Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Hombre y mujer

Revista Hellinger, Marzo 2007

Hombre y mujer vistos desde el espíritu

Continuemos con las constelaciones del espíritu y andemos con este movimiento del espíritu que en verdad es un movimiento de amor. Me quiero dedicar aquí principalmente a una relación fundadora de la humanidad, a la relación fundadora esencial de las relaciones humanas, la relación entre hombre y mujer considerada en una visión del espíritu.

¿Qué es lo que en nosotros se desprende? ¿Acaso somos nosotros quienes renunciamos? ¿Depende de nosotros que nos entreguemos?como si el desprendimiento se encontrase en nuestro poder, como si pudiéramos decidirlo nosotros. ¿O tal vez, a través de nosotros, se desprende algo frente al cual nos quedamos sin resistencia posible?

La relación de pareja comienza de manera corriente. Un hombre necesita a una mujer y la mujer necesita a un hombre para sentirse completos. ¿Qué es un hombre sin mujer? ¿Qué es una mujer sin hombre? Se sienten incompletos. Aunque evidentemente, un hombre soltero que lleva a la mujer en su corazón y la honra, empezando por su propia madre, puede bien sentirse completo. Igualmente, la mujer que debe vivir sola llega a ser completa cuando honra lo masculino en los hombres.

La estima

Cuando observo la relación de pareja de modo concreto, sale a la vista que el problema mayor es que, con frecuencia, las mujeres se niegan a honrar a los hombres. Esto tiene efectos profundos en los hijos. Por lo que los hijos, por fidelidad a su padre, concretizan en ellos mismos lo que la madre menosprecia en el padre. Es la compensación y a la vez la sanción; nada de lo que pertenece al todo se deja excluir o despreciar.

He observado en países como Rusia -he dado frecuentes cursos de mucha audiencia en Moscú- que ahí el alcoholismo es un problema serio para la gente, el hecho que los hombres beban mucho. Les he dicho lo siguiente: uno de los motivos es que las mujeres menosprecian a los hombres. Ellas me dieron la razón. Es así la situación: los hombres son menospreciados.

El consentimiento

Tratándose de la relación de pareja, está claro que sólo se logra cuando el hombre asiente a la mujer tal y como es y cuando la mujer asiente al hombre tal y como es, exactamente como es. El acto de consentir es un movimiento del espíritu.

Muchos entran en la relación de pareja con conceptos precisos sobre cómo debe ser el otro. Cuando el otro no responde al concepto previo, se pone en marcha el deseo de transformarlo. Así es cómo se prepara el terreno de la separación. El que no se siente apreciado tal y como es tiene que irse, por fidelidad a si mismo.

Consentir a su pareja quiere decir: “te quiero tal y como eres, precisamente así”. Esta aprobación lo hace sentir seguro al otro, seguro en el amor de su pareja. Esta aprobación incluye mucho más. Incluye que el hombre diga a la mujer:” Tal como eres, eres la buena para mí, tal como eres me alegro por ti”. La alegría es la mejor aprobación. Y él agrega algo más:”Y me alegro por tu madre tal y como es y me alegro por tu padre tal y como es”. ¿Perciben ustedes la diferencia? ¿Perciben cuánto más seguro se puede sentir el otro en la pareja cuando sus padres son reconocidos y queridos tal como son?

El consentirlo va aún más lejos: “Digo sí a quien eres y a tu destino tal como es. Digo sí a quien eres y a tu destino al precio que me cuesta”. Este consentir representa el amor entero, el amor pleno.

El amor del espíritu

Gracias a este consentimiento nos armonizamos con un movimiento del espíritu. Así es el amor del espíritu, así me lo imagino: el amor es brindado a cada uno tal como es, simplemente porque el espíritu lo impulsa, sea quien sea él o ella.

En armonía con un movimiento del espíritu pues, accedo a un amor que junta y une la pareja en la profundidad así como a un nivel elevado, unión que las imágenes habituales acerca del amor entre hombre y mujer no posibilitan.

En la armonía con este movimiento todo cambia, por ejemplo la unión sexual, el placer y la alegría que pertenecen a la relación de pareja se vuelven espirituales. El amor sexual nace del espíritu, es el impulso original de la vida. El anhelo del hombre para con la mujer y el anhelo de la mujer para con el hombre es el impulso original de la vida y del amor. Cuando nos sentimos en armonía con este movimiento y nos dejamos llevar por él, ningún obstáculo se opone a la felicidad plena en la pareja.

La fidelidad

A veces se da la situación en que uno de los dos, atado por un vínculo sin resolver con su familia o por un peso del cual se hace cargo por amor a ella, sigue un destino que lo separa de su pareja. Si en este caso el otro le dice:”me debes fidelidad”, ¿se dan cuenta de lo que esto produce en el alma de cada uno y de qué manera esto los disocia de un movimiento del espíritu?

En estos casos existe una frase que permite que el amor permanezca, a pesar de una separación. La frase es:” te quiero y me quiero y amo lo que te guía y lo que me guía, cualquier sea el resultado final”. Esto es un movimiento en armonía con el espíritu y es un movimiento de fidelidad, una fidelidad distinta, nacida del espíritu. Es un movimiento de amor, que a pesar de todo permanece.

Lo que precede permite afinar lo que significa, en el amor entre hombre y mujer, estar en armonía entre si y en armonía con el movimiento del espíritu.

En una relación así, ¿quién sigue a quién? Pues, nadie sigue al otro pero los dos siguen un movimiento del espíritu. En ese movimiento están ellos vinculados en lo más íntimo y al mismo tiempo libre cada uno.

Como amor y vida logran juntos el éxito

La Constelación Familiar no sólo trae a la luz lo que hasta ahora había permanecido oculto, sino que indica también unas vías de solución. Lo determinante en ella es su capacidad para apuntar hacia el desenlace de una intrincación y para llevar por ese camino a las personas involucradas.

Del mismo modo que el amor a primera vista no puede durar si no se transforma en amor a segunda vista, pues la solución ofrecida por una constelación a una intrincación sólo es lograda si las personas se conectan con algo mayor. Es decir, cuando de manera consciente abandonan tras de sí lo anterior para abrirse a lo nuevo, a pesar de la angustia que esto les pueda despertar. Conocimiento y percepción son aquí de poca ayuda. Se precisa además una cierta fuerza.

La fuente de esta fuerza es, por una parte, el vínculo con los padres y los antepasados, y por otra, una adhesión a ese algo mayor. En la medida en que adherimos a aquello que nos sobrepasa, encontramos la armonía con lo que nos guía. Tal vez ello nos lleve más allá de una intrincación y nos libere hacia un amor feliz y pleno. Sin embargo, a veces acontece que no. Si somos testigos en nosotros o en el otro de una imposibilidad para traspasar una frontera, o sea, cuando nosotros mismos o nuestra pareja no conseguimos soltar una intrincación, debemos aceptarlo sin voluntad de cambiar ni mover nada.

En una pareja esto se vive como una muerte. Ante esta muerte nos podemos situar con amor cuando nos decimos mutuamente “me quiero y te quiero con todo lo que nos guía a ti y a mí”.

Un destino igual

A muchos de nosotros nos ocurre que nos encontramos en situaciones donde los muertos nos dan señales, por decirlo así, y nos exigen que les miremos con consideración. Siempre en relación con un destino potente al que están todos entregados.

Existe para mí una imagen consoladora. En este destino magno estánafin de cuenta todos, todos de la misma manera,todos amparados, todos igualmente acogidos. No hay ningún excluido, ningún muerto prematuro, ningún niño muerto temprano, ningún hijo abortado. Están todos allí en buenas manos, junto a nosotros de modo igual.

Cuando mantenemos esta imagen ante los ojos, perdemos el miedo a los muertos. A veces, los muertos quieren algo de nosotros que no les podemos brindar. Pero al dejarnostrasladar a este ámbito extenso por un movimiento hacia algo mayor, que actúa detrás de cada destino, entonces incluso los muertos desvían la mirada de nosotros y miran hacia aquel destino. Allí son todos iguales, unidos en el mismo destino, ya que finalmente ahí se vuelven a encontrar.

Este pensamiento se eleva más allá de todo lo que aparece en primer plano. Y allí nuestro amor gana una fuerza distinta.