Revista Hellinger, Junio 2008
Alguien podría argumentar: « Todo esto suena muy ideal. ¿Pero que tiene que ver con la realidad? Mi mujer es así o asa, su familia es así o asa, etc. ». Pues sí, estas son las pruebas del amor. El amor profundo tiene que recorrer un camino, un sendero de purificación.
Tengo un amigo en Polonia, es psicoterapeuta. Me contó que juntó a jóvenes de muchas culturas distintas. A Judíos y a Palestinos, a Musulmanes y a Cristianos. Después de un tiempo, se llevaban muy bien. En el Caucaso, donde existen comunidades en conflicto, fue a buscar a jóvenes de diferentes pueblos. Ellos también, al cabo de poco tiempo, simpatizaron.
Le pregunté cómo había procedido para llevarlos hacia esta armonía. Me contestó que había sido muy fácil, había hecho con ellos un ejercicio. Y ahora lo hago con vosotros.