Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Hellinger Sciencia

Revista Hellinger, Marzo 2008

Amor al borde del precipicio

Hellinger, a una mujer: ¿De qué se trata en tu caso?

Mujer: En mi familia hay psicosis, estoy atrapada yo también. He sido internada tres veces en un psiquiátrico.

H, al grupo: ¿Habéis notado cómo ha hablado conmigo? Me ha mirado derecho a los ojos y me ha expuesto su problema con claridad. Se trata pues de un problema serio y me parece que tengo permiso para trabajar con ello.

A la mujer: Lo haré. Se te ve con cara de infeliz.

Ella se ríe. Hellinger con ella.

H: ¿Haremos algo por esto también?

M: ¿Quieres decir que podemos cambiar algo de lo infeliz? Sí, sería bueno.

H: Haré lo mejor que puedo para esto.

Al grupo: He trabajado a menudo con la psicosis. Si ahora lo hago con ella, tendremos un buen ejemplo con aprender a tratar la psicosis de otra manera.

Hellinger escoge a alguien como representante.

Al grupo: Voy a probar algo que nunca he hecho hasta ahora.

A la representante: Tú representas a la psicosis.

La representante de la psicosis se vuelve intranquila. Se mueve de derecha y de izquierda, se pone los puños en jarras y mira al suelo. Luego deja caer las manos y da un paso hacia el frente.

De nuevo planta los puños en las caderas. Sacude con fuerza la cabeza, mira hacia arriba, se agacha hacia el suelo e intenta tocar con las manos a alguien que ella se imagina ahí. Rápidamente se endereza de nuevo.

Repite los mismos movimientos: mirar arriba luego al suelo, plantar los puños en jarras, soltarlos otra vez y volverse de ambos lados. Se cubre los ojos con una mano, se da la vuelta hacia la derecha como si quisiera empujar a alguien.

Hellinger escoge a otra persona y la coloca frente a la psicosis. Le dice que no sabe a quien representa.

La representante de la psicosis le da la espalda con miedo y empieza a temblar. Luego, paso a paso y de costado, se dirige hacia ella, parando a medio camino y alejándose otra vez, de costado. Al hacer esto, suelta sonidos angustiados, igual que un niño.

H, a la psicosis: dile “por favor”.

Ps: Por favor.

Lo dice con una voz aguda y llorona de niño. Sigue lloriqueando con esta voz pero sin pronunciar palabra ninguna. Tiembla, de vez en cuando estira la mano hacia la otra persona y la retira otra vez. La segunda representante sigue impasible en su lugar.

Ahora la representante de la psicosis se acerca a la otra, pasa a su alrededor, se esconde detrás de ella y se queda cerca de ella.

Después de un rato, gira en torno a la mujer. La mujer gira con ella de frente, y mira con mucha reserva. La psicosis se aleja, manteniéndose de frente y fija su mirada en ella. La mujer retrocede lentamente, alejándose de la psicosis.

H, a la mujer: Di a la psicosis: por favor.

Mujer: Por favor.

Al poco rato, la psicosis da unos pasos más lejos. La mujer hace lo mismo.

Después de un momento, se dirige lentamente hacia la psicosis. Pero ésta retrocede, manteniendo la distancia entre ellas. Luego, las dos se acercan muy despacio y se inmovilizan a unos dos metros de cada una.

Hellinger pide a otra mujer tumbarse boca arriba entre las dos mujeres. Ella representa a un muerto.

La psicosis empieza a temblar violentamente y mira con persistencia a la muerta. Se aproxima a la muerta y, por encima de ella, estira una mano temblando hacia la otra mujer, que a su vez mira a la muerta. En cuanto a la muerta, se aleja de la psicosis y mira hacia la segunda mujer de pie. La psicosis se dirige despacio hacia ella, dejando de lado a la muerta y se para detrás de ella. Esta segunda mujer tiene la mirada intensamente fijada en la muerta ahora.

La psicosis da un paso atrás y se gira hacia otro lado, como si hubiera cumplido con su tarea de poner en contacto a las dos mujeres (una muerta y otra viva). Se va calmando.

La mujer viva se acerca a la muerta, la cual le tiende la mano. Se arrodilla a su lado y coge su mano. Acto seguido, la psicosis retrocede aún más. Se pone de rodillas, sentada en sus talones y, frente a las otras dos, se inclina profundamente. La mujer viva se ha recostado al lado de la muerta. Ambas se miran a los ojos y se abrazan entrañablemente.

La psicosis sigue arrodillada y se ha dado completamente la vuelta, mirando para otro lado.