Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Solo frente a Dios

Conferencia en Viena 2009

Anteriormente, todos los domingos daba un sermón. En cierta medida lo sigo haciendo aún hoy. Quisiera ahora mostrar un camino de cómo podemos superar muchos límites que nos mantienen prisioneros.

Ya ayer hablé de esa fuerza espiritual de la cual toda vida depende y que mantiene viva a toda vida. Ahora se trata de que nosotros de una manera especial nos pongamos en contacto con esa fuerza.

¿Cómo entramos en contacto con esa fuerza y somos uno con ella? A solas, completamente a solas. O sea, sentimos que esta fuerza creativa está completamente dedicada a nosotros, como si nosotros estuviésemos allí solos con ella, como si ella nos dijese, como si le dijese a cada individuo y a cualquiera que allí está y vive: Transfórmate y sé. Esas palabras son solo para nosotros. Si nos abrimos a ese proceso nos sentiremos solos frente a esa fuerza. Ser conscientes de esta situación tiene consecuencias de muy largo alcance.

Nos sentimos solos. La razón de muchos problemas parece ser que alguien se siente solo. Esto quiere decir que la persona se siente aislada de los demás, dependiente de sus propias fuerzas.

¿Por qué alguien se siente solo? Porque la persona le da a los otros un poder, como si ellos fuesen creadores, como si su vida dependiese de ellos. Aquí nos olvidamos que frente a otra fuerza nosotros estamos solos, pero jamás aislados. Simultáneamente estamos solos y en plenitud.

¿En qué nos ayuda esto? Cuando de ese modo nos sentimos solos nos despedimos de esa idea, como si fuésemos dependientes de otros, aunque en realidad no lo somos en esa dimensión. Esto es, que seguimos siendo dependientes de ellos pero de otra manera. Es decir, cuando establecemos un nexo con otras personas, un nexo íntimo, esa conexión no va directamente hacia ellos. Esa conexión trasciende a esa fuerza creativa frente a la cual también ellos están solos. Si somos uno con esa fuerza, también seremos uno con todos los demás. Por encima de esa fuerza seremos uno con ellos, aunque no directamente.

Adaptarse completamente a esa fuerza e ir con su movimiento, con su movimiento de dedicación es, por supuesto, un ejercicio religioso. Pero esa dedicación no solamente se refiere al individuo, ella simultáneamente concierne a ese espíritu en el individuo. 

Meditación: Rechazado

Cierren los ojos. Con frecuencia tenemos miedo de que alguien esté contra nosotros, contra nosotros o contra un niño nuestro y contra otros de nuestra familia.

Miramos la situación y nos entregamos a ella. Nos identificamos con las consecuencias de ese rechazo. Entonces el rechazo es doble. Nosotros rechazamos a aquellos de quienes pensamos que nos rechazan y experimentamos, como respuesta, que ellos nos rechazan. El movimiento parte por lo tanto de nosotros y hace que el rechazo de los demás resulte inevitable. Este es el punto de partida.

Ahora vayamos a nuestra familia y miremos quién es rechazado allí, por ejemplo, cuando no miramos a una persona y conseguimos que ella ya no pueda sentirse perteneciente. Ahora nos volvemos hacia esa persona. En nuestro cuerpo sentimos el efecto que produce el movimiento hacia ella. Tan pronto como logramos la dedicación hacia esa persona miramos nuevamente a aquellos que pensamos que nos rechazan y vemos el cambio. 

Aislado a través del rechazo, solo a través del amor. 

Ahora vuelvo a aquello que dije anteriormente. Tan pronto como nos sentimos rechazados también nosotros rechazamos a alguien. Ese sentimiento, el de sentirse rechazado -y por detrás el movimiento de rechazo- hace que nos aislemos. Este es el punto central de ese sentimiento: estoy aislado. 

Ahora es el momento del movimiento espiritual: que por encima de los que creemos que nos rechazan y sentimos que nosotros rechazamos, entremos en contacto con aquella fuerza creadora que ama a cada uno tal como es, a nosotros y al otro. Cuando establecemos el contacto con ese movimiento en nosotros seguimos asimismo a ese movimiento en los demás. Entonces el otro estará solo con esa fuerza, yo estaré solo con esa fuerza y ambos entraremos en contacto con ella, cada uno por sí mismo. Ninguno sufre por los otros. El otro no necesita temer nada porque él está en sintonía con ese movimiento.