Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Movimientos del espíritu

Revista Hellinger, Marzo 2010
De un curso intensivo en México 2008

Un ámbito distinto

Quiero decir algo sobre el espíritu.

No sabemos lo que es el espíritu. Algunos se imaginan que es algo concreto, que de alguna manera concreta conecta con cada uno de nosotros de un modo particular. Si me lo imagino así, cuando intento reflexionar acerca de ello, es evidente que este espíritu creador se conecta con todos de una manera semejante. Por lo tanto, me despido de la idea que él se dedica a mí en particular. Está dedicado a todos igual que a mí, en particular hacia cada uno.

Cuando nos sentimos tomados por un movimiento espiritual, así como os sentís tomados al ser representantes en la constelación, en realidad somos abarcados por otro movimiento. Ese movimiento no es personal sino que se encuentra al servicio de muchas otras personas al mismo tiempo. En sintonía con estos movimientos, podemos sintonizar con otro amor, que sobrepasa nuestro Yo. Es decir que no podemos aplicar este amor al Yo personal, de manera exclusiva, sino que nos sentimos acarreados en el caudal de un amor infinito.

Y así, nos sentimos guiados a otro ámbito, totalmente distinto, un espacio espiritual y una consciencia universal. De ahí, recibimos comprensiones que van más allá de nuestro pensar. Lo habéis comprobado en los ejercicios que hemos hecho aquí. En aquel espacio, a la hora de ser tomados por los movimientos del espíritu, podemos dejar atrás todo lo que se opone al amor hacia todos, en particular la culpa.

Bueno y malo

En este nivel, la culpa ya no tiene sitio. Aquí nos libramos de todas las tentaciones de expiación por una culpa. Percibimos dentro de nosotros dos movimientos opuestos. No sólo nos sentimos buenos. Los movimientos del espíritu producen lo bueno, aquí en el sentido de que sirven a la vida. A la vez, pueden ser destructivos cuando aniquilan algo por hacer sitio para lo nuevo. En ese sentido, las guerras son también movimientos del espíritu. Me conmovió lo que me contó Angélica: en la cultura azteca, al pasar de los 52 años, se regalaba todo para crear espacio para lo nuevo. En la religión judía existe también ese movimiento: el desasimiento para acoger lo nuevo.

La crueldad

En sintonía con un movimiento del espíritu, podemos percibir dentro de nosotros, en nuestra alma, algo cruel. Entonces, lo queremos vencer, lo queremos echar. Pero todos nosotros estamos guiados en movimientos que producen daños, aparentemente producen daños. Pues, en los movimientos grandes, éstos sirven al avance y a la continuación de la vida.

Pues bien, cuando advertimos aquello dentro de nosotros, cuando sentimos esa agresividad en nosotros, asentimos a ella como a un movimiento del espíritu. Entonces, el antagonismo de bueno y malo en nuestra alma se ve elevado a un movimiento más grande. Sólo de esta manera podemos unirnos realmente al movimiento del espíritu. Es una experiencia mística de unión. Es una mística completa, en la que todo tiene un lugar y todo, en definitiva, sirve al amor. Alcanzamos de esta forma una actitud religiosa bien diferente. Con ella, nos volvemos felices y logramos asentir a todo tal como es.

Buenos y malos espíritus

Hay otra cosa más que me da para pensar. Por ejemplo, esta canción que se cantó aquí, para llamar a los buenos espíritus. Parece que existe un ámbito más allá de lo humano, donde vive una gran variedad de seres espirituales que, al servicio de la fuerza mayor, nos vienen a apoyar.

Tenemos, por cierto, la creencia de la existencia del ángel de la guarda. No es una mera idea. Muchas personas han vivido la experiencia del ángel repentinamente presente y a su lado. Quiere decir que, en lugar de una conexión directa con la fuerza espiritual, nos podemos dejar acompañar por buenos espíritus.

Hoy es el día de todos los muertos. Existe la experiencia de que los muertos no se han ido. De un modo espiritual, están presentes. Ellos también nos acompañan en ese movimiento.

La pregunta es: ¿Existen también espíritus malos? Es una creencia muy difundida de que actúan también fuerzas malas. Es cierto que vemos en las constelaciones familiares que los representantes de muertos quieren a veces atraer a los vivos en la muerte.

¿Me podéis escuchar aún? He hablado ya demasiado.

Pero comparto de buena gana mis reflexiones y mis comprensiones al respecto.

En las constelaciones vemos que, por un lado, los muertos toman posesión de los vivos. Vemos también que algunos vivos se dejan poseer por los muertos, ambos de buena manera o de mala manera. Muchos sanadores se sienten poseídos por un muerto que, a través de ellos, cura a otros. Estos sanadores no están consigo mismos, otra fuerza actúa a través de ellos. Luego, ellos despiertan y no saben lo que han hecho. Esto es la prueba de que hay personas poseídas por espíritus buenos – claro que son buenos-. Pero son muertos. El sanador a veces hasta conoce sus nombres. Pues bien, la experiencia de un mundo de espíritus que tienen efectos en nuestras vidas es común.

Algunos espíritus tienen efectos terribles cuando atraen a un vivo a la muerte o lo empujan hacia la locura.

La paz de los muertos

¿Qué vemos en las constelaciones? Pues, que si damos espacio a los movimientos del espíritu, algo cambia para estos muertos. Finalmente, sueltan a los vivos y cierran los ojos. Entonces, dejan a los vivos en paz. Y más. A continuación, se transforman en ángeles de la guarda para los vivos.

Es decir que para estos muertos, algo tiene que ordenarse, de parte nuestra para ellos. Ordenarse significa siempre: los tomamos tal como son en nuestro corazón, incluso a los llamados criminales. A ellos también se les toma en el alma.

Ahora, notad que es un movimiento del espíritu aquél que lleva a todos los seres humanos tal como son, sea cual fuese su culpa y su destino, hacia ese movimiento mayor. Esto se logra sólo si conseguimos llevar juntos en nuestra alma el Bien y el Mal, como movimiento del espíritu hacia una unidad mística, de la que acabo de hablar.

Ahora bien, saber si los buenos y los malos espíritus eran anteriormente personas, o si existen otros espíritus más, esto no lo sé. Me quedo más bien con los muertos. Así, me mantengo íntimamente vinculado con este otro mundo, y con él a esta fuerza eterna.

Las imágenes de Dios

Este espíritu eterno, esta fuerza divina – aquí la llamo divina – no es algo que podamos asir con nuestros conceptos de Dios.

Me voy a permitir una afirmación audaz. Todas nuestras imágenes de Dios, del buen Señor, del Juez, son agravios a Dios. Son una arrogancia, porque ese Dios es bueno y malo y sobre todo terrible. El supuesto Dios de amor es un Dios temible, ante el cual todos deben tener angustia.

Este espíritu eterno, este movimiento espiritual no permite ninguna imagen. No permite ninguna religión. No permite ningún ritual. ¿Qué es eso? ¿Qué buscamos con el ritual? ¿Acaso queremos influenciar a Dios? Aquí tampoco se da una casa para Dios ni un intermediario. Sólo hay una experiencia del amor hacia todos.

Luego, ¿necesitamos tener miedo? ¿Debemos pedir a esa fuerza que ayude a otro? ¿Somos capaces de amar más que esta fuerza? Aquí también se acaba el pedir, el desear y el temer.

¿Cómo encontrarnos con esta fuerza? ¿Se encuentra fuera o dentro de nosotros? ¿Puede acaso moverse algo en nosotros que no sea por esta fuerza?

¿Qué es entonces el servicio a Dios? Acompañamos ese movimiento de vida en nosotros. ¿Cuál es el súmmum de la actitud religiosa? Nos mantenemos presentes ante este espíritu eterno, presentes sin movimientos personales, presentes tal como somos. Esa es la culminación, para todos.