Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Revista independiente Hellinger

Revista Hellinger, Marzo 2006
Traducción de Patricia Sánchez

Ayudar a los hijos

Lo que se ha visto en algunos hijos a través de su comportamiento, que a menudo nos agobia tanto, es algo necesario para el sistema familiar que los demás miembros rechazan.

El niño toma eso sobre él en lugar de los demás. Mira con amor hacia los excluidos.

Tras este comportamiento, se esconde el amor.

Cuando se trabaja con niños difíciles, no miramos pues a los niños sino la dirección en la que ellos miran. Entonces, se pone en marcha un movimiento, un movimiento que cura, que libera al niño, porque los demás miran allí donde deben mirar. El niño ya no necesita mirar en su lugar ni comportarse en función de eso.

Esta es la manera de proceder más esencial en el trabajo con los niños.

1. El Amor oculto de los hijos

Pensad en lo que pasa con muchos de estos hijos; se les dan tratamientos, toman medicamentos, como si, de alguna manera, los niños tuvieran algo que no estuviera en orden.

De hecho, comportándose así, hacen algo por los demás, por los mayores, por los grandes.

Por eso, esta manera de ayudar a los niños es vanguardista y abre una puerta hacia nuevas posibilidades, pero sólo si no miramos a los niños sino, al contrario, con ellos, allí hacia donde se sienten atraídos y hacia lo que quieren hacer por los adultos.

Entonces los niños se sienten aliviados.

Los padres y todas las personas implicadas, deben cambiar. Deben mirar de frente lo que antes no han mirado.

Es así como comienza un proceso de crecimiento, primero con los padres. Solamente entonces, los niños son libres.

2. El Orden

Eso es la pedagogía sistémica, una pedagogía completamente diferente, ahí está el secreto de este trabajo.

Es una ayuda totalmente particular para la vida.

Aquí, yo ayudo a los niños a salir de una intrincación, pongo algo en orden en su sistema familiar.

El desorden en un sistema es siempre el mismo. Hay miembros que forman parte de un sistema, excluidos. Al sistema pertenecen todas las víctimas de los miembros de esta familia. Cuando uno de ellos está mezclado con la muerte de algún otro, quizá habiéndose hecho culpable, entonces esos muertos forman parte de su sistema. Están presentes.

Y actúan, se hacen sentir a menudo a través de un niño.

Entonces, ese niño mira en esa dirección. pero cuando los demás no miran en esa dirección, eso no ayuda.

Aquellos a los que concierne realmente, deben mirar en esa dirección. Entonces, ese desorden se pone en orden.

El orden siempre quiere decir que: lo que ha sido excluido debe integrarse de nuevo.

Es eso lo que miro ante todo cuando hago este trabajo, ahora y en el futuro.

Esta es la terapia que abarca todo y que llamo Ayuda para la Vida. Esta terapia abre la mirada hacia otros contextos en los que se hace más sencillo ayudar a los niños y, naturalmente, también a sus padres.

3. La hija no quiere ir a la escuela

Hellinger a una mujer: ¿De qué se trata?

La mujer: mi hija no quiere ir a la escuela. Está en CM1. Se niega cada vez más a ir a la escuela y a salir de casa.

Hellinger: ¿Qué pasa con el padre de la niña?

La mujer: El padre es mucho más joven que yo. Nunca hemos estado mucho tiempo juntos. Ahora hemos intentado más o menos separarnos. A menudo le he hablado de este tema pero tiene muchas cosas que hacer consigo mismo.

Hellinger: ¿Cuántos años más joven es?

La mujer: Veintidós años.

Hellinger: ¿Veintidós años más joven? ¿Ah, bueno? Bueno, entonces voy a comenzar con la hija.

(Hellinger elige una representante para la hija y deja que se sitúe ella misma. La hija mueve los dedos inquieta y se frota las manos. Después, mira hacia el suelo.

Hellinger hace que se vuelva a sentar un momento. Elige una representante para la madre de la niña. Esta representante vuelve la cabeza. Después, mira hacia el suelo y, mientras, cierra los puños. Se pone en cuclillas y con una mano frota el suelo como si quisiera quitar algo lavándolo. Cierra el otro puño.

Hellinger pide ahora a la representante de la hija que se ponga a una cierta distancia de su madre. La madre continúa frotando vigorosamente el suelo).

Hellinger a la representante de la hija: Dile a tu madre: "Yo te cuido".

(La madre continúa frotando el suelo mirando por el otro lado a su hija. La hija se acerca a su madre. Ésta se vuelve y frota el suelo con sus dos manos. Echa una ojeada rápida a su hija y después se da otra vez la vuelta. La hija abre los brazos, como si quisiera ayudar a su madre).

(La madre está ahora de rodillas y toca casi el suelo con su cabeza. Continúa frotándolo con las dos manos).

Hellinger: A los representantes tras un momento: De acuerdo, gracias a las dos.

Hellinger A la mujer: ¿Está claro para ti la razón por la que tu hija quiere quedarse en casa?

La mujer: Me protege, quiere ayudarme.

Hellinger: Sí, tiene miedo de que te mueras o de que te suicides.

(La mujer, conmovida, asiente con la cabeza y comienza a llorar).

La mujer: ¿Puedes ayudarme diciéndome en qué dirección debo mirar?

Hellinger: No tengo derecho de inmiscuirme ahí. Hay un secreto y debo respetarlo.

(La mujer suspira profundamente y asiente con la cabeza).

La mujer: Lo sé.

Hellinger: Por supuesto que lo sabes pero yo no quiero saberlo. Tampoco tengo derecho a saberlo. Pero tu hija también lo sabe. Al menos, lo siente.

(La mujer continúa suspirando profundamente y asiente con la cabeza).

Hellinger: tras un cierto tiempo: Puedes hacer un ejercicio con tu hija. Por la mañana, antes de que la escuela comience, puedes decirle: "hoy puedes estar tranquila, me quedo". Al día siguiente, antes de que se vaya a la escuela, le dices también: "hoy me quedo, puedes irte tranquila a la escuela".

(La mujer se ríe aliviada).

Hellinger: ¿De acuerdo?

La mujer: Gracias.

Hellinger: al grupo: Parece que es un problema y es sólo amor. No hay más que amor por parte de la niña.