Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Revista independiente Hellinger

Revista Hellinger, Junio 2009

Ir a lo esencial

La aflicción: cáncer de piel, quemaduras graves

Hellinger a Constanze: ¿Cuál es tu asunto?

Constanze: Desde hace medio año, tengo un cáncer de piel y también estoy quemada.

Hellinger: ¿Qué quiere decir eso?

Constanze: He estado quemada por un fuego, hace tiempo.

Hellinger: ¿Qué edad tenías entonces?

Constanze: 26 años.

Hellinger: ¿Qué pasó?

Constanze: Fui a una fiesta de carnaval disfrazada de algodón de azúcar con una hermana mía de mujer-globo. Otra mujer tocó el globo con un cigarrillo. El globo reventó y de repente yo era una antorcha. Un hombre supo qué hacer. Arrancó la cortina y me envolvió. Me había quemado un 70 por ciento y por poco me muero. Me quedé casi un año en el hospital. Las numerosas cicatrices que tengo ahora me han cambiado la vida.

Hellinger: ¿De qué manera te la han cambiado?

Constanze: Frente a los hombres. Dejé de verme bonita, por todas las cicatrices. Eso pasó dos semanas antes de mi viaje a América, donde me iba a encontrar con mi novio de la época. Él me vino a ver al hospital.

Todo me fue difícil en la vida y ahora tengo un cáncer de piel. Mi vida, realmente, es pesada.

Hellinger: Hace poco, alguien dijo:”A los que están en la aflicción, no se les puede ayudar”. ¿Qué pasó en el incendio? Casi te mueres, dijiste. ¿Qué pasó en realidad?

Constanze: No me fui a América a encontrar a mi novio. Me quedé en casa. Me quedé para siempre en casa, en la empresa de mi familia. Eso es lo que pasó.

Hellinger: Bueno, eso era pura aflicción. ¿Y ahora, qué pasó realmente?

Constanze: Todos se han ocupado de mí. Todos mis hermanos se han ocupado de mí. Han venido a verme.

Hellinger: ¿Cómo le va a tu alma, cuando hablas de esto?

Constanze: Tiembla.

Hellinger: Eso es. La mía también temblaría.

Constanze: Pero no sé por qué tiembla.

Hellinger: Dile a tu alma:” Tú estabas conmigo”.

Constanze: Tú estabas conmigo.

Hellinger: Y ahora, ¿cómo le va a tu alma?

Constanze: Ella piensa: estoy todavía contigo.

Hellinger: Y tú, ¿estás con ella?

Constanze: Ella se ha retraído.

Hellinger: Exactamente. Se retrae delante de ti. Tú no has honrado su obsequio.

Constanze: ¿Su obsequio? ¿De haber quedado a mi lado cuando me estaba quemando?

Hellinger: Y de que estás sana de nuevo.

Constanze: Sí.

Hellinger: ¿Qué te pasa cuando brindas un regalo valioso a alguien y esa persona lo descarta? ¿Cómo sientes eso?

Constanze: Eso me hiere, me vuelvo triste.

Hellinger: Y ¿qué pasa entonces?

Constanze: Me retraigo.

Hellinger: Eso es. Pierdes fuerzas. Ahora te he indicado un camino.

Constanze: ¿Un camino? ¿Aceptar un regalo valioso?

Hellinger: ¿Has aceptado mi regalo?

Constanze: Yo querría otro regalo.

Hellinger: Eso es. El alma. Estás desconectada de tu alma. ¿Qué te ayuda ahora, con tu cáncer?

Constanze: Pues no lo sé. Sólo pienso: esto es una señal. ¿El cáncer? Pensé que una constelación familiar podría ayudar.

Hellinger: Sin alma, aquí nada puede funcionar.

Al grupo: Quiero comentar algo respecto a la psicosomática.

Ahí, muchas personas se imaginan que la enfermedad proviene del alma y que la enfermedad se va cuando uno arregla el alma. Con esto, conciben el alma como algo que se utiliza para curarse, igual que tragarse una medicina y sanarse. Pero no le gusta al alma que se la utilice como remedio. Su propósito se extiende mucho más allá. Lo que importa es que se obtenga su apoyo para que nos ayude. Por ejemplo, honrándola y abandonándonos a su liderazgo y a su destino, aunque ello pase por una enfermedad.

A menudo ocurre que la psicosomática es atendida como si se tratara no del alma y del cuerpo sino del yo y del cuerpo. Pero eso entonces, no sería psicosomática sino ego-somática, para decirlo así. Cuando se dice por ejemplo: “Esto está condicionado por el alma, tienes que sobreponerte a ella”, uno no se refiere al alma sino al yo.

Uno se debe adaptar al alma. Ese ajuste es algo muy humilde y esta humildad sana.

A Constanze: ¿Lo has entendido?

Constanze: Trato de entender.

Hellinger: Te dejo un poco de tiempo, ¿sí?

Al grupo: Lo que acabo de decir acerca del enfermo vale, naturalmente, para el terapeuta. Se tiene que alejar de lo que ha previsto y entrar en sintonía con el alma del cliente. Debe sentir el movimiento del alma, seguirle el paso y ayudarle de manera efectiva frente a las imágenes y deseos del enfermo. Cuando entonces el alma se entrega, se da algo que produce buenos efectos. Uno se mantiene con los pies en el suelo y confía en las fuerzas que vienen de dentro.

En muchos casos, vienen clientes o pacientes diciendo: Ayúdame, configura mi familia, para que me vaya mejor. Esto es una llamada a un poder imaginario del terapeuta. Si éste cae en la trampa y actúa como si tuviera ese poder, el alma no podrá vibrar en acuerdo. El trabajo está condenado a fallar.