimos nuestro corazón y nuestro alma para todo tal como ellos nos han regalado. Y sentimos el efecto en nuestro corazón y en nuestra alma. Y luego giramos sabiendo que ellos están detrás de nosotros. Delante de nosotros ahora hay una pareja. Y en sintonía con todas estas fuerzas la miramos y le decimos: te amo.