Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Viaje de Bert Hellinger a Jordania

Junio de 2006

La primera visita de Bert Hellinger a un país de habla árabe fue preparado y organizado por Jamileh Schröder, mujer palestina de Jordania, casada con un alemán. Conoció a Bert Hellinger en Mainz, tradujo al árabe y publicó “Los órdenes del amor”.

La organización y el transcurso de un taller de constelaciones familiares en aquel país no se concibe sin el acuerdo y el apoyo de las autoridades locales, las cuales se mostraron muy abiertas y deseosas de ayudar. Esto fue sumamente alentador y fuente de mucha fuerza. Así se llevó el curso adelante.

El día después del curso fue convidado un grupo de personas que se interesaba por las constelaciones y se acercaron con muchas preguntas. Se realizó una corta demostración que les impacto notablemente. 

Con respecto al curso en sí: se anotaron 46 personas y solo aparecieron veinte. A lo largo del día se fueron algunos y llegaron otros. Faltaban a veces representantes, con lo cual Bert Hellinger tuvo que confiar en los procesos internos y contar con el recurso de una sola frase. Fue un taller de ayuda concreta más que un curso sobre constelaciones. El interés de las personas iba dirigido hacia la resolución de sus problemas, no tanto hacia el aprendizaje del método. Algunos de ellos vinieron con sus hijos.

Antes de dedicarse al trabajo de estos dos días, Bert Hellinger se preparó interiormente. Deseaba ponerse al compás de este nuevo campo, con respeto y recogimiento. Esta reflexión dio luz a dos textos que aquí se reproducen.

Soy como tú

¿Por qué eres distinto? 

Porque tienes otros padres, naciste en otra familia, tal vez porque crees en otra cosa y tus esperanzas son otras, y porque tú y tu familia tenéis otro pasado y otro futuro. Tal vez ellos se enfrentan a otras amenazas y deben armarse y defenderse.

Del mismo modo que tú eres distinto para mí, lo soy yo para ti. Esta diferencia nos hace sin embargo parecidos e iguales en lo más hondo. Al tomar consciencia de este parecido en mí, me siento unido con lo que en ti transcurre. Voy con tu movimiento. Te comprendo, sin ser como tú. Y tú me entiendes, sin ser como yo. 

Mientras permanezco en mi ámbito de vida y tú en el tuyo, es relativamente fácil, porque no tenemos que vivir juntos ni tratar cosas. Pero cuando me acerco a tu ámbito de vida, o tal vez estoy invitado a penetrarlo, me alejo del mío por un tiempo. Ahora, tu ámbito de vida es también el mío. ¿Cómo me comporto entonces para que sientas que te respeto, así como respeto tu ámbito de vida?, ¿para que sientas que yo sé que soy igual que tú? Siento como tú. Pienso como tú. Honro lo que honras tú. Tomo lo que me ofreces. Y gracias a lo que para ti es importante y valioso, me enriquezco.

¿Acaso pierdo algo de mí? 

Todo lo contrario. Soy más de lo que era antes.

La Constelación del Espíritu como vinculación pura

Al tratar con el Espíritu y al tratar con sus movimientos, entramos en contacto con todos los seres humanos a través de una vinculación genuina y pura. 

Lo que sean, lo que hagan, lo que crean, lo que les de esperanza, lo que contribuyan en particular para el conjunto de los humanos, lo que sean sus límites también, su dolor y su destino: nuestra vinculación con ellos permanece pura. Libre de lo que somos, libre de lo que hacemos. Permanece virgen de lo que creemos y esperamos, y permanece virgen de nuestros límites, de nuestro dolor y de nuestro destino.

Los participantes originarios de un país árabe que quieren compartir y aprender conmigo el trabajo de constelaciones, pueden percibir que me acerco desnudo, que me abro totalmente a ellos con los movimientos del Espíritu, y que me acerco a su religión, a su idioma, a su cultura y a su destino de la misma forma. Lo mismo vale cuando guío a gente de otros países en las Constelaciones del Espíritu. En esta vinculación del Espíritu, ellos permanecen en toda su pureza consigo, tanto como yo permanezco en toda mi pureza conmigo.

Esta vinculación pura, inalterable está siempre en movimiento, tal como el Espíritu está en movimiento y tal como lo mantiene todo en movimiento. En una vinculación virgen estamos todos unidos en un movimiento, en el mismo movimiento. En un movimiento puro. Es decir, estamos unidos en el movimiento por una vinculación virgen y, al mismo tiempo, libres y puros para lo nuestro.