Bert Hellinger / Los textos citados son las transcripciones autorizadas por el mismo Bert Hellinger de sus entrenamientos y conferencias. Algunos son extractos de sus libros.














































La fuerza del adversario

Bert Hellinger 2007

¿Cómo tratar a sus adversarios, tanto a los vanos como a los temerosos?

Sin siquiera considerar sus intenciones, lo primero es respetarlos. En definitiva, no sabemos qué papel cumplen ni a quién sirven. Por eso, respeto la molestia que se toman para hablar, escribir, actuar, y respeto la atención que me proporcionan, incluso a otros y al conjunto en toda su amplitud. Reconozco que al hacerlo sirven el conjunto y, a través de él, a mí y a muchos otros. Ya que sin resistencia, nada vivo ni verdaderamente humano puede desarrollarse. Solo gracias a la resistencia que ofrece el exterior puede aquello diferenciarse, insertarse en algo de más extensión y, dentro del marco de unos límites, encontrar su fuerza y la comprensión de lo que es realmente posible. Entonces, aquello que ya no consigue expandirse se ve obligado a concentrarse y, en lugar de altura y anchura, gana quizá alguna profundidad.

En segundo lugar, al oponerse a mí, mis adversarios encuentran a menudo su propio camino con mayor facilidad. En esto sirven mejor al conjunto que si me aprobaran o me siguieran, renegando con ello su propia verdad. Es así como cada cual aporta su contribución a partir de lo suyo propio únicamente. El que ha encontrado esta autenticidad deja con el tiempo de alimentar la enemistad, habiendo perdido tanto el miedo a los otros como la necesidad imperiosa de doblegarles a su imagen o incluso de someterles. El que ha encontrado su autenticidad está conectado con todos de manera sosegada. Frente a sus propios adversarios desarrolla tolerancia y sabe dar tiempo hasta que se disuelva la animosidad de aquellos enemigos en busca de lo suyo propio.

Sin embargo es importante ver que, al querer mal a otros, los hay que descuidan de sí mismos o traicionan lo suyo. 

En tercer lugar, la enemistad suele precisar de acólitos. Se fortalece gracias al número de ellos y la lealtad que los une en la oposición. Pero con esto fortalecen también a los seguidores de aquel al que se oponen. Cuando los seguidores se desmoronan, se desmorona también la fuerza de ambos bandos. Al quedarse sin seguidores, los líderes de los campos antagonistas se quedan frente a ellos mismos. Entonces se puede revelar una fuerza mayor.

¿Cómo reconocer la fuerza mayor? Se descubre a través de lo que subsiste, pues solo lo que subsiste era y es esencial.