Revista Hellinger, Marzo 2008
¿Qué ocurre con las cosas cuando las nombramos justamente? A veces reflexionamos un largo rato acerca de algo, sin lograr darle forma. Pero ni bien conseguimos concebirlo, se concretiza en una realidad y puede ser dicho. Una vez que está pronunciado, tiene un efecto particular. Cambia algo. El que ha entendido algo, puede también decirlo. Esta palabra tiene fuerza.
Hay algo más para considerar. Una cosa que no recibe una apelación correcta, no llega a la plenitud. Tomemos una palabra muy sencilla, la palabra rosa. Al comprender lo que la palabra rosa significa y al decirla, la rosa tiene otro efecto. No es más la misma que antes. Con la palabra una cosa incompleta, una relación incompleta se eleva hacia más altura. Gracias a la palabra, le damos un alma.