Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Reflexiones: La grandeza

Revista Hellinger, Marzo 2010

¿Dónde radica mi grandeza? En mi servicio a la vida, tal vez incluso en el servicio de la vida para muchas personas. ¿Pero qué o quién aquí sirve la vida? ¿Seré yo, desde mi fuerza, desde mi comprensión, por encargo propio, en mi interés? ¿De dónde me vienen mi fuerza y mi tarea? ¿Acaso me las puedo atribuir, como si yo estuviera al origen de ellas y como si estuvieran a disposición de mi juicio, de mi humor y de mi buen placer? Cuando percibo cuánto proviene de mí personalmente en lo que hago, ¿qué es lo que queda de mí? ¿Acaso no se encoge mi grandeza si me la atribuyo, reduciéndose a poco, incluso a nada?

Otro tema es lo que, en sintonía con fuerzas más grandes, me sale logrado, porque otros también lo experimentan como grande e importante, y por eso permanece grande. No obstante, hace una diferencia si ellos, igual que yo, lo experimentan y lo toman como viniendo de lejos, desde otras fuerzas o si, de lo contrario, miran hacia mí, tomándolo de mí, sintiendo necesidad de agradecerme, como si yo lo hubiera hecho y completado solo. Si ellos lo viven como viniendo de otras fuerzas, de aquellas que actúan potentemente detrás de toda vida, lo toman de estas fuerzas, como un obsequio de ellas. Entonces, en aquel instante, se transforma en algo que les pertenece tanto como a mí. Tienen el permiso para prescindir de mí, incluso olvidarme. Tanto más se mantendrá y actuará esta grandeza, sin resistencias internas, al servicio de sus vidas.

Esta grandeza ha hecho también algo para mí, algo grande. Si reconozco que me he puesto al servicio de otras fuerzas, tengo el permiso para llevarla a mi vida y a mi amor. ¿Cómo? Humildemente. Precisamente porque actúa tan grande y ampliamente, yo reconozco que sobrepasa mis capacidades, mis deseos y voluntad, mis miedos. Reconozco que siguió un movimiento y que yo sólo fui llevado por ella.

¿Me puedo alegrar por esta grandeza? Si me alegro por ella y por mis éxitos, ¿qué me pasa? ¿Me mantengo aún en sintonía con este movimiento? ¿O se aleja ella hacia otro lado y sin mí, hasta tal vez, de alguna forma, voltearse en contra de mí, por ejemplo a través del rechazo al que se confrontan estos éxitos, sean cuales sean?

¿Cómo escapo a las consecuencias de alegrarme por mis logros? Dejo los éxitos atrás y permito que un movimiento aún mayor me lleve hacia un nuevo hacer al servicio de la vida, aquí también sobrepasando mis deseos, mis ilusiones y mis miedos.

¿Cómo se queda pues, mi grandeza? Se queda, pero sin el “mi”.