Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































El éxito

Berlín 2010, DVD 1

Hellinger: El tema de hoy es el éxito. Y es para muchos la gran meta. Pero en realidad, no lo es…lo vamos a testar. 

Cerrad los ojos. Y prestamos atención a los movimientos internos, a nuestra alma. ¿Es un movimiento hacia más? Más trabajo, más rendimiento, más salud, más relaciones, más amor, más felicidad, más alegría. 

¿O es un movimiento hacia menos? ¿Menos trabajo, más sueldo para menos trabajo, por ejemplo, menos rendimiento para más tiempo libre, menos salud? ¿Estamos contentos con menos? 

Eso es un movimiento doble. El uno es un movimiento hacia más vida y el otro es un movimiento hacia la muerte. Menos, menos, menos, hasta que no hay más. En este curso, se trata de ver si el movimiento hacia menos se da la vuelta hacia más. 

Lo demostraré prácticamente, más, más, más éxito.

¿Quién tiene un problema con el éxito?

Hombre: Siento una tendencia a retraerme, un miedo a vivir.

Hellinger: Claro, es un movimiento hacia menos. ¿Te pasó algo en la niñez?

Hombre: No sé de nada concreto. Tal vez algo de abandono…

Hellinger: ¿Ningún recuerdo?

Hombre: A los tres años, me desperté una noche, y mis padres no estaban. No encontré a nadie.

Hellinger: Es una situación donde el movimiento hacia menos se desencadena. Hay que girarlo hacia más.

Al grupo: Lo que él describe es una de las causas primeras para el fracaso. Mi observación se hace cada vez más clara de que el fracaso tiene que ver con una experiencia precoz en la que hemos decidido retroceder en vez de avanzar. Y la experiencia es casi siempre la de sentirse abandonado. Esto es un traumatismo, así como lo ha descrito él. 

Prácticamente todos nosotros hemos tenido esta experiencia de un movimiento hacia delante que no fue posible, en su caso porque los padres no estaban. Esto suele acontecer entre 3-4 años, antes de los cinco. El traumatismo es primario, los padres no están, el niño se siente perdido. Y todos los traumatismos siguientes repiten lo mismo: el movimiento hacia delante no fue posible. El no poder mover hacia delante provoca el traumatismo. 

El tratamiento de los traumatismos consecutivos es muy simple: el movimiento hacia delante se reanuda y se lleva lentamente hacia su meta. Para el primer traumatismo, vale lo mismo.

Meditación

Lo haré con vosotros en forma de meditación. 

Cerrad los ojos. 

Nos acercamos a nuestra infancia, a una situación semejante a la que él describió, cuando quisimos ir hacia el padre o la madre, y ellos no estaban. Nos sentimos de repente abandonados. 

¿Qué pasó en el alma en aquel momento, qué sentimiento la invadió? ¿Qué rabia, tal vez, o qué desesperación? Entonces, la desconexión, porque era inaguantable. Luego, la decisión interna: ”Me retraigo, nadie está para mí presente, estoy solo conmigo”. Cuando la madre reapareció, nos retuvimos de ir hacia ella. De repente, tenemos una imagen interna de ella que está ligada al dolor y al reproche. Y esta imagen nos acompañará toda la vida. 

Aquí empieza el movimiento hacia menos, en todo. Cuando la madre se quiso acercar, nos retiramos, dejamos de ir hacia ella. Una y otra vez, cuando otros se nos entregaron con amor, nos asustamos y nos cerramos. En vez de avanzar, retrocedimos.

Esto se aplica posteriormente a muchos aspectos de la vida. Incluso en la relación de pareja: en vez de avanzar, retrocedo. Cuando el otro se acerca, retrocedemos. Son movimientos hacia menos. 

Ahora, se trata de ver cómo invertir este movimiento. Esto se logra solamente ahí donde empezó, con la madre. Si lo sentís en vosotros, ¿cuántas imágenes (negativas) tenéis de la madre? La sanación, o el movimiento hacia delante, comienza con un cambio de estas imágenes. 

Retornamos al tiempo en que se produjo el traumatismo, más lejos aún, al tiempo que precedió; volvemos a las primeras experiencias que tuvimos con la madre, experiencias felices, llenas de confianza. La primera imagen, nosotros alzados por ella, amamantados, con la mirada fijada en sus ojos, puro amor. Y otros recuerdos de momentos felices, a veces tan sencillos que los hemos olvidado porque nos sentíamos amparados y seguros.

Damos sitio a estas imágenes en nuestro interior. Abarcamos los sentimientos en conexión con ellas, con la cercanía de la madre, amados y abrazados por ella, seguros. Cuando necesitábamos algo, ella estaba presente. Dejamos que esta imagen se amplíe en nosotros, hasta rellenarlo todo. Con esta imagen en el corazón, miramos a nuestra madre después del traumatismo, sujetándola con fuerza, y la superponemos a la otra imagen (negativa), dejándola que se amplie. Luego miramos a nuestra madre a los ojos y damos el primer pequeño paso hacia ella, a pesar del miedo. Alejándonos de nuestra decisión anterior, le decimos:”Vengo de regreso”. Un paso pequeño, con la mirada en sus ojos. Entonces, a pesar del dolor del pasado, damos otro paso más. Y esperamos, hasta ser totalmente capaces, incluso con el recuerdo de los momentos de antes, difíciles y buenos también, para dar el siguiente paso. Y así, despacio, hacia delante, centrados, paso a paso, hasta que estemos de nuevo en sus brazos, abandonados en sus brazos.

Haré otra meditación con vosotros. 

Vamos hacia dentro, hacia los movimientos tales como los acabamos de ver. 

Primero, hacia la madre….

y cuando hemos llegado donde ella está, …….

miramos a nuestra profesión …….. 

y seguimos el mismo movimiento, hacia más………..

ahora hacia nuestra pareja. 

En vez de esperar, vamos hacia ella, con respeto ante su grandeza, con imágenes felices………………

Podemos aplicar todo esto en variadas situaciones concretas y así sabremos más sobre las leyes del éxito. Lo que hemos visto ahora es el fundamento de todo éxito. Aquí necesitamos una transformación, de menos a más. Esto es el éxito en la vida, en todos sus aspectos. Con algunos ejemplos más, el trabajo se profundizará.

Escoge a un participante

Hellinger: ¿De qué se trata?

Hombre: Se trata de que, en una relación, alcanzo un punto en que me quedo parado y no avanzo más.

Hellinger: ¿Qué tipo de relación?

Hombre: De pareja.

Hellinger: Claro, él es el hijito de mamá. El hijito de mamá lo tiene ya todo. No necesita nada más.

Hombre: Es cierto, a veces lo pienso así.

Hellinger: Entonces, te quedas en casa.

Hay un cuento, (anteriormente me dediqué a los cuentos). Eric Berne ha escrito un hermoso libro “¿Qué dice usted después de decir hola?” Y describe un cuento distinto de lo que acostumbramos. Lo he seguido un poco en esta línea. Se trata de la historia de Juan el alegre. Viaja, trabaja y recibe como sueldo una moneda de oro. Viaja de regreso a su casa, cargando con su bolso. Un transeúnte le dice: ¿por qué cargas con tu bulto? Cómprate un burro. Entonces, cambia su moneda contra un burro. Va de camino a casa, encuentra a otro que le dice: con un burro, no tienes de comer. Te lo cambio por mi cerdo. Así fue, y más tarde, de camino, cambia el cerdo por una gallina, porque ella da huevos. Pero la pierde en el camino. Llegando a casa, está deseando ver a su madre acogiéndolo con los brazos abiertos. 

Ahora, viene mi parte del cuento. La puerta se abre, el padre sale: ¿qué haces aquí? ¡Vete a trabajar!

Eso sería el otro cuento.

(Muy serio) Bueno, el hijito de mamá no tiene éxito.

(Sigue su constelación).

Preguntas

Mujer: En el caso de una empresa que es llevada por una mujer, ¿es otro movimiento que se despliega que en el caso de un hombre?

Hellinger: Bueno, muchas empresas en realidad sufren por ser llevadas por hombres (risas).

Esto es una observación. Se ve en muchas constelaciones que el hombre se coloca en un sitio que no le corresponde. Es importante no ignorarlo.

Mujer: En el caso de un movimiento interrumpido en jóvenes de 12-14 años, ¿utilizarías el método de la sujeción?

Hellinger: Con adultos jóvenes y adolescentes, se utiliza otro método. Esto lleva a un movimiento en que el nacimiento es revivido y de ahí surge el primer movimiento hacia delante. Es un movimiento que una constelación no permite.

Mujer: Me gustaría tener una relación exitosa con mi hermano.

Hellinger: ¿Quién es el mayor de los dos?

Mujer: Él.

Hellinger: ¡Déjalo en paz!!! (Risas).

 

La venganza

Mujer: Vivo mi vida pero no la vivo, lo tengo todo, pero es difícil…

Hellinger, al grupo: Con alguien así, no se puede trabajar…

¿Cuántas terapias has hecho?

Mujer: Muchas.

Hellinger: Claro! Eres buen negocio para los terapeutas…pero mal negocio para mí. Aquellos que se quejan de su mal estado, con aquellos no puedo trabajar. Es sin esperanzas… (La mira sin hablar).

Al grupo: Aquellos que se presentan como ella lo hizo, quieren que otros trabajen en su lugar, sin que ellos hagan nada. La queja es el fundamento del fracaso. Los que se quejan no quieren éxito, solo quieren ocupar a otros sin tener que hacer nada……

Siéntate. Cierra los ojos y dile a alguien, internamente: Renuncio, desisto………Desisto de todo.

¿Está bien así?

Mujer: Un poco mejor.

Hellinger: ¿Sabes lo que hay detrás de tu movimiento, así como lo dices?

Mujer: Siento una lucha en el cuerpo.

Hellinger: La emoción de base es la venganza.

Al grupo: ¿Habéis visto como asintió sin darse cuenta? Por esto, es importante tener mucho cuidado con las personas que se comportan así, sino uno es el próximo en la fila, con su venganza. Lo digo muy en serio.

La pregunta es: ¿a quién has hecho daño? No me lo tienes que decir, solo conecta con esto. Aquí lo dejo.

Lo que demuestro aquí son intervenciones breves. En cuanto se ha tocado el punto, lo dejo. No hay que seguir. La persona está en seguida entregada a su autonomía.

Meditación

Mi propuesta es que regreséis a la infancia. 

¿Se dio ahí una situación en la que os habéis preocupado por alguien de la familia? ¿La madre? ¿Habéis tenido miedo a que se fuera? ¿O de que enfermara, o de que se suicidara, o de que muriera? ¿O tal vez, lo mismo con el padre? ¿Y cuál fue la decisión interna? ¿Cómo quisísteis cambiar el destino, en vuestra imaginación? Tal vez habéis dicho internamente, o mostrado en vuestro comportamiento: Mejor yo que tú. O habéis hecho una promesa: si ella se salva, lo pago yo con esto o aquello, para compensar. Con fracaso también, con una enfermedad o incluso con la muerte. 

Interiormente, damos un paso atrás, ganando un poco de distancia con esta persona. Y nos inclinamos ante ella profundamente. Le decimos: tú eres la grande, yo sólo soy un niño.

Retrocedemos otro paso, y miramos más allá de esta persona, hacia una luz lejana en la que otro poder actúa. Decimos a este poder: por favor. Solo “por favor”. Y retrocedemos hasta encontrarnos solos.

Otros niveles

En este trabajo, tocamos niveles que no pertenecen a la consciencia, son otros niveles. Tampoco sabemos quiénes son los individuos, a veces esto lleva a varias generaciones atrás. Por eso, es importante no preguntar. El movimiento sigue, ella está cambiada de alguna manera, y es suficiente. Nadie pregunta.

Algunos de vosotros que no conocéis bien esta nueva forma de constelaciones familiares, observáis que hay diferencias. Una diferencia es que los representantes se dejan llevar por un movimiento. Lo llamo: andar con el espíritu. Las personas dejan de lado sus opiniones, sus imágenes, sus intenciones, y se abandonan a este movimiento. Es un movimiento muy lento. En cuanto alguien se mueve rápidamente, hay una intención. Estos movimientos no están solo para mostrar algo, sino que son movimientos de sanación; exigen tiempo.

Aquí, quedan muchos puntos abiertos. Algunas personas quieren saber qué significa esto y aquello. Y la energía es desviada hacia el deseo de saber, saber si es bueno o malo, si es mejor o peor… Todo el pensamiento se mueve, siempre, en la diferenciación entre bueno y malo. Pero estos movimientos del espíritu son movimientos de entrega a todo como es, sin diferenciar nada. Para comprender y acompañarlos, hace falta la disponibilidad para abandonarse a ellos. Esto no se aprende como un estudio, sino que lo aprendemos confiando en ellos. Aquellos que lo viven, como representantes, lo saben, lo aprenden rápido. Se abandonan. Es lo mismo cuando trabajo con alguien. Me entrego y confío en este movimiento. Y en lo que se muestra lo hace en el instante, nunca antes. Esto no se puede planificar. Se mueve solo hacia delante.

Se ha dado una controversia en Alemania, acerca de mi camino en esa dirección. Y se han formado distintos grupos. Los unos se nombran “clásicos” y se han distanciado abiertamente de mí. Está bien. Todos estos movimientos, todo lo que avanza, despiertan resistencias. Pero lo tengo que hacer valer, normalmente lo hago solo. A veces me persiguen, con argumentos, con discusiones. He escrito un libro, muy claro, que acaba con muchos prejuicios. Se titula: Más allá de la psicoterapia.