Revista Hellinger, Junio 2008
¿Acaso tiene algo que ver la necesidad de hablar de si mismo con otros con la búsqueda de la propia madre?
El que esta centrado se queda consigo y habla poco. Algunos de los que hablan mucho vienen de una situación en la cual se han sentido abandonados. Detrás de sus muchas palabras está el pedido: « Mírame » o « Escúchame » o « Ámame ».
Pero el hablar mucho provoca lo contrario. El que ahoga a los demás con lo suyo, se queda solo. Para el interlocutor, es excesivo.