Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































Meditación

Revista Hellinger, Mayo 2005

La vida fluye

Cerramos los ojos y nos centramos.

Nos vemos como hijos

de nuestra madre y nuestro padre.

Los miramos con todo recogimiento,

con la mirada de niños pequeños hacia sus padres.

Con mirada amplia,

y con un amor increíblemente profundo.

Sentimos la mayor entrega

que jamás hayamos experimentado.

Era esa mirada de nuestra madre y nuestro padre antes de que se pusiera algo en medio.

Volvemos ahora a ese primer amor.

Miramos a los padres y vemos detrás a sus padres, y allá detrás a los padres de los abuelos, y sus padres, muchos, indefinidamente, hasta el principio.

A través de todas esas generaciones la vida fluye hasta nuestros padres, y, a través de ellos hasta nosotros. Es la misma vida.

Todo lo que es transmitido y recibido, todo está perfectamente hecho. Nadie puede añadir nada. Nadie puede quitarle nada. La vida fluye en su abundancia a través de todas esas generaciones.

Para nuestra vida no hay ninguna diferencia, cuales hayan sido los detalles, si fueron buenos o si fueron malos, si fuimos estimados o despreciados.

Al servicio de la vida, todos fueron igualmente buenos.

Así la vida alcanzó a mi madre y a mi padre y a través de mi madre y de mi padre llegó hasta mi.

Ahora abrimos nuestro corazón y nuestra alma a la abundancia de la vida, para que nos alcance a través de nuestra madre y de nuestro padre. Les decimos:

"Gracias. Lo tomo todo de vosotros, a su precio completo, a lo que os ha costado y que a mi me cuesta. Lo sujeto todo

firmemente en vuestra honra. Y me entrego a su abundancia en lo que por circunstancias yo también se y tengo permiso de transmitir."

Entonces nos apoyamos en nuestros padres de los que hemos tomado enteramente la vida. Miramos hacia delante y después la damos, como siempre: a nuestros hijos, a nuestros nietos, a muchas generaciones que vienen detrás de nosotros. O, si no tenemos hijos, se la damos de otra manera al servicio de la vida. La vida fluye a través de nosotros y sigue después de nosotros. Estamos profundamente vinculados con ella.

Y así, la vida fluye.