Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Revista independiente Hellinger

Revista Hellinger, Marzo 2006
Traducción de Patricia Sánchez

Hombre y Mujer

1. ¿Cómo puede lograrse nuestra relación de pareja?

Para lograr una relación de pareja, se necesitan tres cosas.

Cada una de ellas es importante y ninguna puede reemplazar a otra.

2. La relación sexual

Lo primero es la relación sexual.

Su logro es una condición indispensable para que la relación de pareja se ordene hacia la relación sexual. Es realmente de lo que depende todo porque la vida no puede continuar más que a través de la relación sexual.

En la relación sexual, el amor y la vida se densifican. Es el punto culminante de nuestro desarrollo.

En la relación sexual, el amor que se expresa es instintivo por naturaleza y lleva la fuerza más poderosa que podemos conocer.

La vida se orienta hacia esta transmisión y se consuma cuando se logra.

Por eso, esta fuerza que está detrás de la auténtica fuerza vital es, por supuesto, la fuerza más espiritual, la más elevada – os lo digo así, como una imagen – Es la más parecida a Dios.

En ella se revela, de la manera más perceptible, lo más grande que existe en el mundo – lo Divino -.

Precisamente, el hecho de que nos entreguemos a esta fuerza mediante el instinto, hace que se exprese como viniendo del exterior de nosotros y nos sobrepase.

Por lo tanto, en una relación de pareja, es necesario en primer lugar que se logre el amor sexual.

3. El amor del corazón

Después se añade otro elemento.

Es el amor del corazón.

El amor sexual se logra mejor si viene del amor del corazón, si el amor sexual supone también realizar el amor del corazón.

El amor del corazón es un trabajo personal.

La sexualidad puede existir sin amor y esta forma de amor puede existir sin sexualidad.

Ambos, tanto el amor sexual como el amor de corazón, son realizaciones personales.

4. La vida en común

Ahora se añade también un tercer elemento, la vida en común.

La vida en común puede existir sin la sexualidad. A veces, puede existir sin amor. Vemos por ejemplo parejas que siguen juntas cuando en realidad ya no se aman en el fondo de su corazón. Pero la vida juntos es un bien precioso. También hay que aprender cómo se logra esta vida en común.

Cuando estos tres elementos, el amor sexual, el amor del corazón y la vida en común, se unen con todo lo que conllevan: intercambios, ayuda recíproca y apoyo, la relación de pareja sale adelante. Entonces podemos crecer con esta relación.


5. El amor que dura

El amor que se logra es un amor humano, cercano a lo ordinario. Este amor reconoce que necesitamos a otras personas, que sin los demás nos marchitamos. Cuando nos reconocemos eso mutuamente, damos algo al otro y tomamos algo de él. Nos alegramos de recibir y nos alegramos de poder dar. Prosiguiendo este intercambio del "dar" y del "recibir" en un respeto recíproco con benevolencia que desea que el otro, así como nosotros mismos, vaya bien. Es entonces cuando hemos captado lo que significa amar de manera humana.

Este amor comienza por la relación Hombre-Mujer.

Las demás relaciones nacerán de este amor. Es la base de todas las relaciones humanas y estamos empujados hacia él de manera irresistible.

Porque el hombre, para ser entero, necesita a la mujer y la mujer, para ser entera, necesita al hombre.

Este deseo tan fuerte es lo que los atrae. Este fuerte deseo que algunos llaman con desprecio "instinto", es el movimiento más poderoso de la vida.

Es el que prolonga la vida.

Por eso, esta atracción y esta nostalgia están unidas profundamente con la Fuente de la Vida. Al reconocer esto y al estar en este amor, nos volvemos Uno con esta Fuente de Vida.

Este amor y esta atracción nos unen con la plenitud de la vida. El que se deja guiar por este amor se encuentra estimulado. De esta nostalgia, de este amor se deriva la mayor felicidad, y también el sufrimiento más profundo. Con él, crecemos. El que se abandona a este amor, rebosa de él tras un cierto tiempo. Este amor va mucho más allá de la relación de pareja, por ejemplo, cuando de él nacen los hijos.

Este amor es una prolongación del amor de los padres hacia sus hijos. Y este amor que los hijos reciben se vuelve hacia los padres.

Es así como los niños crecen hasta que ellos mismos buscan un hombre o una mujer, y la corriente de la vida continúa fluyendo a través de ellos. Donde el amor comienza, abarca cada vez más. También se ampara de otras personas. Pero solamente si lo hemos experimentado en nosotros de manera humana y si lo hemos reconocido.

En ese sentido, el gran amor es ordinario. Este amor tiene fuerza y es duradero.

6. La perfección

Cuando un hombre y una mujer se encuentran por primera vez, a menudo se sienten atraídos de manera irresistible.

Se ven como individuos – tú y yo -.

Pero, detrás del hombre, se encuentra también su madre, su padre, sus abuelos y sus hermanos y hermanas, así como todo lo que ha pasado en la familia – todo un sistema.

Tengo una imagen: el sistema entero que se encuentra detrás del hombre espera a la mujer, no solamente a él. Lo mismo es válido para la mujer. Cuando él mira a la mujer debe saber que, detrás de ella, se encuentran su padre, su madre, sus abuelos y sus hermanos y hermanas, un sistema completo.

Este sistema espera al hombre. Los dos sistemas esperan quizá poder terminar algo que ha quedado sin resolver en el pasado. Por eso, el sistema del hombre no mira únicamente a la mujer. Mira también a su sistema familiar.

Los dos sistemas penetran en una comunidad de destino y quieren resolver quizá algo particular en esta comunidad, solucionarlo por fin.

Por lo tanto, no existe una relación entre dos personas como a menudo nos imaginamos. La relación a dos es un sueño. Todos estamos unidos a un campo, a una familia más grande.

Si alguien de la familia del hombre o de la familia de la mujer ha sido excluido, como por ejemplo antiguas parejas o un niño disminuido; o hay alguien del que la familia se ha avergonzado, el miembro excluido de la familia está presente en la nueva relación y en la nueva familia.

Por eso los dos, el hombre y la mujer, deben incluir de nuevo, al miembro excluido de la familia en la nueva familia.

Solamente entonces, se sentirán libres en su relación.

7. Amor y orden en la pareja

Del amor o del orden ¿cuál es el más valioso, el más importante? ¿Cuál viene primero? Muchos creen que si aman lo suficiente, todo encontrará su lugar. Muchos padres por ejemplo piensan que si aman a sus hijos lo suficiente, pues se desarrollaran como se lo imaginan. Sin embargo, a menudo se quedan decepcionados a pesar de su amor. Aparentemente el amor sólo no es suficiente.

El amor tiene que integrarse a un orden. El orden precede el amor. Esto es lo que vemos en la naturaleza: un árbol crece según un orden contenido en él. No es posible cambiarlo. Sólo dentro de este orden puede crecer el árbol. Ocurre lo mismo con el amor y las relaciones humanas: sólo dentro de un orden puede el amor florecer. Este orden es una precondición, un prerrequisito al amor. En cuanto conocemos algo de los órdenes del amor, nuestras relaciones y nuestro amor tienen mayor posibilidad de expandirse plenamente.

El primer orden del amor en una pareja pide que el hombre y la mujer, aunque sean distintos, se consideren iguales. Cuando reconocen esto, su amor tiene más probabilidades de ser logrado.

El segundo orden consiste en el equilibrio entre dar y tomar. Cuando uno de los dos tiene que dar más, se altera la relación. Ella precisa de este equilibrio. Cuando el requisito de esta armonización entre dar y tomar se junta al amor, el uno en la pareja, al recibir del otro le devuelve un poco más que lo equivalente. Así es como crece el intercambio entre ellos y, conjuntamente, la felicidad para los dos.

Esta necesidad de equivalencia vale también para lo negativo. Cuando uno en la pareja le hace daño al otro, surge en el otro la necesidad de dañarle también. Se siente herido. De ahí nace su creencia de tener derecho a herirle a su vez. Esta necesidad es irresistible.

Muchos de los que han sufrido una injusticia se sienten el derecho de provocar lo mismo. A la necesidad de compensación se agrega algo más: la impresión que el haber sufrido una herida me da derechos especiales. Entonces uno se autoriza no sólo a devolver el daño sino a incrementarlo. Aquel que lo recibe, de la misma forma lo devolverá con algo más. Así es como crece en una relación el intercambio de daño. En una relación así, en vez de la felicidad aumenta la infelicidad. Podemos reconocer la calidad de una relación en que el intercambio del dar y tomar se ubica en lo negativo o en lo positivo.

La pregunta es ¿Cuál sería aquí la solución? La solución sería pasar del intercambio en lo negativo al intercambio en lo positivo nuevamente. ¿Pero cómo puede esto lograrse? Hay un secreto: uno se venga del otro con amor. Quiere decir que uno le hace daño- pero un poco menos de lo que ha recibido. Entonces se detiene el intercambio en lo negativo y puede empezar otra vez un dar y un tomar en lo bueno.

Esto es un componente importante de los órdenes del amor. Si se conoce y luego se hace uso de ello, pueden cambiar para bien muchas cosas en las familias.

Un orden más del amor requiere atención, ya que su olvido conlleva efectos de profundo alcance.

Una mujer que se ve superior a su madre no puede estimar a los hombres. Tampoco les puede entender ni les necesita en el fondo. Generalmente, cuando se siente superior a su madre, esto quiere decir: soy la mejor mujer para mi padre. Ya tiene a su hombre y no precisa de ningún otro. ¿Cómo llega una niña a ser mujer para luego estimar a un hombre y tomarlo? Pues cuando se coloca al lado de su madre, como la más pequeña.

Evidentemente, esto vale también para los hombres: un hombre que no estima a su padre y piensa que él es mejor para su madre, no puede estimar a la mujer. Él ya tiene la suya y no precisa de otra. ¿Cómo llega un varón a ser hombre, a estimar a una mujer y a tomarla? Pues colocándose al lado de su padre, como el más pequeño. Así es como el hombre aprende con su padre a tener consideración hacia la mujer y la mujer aprende con su madre a tenerle consideración al hombre.

¿Qué pasa cuando un hombre, hijo de su madre se casa con una mujer, hija de su padre? El hijo de la madre no es disponible para su mujer y la hija de su padre tampoco lo es para su marido. Se dan poca estima mutua. Por esto se tiene que conseguir primero el orden en sus familias de origen, hasta que el hombre pueda tomar a su padre y la mujer a su madre.