Revista Hellinger, Marzo 2008
De cualquier modo que enfoquemos estos movimientos, es indudable que no pueden surgir de la imaginación de los representantes. En ellos actuaba un movimiento del espíritu. Y al igual que todos estos movimientos, al impulsar a los representantes hacia algo que sobrepasaba su imaginación, actuaba al servicio del amor. Actuaba al servicio de la superación de los contrarios, aquí entre los judíos y los cristianos, al servicio de la paz.